
En la constante búsqueda de la pérdida de peso, el ejercicio fue convencionalmente exaltado como el principal catalizador. Aunque ciertas investigaciones sugirieron que esta relación no es tan directa. En lugar de ello, los científicos señalan que en términos de pérdida de grasa, la dieta podría jugar un rol más crucial. Sobre esta perspectiva, Science Focus informó con un artículo detallado.
Cambiar esta percepción es esencial para comprender mejor cómo funciona el organismo y cómo se puede lograr un peso saludable de manera efectiva.
Durante años, se perpetuó la idea de que la clave para deshacerse de la grasa corporal es a través del ejercicio constante. Este concepto fue reforzado por la industria del fitness, que promueve la noción de calorías quemadas como el indicador principal de éxito.
Sin embargo, estudios indican que el ejercicio, en ausencia de cambios dietéticos tiene una influencia limitada en la pérdida de peso. De hecho, muchas veces las expectativas no se cumplen (especialmente en mujeres), quienes pueden no ver ninguna reducción en la báscula pese a realizar actividad física varias veces a la semana.

La paradoja calórica y la hipótesis energética constrictiva
El trabajo del profesor Herman Pontzer, antropólogo de la Universidad de Duke, fue fundamental para desafiar esta narrativa. A través de su investigación con la tribu Hadza de Tanzania, descubrió que, a pesar de su estilo de vida extremadamente activo, su gasto energético diario era comparable al de poblaciones más sedentarias.
Esta observación condujo a la formulación de la “hipótesis de gasto energético constrictivo”, sugiriendo que el cuerpo humano tiende a mantener su gasto energético dentro de un rango determinado, independientemente de la cantidad de ejercicio realizado. Esta adaptación natural podría ser una estrategia evolutiva para evitar el consumo excesivo de reservas de energía.
Pontzer enfatizó que no es el primer investigador en observar estos resultados, pero destaca la importancia de reconocer el fenómeno como un componente central en la comprensión del gasto energético humano. “Creo que fui uno de los primeros en decir: ‘Oye, creo que este es un fenómeno que merece atención’”, aclaró Pontzer.
A pesar de estas revelaciones, es crucial no subestimar los múltiples beneficios que el ejercicio aporta a la salud. La actividad física regular mejora la densidad ósea, la salud mental y reduce el riesgo de enfermedades como la diabetes, enfermedades cardíacas y ciertos tipos de cáncer.
Sin embargo, cuando el objetivo principal es reducir la grasa corporal, la creación de un déficit energético con la dieta se presenta como un método más eficiente.

Datos sobre el metabolismo con actividad extrema
Las investigaciones de Pontzer también incluyeron a atletas de resistencia extrema, como los participantes de la “Race Across America” y el Tour de Francia. Estos análisis destacaron que, a pesar del exigente nivel físico, el consumo energético diario de estos atletas se estabiliza con el tiempo, sugiriendo un límite en el gasto calórico que el cuerpo parece no superar.
En promedio, el gasto energético diario se situó alrededor de las 4.000 calorías, incluso en eventos de larga duración. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que el cuerpo regula de manera eficiente su consumo calórico frente a actividades físicas intensas.
Pontzer afirmó que “dentro de un par de meses de que alguien comience a hacer ejercicio, observamos que el cuerpo se ajusta y gasta menos energía de la que debería”. Este conocimiento es vital para entender cómo el cuerpo maneja el equilibrio energético.
Desmitificación de creencias populares sobre el ejercicio
Un aspecto crítico de esta nueva comprensión es la desmitificación de varias creencias populares sobre el ejercicio. Se tiende a sobreestimar el impacto calórico de una rutina de ejercicio en comparación con el consumo calórico total diario, donde las demandas metabólicas de nuestros órganos son predominantes.
Además, movimientos cotidianos como caminar o mantenerse de pie a menudo suman más calorías consumidas en un día que una sesión aislada de gimnasio.

El profesor Javier Gonzalez, especializado en nutrición y metabolismo en la Universidad de Bath, señaló que los pequeños movimientos pueden consumir hasta 1.000 calorías diarias. También observó que tras el ejercicio, muchas personas tienden a descansar más, lo que anula parte del gasto calórico adicional.
La evidencias sugieren que, a pesar del papel innegable del ejercicio en la salud general, la clave para la pérdida de peso reside en una dieta controlada y equilibrada.
La noción de que el ejercicio por sí solo puede conducir a una pérdida significativa de grasa es cuestionable, y este replanteamiento invita a considerar el ejercicio desde una perspectiva de bienestar general más que como una herramienta exclusiva para la pérdida de peso.
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