Desde Ángeles hasta Nahir y Eguillor, los crímenes y misterios de los últimos diez años que sacudieron a la Argentina

A través de primicias e investigaciones, Infobae reveló la última década del delito argentino

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2009: los Pomar

El recorrido de la familia Pomar desde su desaparición hasta su muerte.
El recorrido de la familia Pomar desde su desaparición hasta su muerte.

El caso Pomar, la familia que el 14 de noviembre de 2009 salió de viaje hacia Pergamino en un Fiat Duna y estuvo desaparecida durante 24 días, es un emblema que marcó a fuego a la Policía Bonaerense por actuar con inoperancia y negligencia en un caso de alta volatilidad mediática. Por entonces el ministro de Seguridad era Carlos Stornelli y el caso estuvo en manos de la fiscal Karina Pollice. En esos días se tejieron hipótesis descabelladas, un juego popular de adivinanzas y teorías conspirativas desde una fuga alocada hasta un secuestro de los protagonistas: Fernando Pomar, Gabriela Viagrán y sus pequeñas hijas Candelaria y Pilar.

Se llegó a decir que la nena quizá era abusada por el padre y que había secuestrado a su familia y probablementela iba a liquidar y después suicidarse. Hasta difundieron una imagen de un peaje y un perito analizó que el gesto de Pomar era el de un hombre desesperado. Pero, simplemente, era el gesto de alguien que acababa de pagar el peaje. La Argentina estuvo en vilo y más de tres mil policías buscaron a la familia, los rastrillajes daban resultados negativos.

Sin embargo, a los Pomar no se los había tragado la tierra. El 8 de diciembre, un campesino que iba a caballo encontró la verdad. Vio el auto volcado y a los Pomar sin vida, al costado de la ruta 31, a la altura de Salto, en un lugar lleno de pastizales. Habían volcado por la mala señalización. Once días antes, un albañil que iba en micro había llamado al 911 para decir que había visto un auto volcado. Pero no siguieron esa pista.

Tras el hallazgo, once policías fueron separados de la fuerza y enjuiciados. A seis se los acusó de “omisión de los deberes de funcionario público”, pero la causa prescribió sin condenas. Otros dos uniformados fueron condenados en 2017 por falsificar las actas del rastrillaje. Habían asegurado que en la curva donde al final fueron hallados los Pomar no había ningún indicio. Al final, la verdad fue trágicamente más sencilla que la imaginación.

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2010: el femicidio de Wanda Taddei, quemada hasta la muerte por el baterista de Callejeros

 Wanda y Eduardo Vázquez, en el día de su casamiento.
Wanda y Eduardo Vázquez, en el día de su casamiento.

El 10 de febrero de 2010, en un departamento de Mataderos, Wanda Taddei, de 30 años, fue incendiada por su marido Eduardo Vázquez, en ese entonces baterista del grupo Callejeros. “Fue un accidente, estaba limpiando discos con alcohol y prendí un cigarrillo y se generó el fuego”, fue la defensa del músico. Las pericias y el testimonio de un enfermero que escuchó que cuando era trasladada al hospital la víctima, con un hilo de voz, llegó a decir: “Me quemaron”, fueron claves para fortalecer la acusación. Wanda murió después de tres semanas de agonía. Los investigadores están convencidos que la atacó en medio de una discusión.

El 14 de junio de 2012, Vázquez, de 44 años, fue condenado a 18 años de prisión. La sentencia fue revisada el 19 de septiembre de 2013 por la Sala IV de la Cámara de Casación, integrada por los jueces Juan Carlos Gemignani, Mariano Hernán Borinsky y Gustavo Hornos, que le impuso una pena de prisión perpetua por “homicidio agravado por el vínculo”.

Vázquez está detenido hasta hoy en el penal de Ezeiza e insiste en que todo se trató de un accidente. Por el incendio de Cromañón, ocurrido el 30 de diciembre de 2004, y donde entre las 194 víctimas estaba su madre, el baterista ya había sido condenado a seis años por incendio culposo seguido de muerte y cohecho activo. Beatriz, la madre de Wanda, todavía evoca a su hija desde su computadora. El crimen se convirtió en un triste emblema de la cultura argentina del femicidio. “El caso generó un efecto imitativo y muchos hombres prendieron fuego a sus mujeres, desde que mi hija fue asesinada prendieron fuego a más de 50 mujeres”, dijo Eduardo Taddei, padre de Wanda. Bárbara Balbuena, oriunda de José C. Paz, que había sufrido quemaduras en un 90 por ciento de su cuerpo, murió la semana pasada tras pasar varios días en un coma farmacológico.

Vázquez, hoy en un taller de música en la cárcel, busca sin éxito invitar a músicos famosos.

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2011: ¿por qué se llevaron a Candela Sol Rodríguez?

Pintada poco después de la desaparición de Candela: el barrio pide respuestas. (Télam)
Pintada poco después de la desaparición de Candela: el barrio pide respuestas. (Télam)

Antes de salir de su casa de Villa Tesei para ir a una reunión de boy scouts, Candela Sol Rodríguez, de once años, le dijo a su madre Carola Labrador: “Te amo má, después nos vemos”. Pero nunca volvieron a verse. Aquel 22 de agosto de 2011 desapareció y el caso conmovió al país. En una de las entrevistas que concedió, Carola pareció decir un mensaje a quien podría ser el presunto secuestrador. Se investigó si pudo ser una venganza porque el padre de la nena, Alfredo Rodríguez, era un confeso pirata del asfalto. Hasta un grupo de famosos, entre ellos Ricardo Darín, atendió teléfonos para Red Solidaria para reunir datos que ayudaran a encontrarla.

Pero nueve días después, el cuerpo de Candela fue encontrado por una cartonera en una bolsa de consorcio al costado de la autopista, a 35 cuadras de su casa. La habían secuestrado, violado y asesinado. La escena hizo tambalear al establishment provincial encabezado por Daniel Scioli, que llegó al lugar donde estaba el cuerpo y a la cúpula de la Bonaerense bajo el ministro Ricardo Casal, en medio de un clamor público, con pedido de jury y denuncias de serias irregularidades en la investigación. El cadáver de Candela se convertía en un hecho político.

El 20 de septiembre de 2017, el Tribunal Oral Criminal N° 3 de Morón condenó a prisión perpetua a Hugo Bermúdez y Leonardo Jara por encontrarlos culpables del delito de “privación ilegal de la libertad, seguida de muerte”. A un tercer hombre, Fabián Gómez, lo consideraron “partícipe secundario del secuestro” y lo condenaron a cuatro años. Pero todo no terminó ahí. La Justicia cree que el móvil tuvo que ver por un ajuste de cuentas narco. Es por eso que la Sala I de la Cámara de Apelaciones de Morón convalidaron el pedido del fiscal Mario Ferrario para que se realice el segundo juicio por el caso. Los acusados son el condenado por narcotráfico Miguel Ángel “Mameluco” Villalba, considerado históricamente como un zar de la cocaína del conurbano, el ex policía bonaerense Sergio Chazarreta y el carpintero Néstor Altamirano. Se cree que fueron partícipes necesarios del aberrante homicidio.

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2012: el gobernador de Río Negro, asesinado en Año Nuevo por su mujer

Carlos "El Gringo" Soria y su esposa, Susana Freydoz.
Carlos "El Gringo" Soria y su esposa, Susana Freydoz.

Carlos Soria, ex diputado, flamante gobernador de Río Negro, y su pareja, la nutricionista Susana Freydoz, habían estado juntos desde la adolescencia. Pero las cosas no estaban bien. El Año Nuevo de 2011, el 31 de diciembre, que fueron a festejar a su chacra en General Roca fue el punto límite. Lo mató con una pistola calibre .38, de un tiro en la cara.

Ella había descubierto que él le era infiel y se había obsesionado con amantes, reales e imaginarias, a tal punto que había llegado a esconderse detrás de los árboles para controlar con quién salía él de su despacho. Nueve días antes de pegarle un tiro en la cara, ella le había revisado el celular y había encontrado un mensaje de texto enviado por él a un número desconocido: “Pese a todo, te sigo extrañando”.

Freydoz estaba por cumplir 62 años cuando fue acusada de homicidio agravado por el vínculo agravado por el uso de arma de fuego. Durante el juicio, 10 meses después, sus hijos tuvieron que someterse a una tarea cruel: tratar de demostrar que su madre estaba fuera de sus cabales para evitar que fuera condenada a prisión perpetua y se quedaran, definitivamente, huérfanos. Declararon en el juicio.

“Cuando llegué -declaró Martín Soria- mi viejo estaba desnudo y tenía sangre en los oídos, pero aún respiraba. Corrí al baño y me encontré a mi mamá acurrucada en el piso forcejeando con mi hermana . Le grité: ‘¡¿Qué le hiciste a papá?! ¡Sos una hija de puta!’. Nunca me voy a olvidar de la mirada que tenía: oscura, como un perro cuando muerde”.

Lograron encerrarla en el baño hasta que se dieron cuenta de que adentro había tijeras y la sacaron. Hicieron sonar la alarma para pedir ayuda a los custodios pero Soria llegó al hospital sin signos vitales: el tiro le había causado una lesión encefálica hemorrágica y destructiva.

Tras la condena a 18 años de cárcel, ratificada por la Corte, Freydoz fue remitida a un área psiquiátrica del hospital de Ezeiza. Intentó quitarse la vida con pastillas tiempo antes-

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2013: Ángeles Rawson y la piel bajo las uñas del portero

Jorge Mangeri: retrato en su juicio en el Tribunal Oral Criminal Nº9.
Jorge Mangeri: retrato en su juicio en el Tribunal Oral Criminal Nº9.

Casi todos tenían su fantasía favorita en junio de 2013, cuando Ángeles Rawson, de 16 años tras desaparecer de su escuela en Belgrano mientras volvía a su departamento en la calle Ravignani tras una clase de gimnasia, fue encontrada muerta en un cinturón del CEAMSE en José León Suárez, en un sistema surtidor.

Muchos, automáticamente, señalaron a su padrastro, Sergio Opatowski, que tenía un estilo peculiar para enfrentar a las cámaras, poco ortodoxo, sin ningún dato más allá que prejuzgar a alguien que no se comporta como un robot. Otros se sorprendieron ante la falta de lágrimas o la falta de pedidos de venganza de su madre, Jimena Adúriz, que dio un discurso conciliador con su hija todavía desaparecida. Mientras tanto, Twitter tomaba vuelo, el caso Ángeles fue el primero de la era Twitter en Argentina, con una discusión en vivo donde cada uno decía lo que quería. Ya el concepto de rating se volvía arcaico, fue el primer crimen de la Argentina contemporánea, en cierta forma.

Había testigos falsos, o algunos de escaso valor, incluso presentados por funcionarios del Ministerio de Seguridad. Los conspiranoicos enviaban sus ideas a la fiscalía del caso, a cargo de Paula Asaro. El atractivo se perdió cuando la coartada de Opatowski se sostuvo: un video lo mostraba cobrando su pensión por viudez en un banco en la supuesta hora del crimen. Y al final fue el portero del edificio, Jorge Mangeri, un hombre sin antecedentes penales o psiquiátricos, en pareja con Diana Saettone, que limpiaba pisos en un instituto de menores, que buscaba adoptar un chico y de vez en cuando piropeaba mujeres que pasaban por la puerta. Había piel de Mangeri bajo las uñas de Ángeles, determinaron forenses. Se sostuvo que intentó ocultar lesiones defensivas con quemaduras, montó una maniobra con un falso secuestro.

Intentó abusar de ella, también, según la condena a cadena perpetua que le impuso en 2015 el Tribunal Nº9. Su mujer continuó visitándolo en su encierro en el penal de Ezeiza, donde se comportó como un preso modelo. La condena fue ratificada por la Corte Suprema.

Hoy, tras negarse inicialmente, el ADN de Mangeri está en el registro de abusadores del Ministerio de Justicia.

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2014: Mariano Benedit, el financista

Mariano Benedit.
Mariano Benedit.

Mariano Benedit no fue asesinado, al menos según la Justicia. En diciembre de 2015, el Juzgado Nº49 archivó la causa por la investigación de su muerte. “No se probó la participación de terceros”, afirmó una fuente este año. La policía había encontrado su cadáver con un tiro en el cráneo entre la maleza de la Reserva Ecológica de Costanera Sur el 17 de diciembre de 2014, la bala había entrado en el costado derecho de su cabeza, cinco centímetros por encima de su oreja. Había un casquillo junto a él, lo encontraron poco después en un rastrillaje junto a la Bersa 9 milímetros registrada a su nombre.

“Era asesor financiero”, decían. Su muerte fue un emblema del negocio del dólar paralelo.

Hijo de una familia conocida en el negocio del dinero, con clientes de peso, Benedit había retirado 150 mil dólares de una caja que su familia tenía en la Bolsa de Valores un día antes de aparecer muerto. “Vos le dabas tu guita para invertir y él te prometía duplicártela en seis meses, mucho no te decía”, aseguraba un amigo cercano. Otros operadores del mercado aseguraban conocerlo, hablaban de supuestas recorridas para comprar cheques que luego vendería en financieras más grandes. La división Homicidios de la Federal allanó una oficina en la calle Esmeralda a nombre de Benedit donde supuestamente se cambiaba dinero. “Cueva”, decían los vecinos.

¿Lo mataron? ¿Le dijeron que se mate? ¿Alguien lo mató y disfrazó la escena? No parecía. El dermotest en sus manos reveló la presencia de pólvora, su celular y su computadora fueron encontrados junto a él. Las cámaras de seguridad que tomaron su recorrido no mostraban a nadie más. Había sido padre de una bebé poco antes de morir.

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2015: las cuatro muertes de “Piedrita" Arredondo, el sicario narco de la Villa 31

Juan Honorio Inga Arredondo, "Piedrita"
Juan Honorio Inga Arredondo, "Piedrita"

Juan Honorio Inga Arredondo, “Piedrita”, nacido en Lima, Perú, se despertó con un grito de la división Homicidios de la Policía Federal mientras dormía junto a su novia embarazada en el aguantadero de su banda en el Playón Este de la Villa 31, llamado “La Casa del Pueblo”. Con antecedentes por robo y abuso de armas, “Piedrita” era buscado por la fiscal Estela Andrades por delitos mucho más pesados: cuatro crimenes cometidos en cuarenta días supuestamente por orden de su pariente, César Morán de la Cruz, “El Loco César”, uno de los capos que marcaron a sangre y fuego a la Villa 31. Entre ellos estaba el crimen de Mónica Rojas, ex pareja de Morán de la Cruz, motivado por una supuesta traición, quedarse con un vuelto. Otras víctimas eran adictos deudores, Arredondo, según documentos de la causa, llegó hasta sus funerales para continuar su intimidación, el padre de uno de ellos tuvo que entregar su casa a una organización barrial para que no se la usurpen, otra marca registrada de la violencia de la banda de César, las autopsias hablaban de tormentos grotescos, dedos amputados antes de las ejecuciones en un pasillo del Playón.

El caso “Piedrita”, eventualmente, fue absorbido por la Justicia federal con el fiscal Juan Pedro Zoni y el juez Canicoba Corral, las implicancias narco eran obvias. A “Piedrita” lo condenaron, eventualmente: el Tribunal Oral Nº6 le dio 20 años en septiembre de 2018, Arredondo aseguró ser inocente.

Así, se cerraba la historia del sicario narco más significativo de todos. Pero la violencia en la Villa 31 continuó después de él, la banda de Morán de la Cruz fue acusada de otros hechos brutales como el de Jorge Irigoitía, un adicto de la zona norte que vendía para la banda y que fue torturado en la Casa del Pueblo antes de ser ejecutado. Hoy, las muertes por ataques narco en las villas bajaron considerablemente, “Ruti” Mariños, el otro capo histórico de la Villa de Retiro, enfrentó un nuevo juicio, su organización desmembrada y erosionada, hubo otros capos que intentaron tomar el poder, sin éxito.

Sin embargo, el vacío de violencia no implica un vacío de poder.

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2016: Brian Aguinaco, 14 años, asesinado por motochorros en Flores

El menor peruano detenido por el caso (Télam)
El menor peruano detenido por el caso (Télam)

Brian Aguinaco tenía 14 años, murió de un tiro en la cabeza en Flores en diciembre de 2016 en Flores, mientras iba a cortarse el pelo con su abuelo, falleció poco después de la Navidad en el hospital Ricardo Gutiérrez. Dos motochorros protagonizaron el ataque. Uno era Luis Gómez, alias “Yun”, un reincidente serial de la zona, de nacionalidad argentina. El otro era un menor oriundo de Perú, hijo de un condenado por contrabando de drogas, un remisero acusado de traer mulas ingestadas con cocaína desde el aeropuerto de Ezeiza.

El menor huyó a Chile, su madre lo despidió en el aeropuerto de Ezeiza, pero lo atrapó la Policía Federal. Un juzgado de menores decidió liberarlo y enviarlo a Perú. La muerte de Brian generó protestas intempestivas de vecinos en la ex comisaría Nº38 de Flores, pero la liberación del menor generó una indignación mucho mayor. Fue un fusible para que Cambiemos, con el ex ministro Germán Garavano, impulsara la discusión por la baja de la edad para imputar a un sospechoso, algo que no prosperó.

Gómez fue condenado a perpetua por el Tribunal Nº1 en julio de este año. El arma que mató a Brian fue luego incautada, se usó para matar una segunda vez.

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2017: Nahir Galarza y la extraña fascinación

Nahir Galarza en los tribunales de Gualeguaychú (Ricardo Santellán)
Nahir Galarza en los tribunales de Gualeguaychú (Ricardo Santellán)

Nahir Galarza, de 19 años, nunca pudo dar una sola versión de los hechos. Ni siquiera pudo contar el instante en que cometió el asesinato. La crónica fría refiere que la madrugada del 29 de diciembre de 2017 mató de dos balazos a su novio Fernando Pastorizzo, de 20 años, en una calle oscura de Gualeguaychú con el arma de su padre policía. Venían de hacer más de 30 cuadras en moto. El primer tiro se lo dio por la espalda. El segundo de frente, cuando Pastorizzo estaba muriendo. Ella se fue caminando a su casa. Llegó, puso la pistola 9 milímetros de su padre arriba de la heladera, desde donde la había sacado, y se acostó. Al otro día confesó el crimen. Pero dos semanas después dijo que fue un accidente y que el arma la había agarrado Pastorizzo. Lo acusó de violencia de género, de supuestos golpes y dijo que la discusión se originó porque ella le dijo que salía con otro chico.

Pero durante el juicio sólo se probó que la pistola no se disparó dos veces por accidente, según determinó un perito de la Policía de Entre Ríos. Y no encontraron indicios de lo que decía Nahir: que Fernando la hostigaba y llegó a arrastrarla de los pelos por el pisto y le apoyó el arma en la panza. Los fiscales Lisandro Beherán y Sergio Rondoni Caffa no le creyeron y apuntaron a un plan de Nahir para matar a Fernando en estado de indefensión y procurar impunidad. Nunca estuvo claro el móvil del crimen.

“Ibamos en moto, nos caímos y ahí le saqué la pistola, las explosiones me aturdieron. Se me apagó la mente. No sabía si quedarme o irme. No pensé que se iba a morir”, declaró la acusada entre lágrimas. El 3 de julio de 2018, el Tribunal Oral de Juicio y Apelaciones de Gualeguaychú, integrado por los jueces Mauricio Derudi, Arturo Exequiel Dumón y Alicia Vivian, la condenó a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo y uso de arma. Nahir podría salir en libertad en 35 años. Su defensa apeló, pero hasta ahora no logró revertir la pena.

El juicio tuvo repercusión nacional e internacional, se convirtió en un espectáculo de indignación para los vecinos de Gualeguaychú, que entraban a la sala a curiosear y luego insultaban a Nahir a la salida. Incluso se viralizó un video sexual de la acusada y la víctima, ella amenazó en plena audiencia con suicidarse. Eso fue otro fenómeno, la violación de la privacidad de una joven acusada de un delito gravísimo se convertía pieza de material más buscada en sitios como Xvideos.

Así, Nahir se convirtió en una especie de extraño ícono. Hay un documental y una ficción a punto de ponerse en marcha. Se hicieron muñecos con su figura, remeras y en la cárcel de mujeres de Paraná, donde está detenida, recibe cartas, fue reivindicada en marchas, con escaso apoyo. Tuvo novio, se separó y dice que tuvo más encuentros con otros chicos. Hasta llegó a pensar que estaba embarazada. Pero fue una falsa alarma. “Ahora me siento mejor”, dice. Estudia psicología y escribe un libro.

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2018: Pity Álvarez, líder de Viejas Locas, homicidio en el barrio Samoré

Álvarez tras entregarse (Maximiliano Luna)
Álvarez tras entregarse (Maximiliano Luna)

Una fanática que quiso sacarle una foto. Un ex colaborador. Un periodista. Varios vecinos. Dos ambulancistas. Sus compañeros. Todos ellos lo vieron en su peor estado: el cóctel explosivo de estar intoxicado por drogas y con un arma en la mano. Su entorno sabía que Cristian Pity Alvarez, de 47 años, el guitarrista y cantante de Viejas Locas e Intoxicados, uno de los músicos argentinos más significativo de los últimos 20 años, estaba cerca de terminar mal. Podía ser su vida o la de otro la que estaba en riesgo. Y después de tantos episodios escandalosos, desde accidentes, amenazas y hasta tirar tiros al aire desde su casa con varias causas penales, llegó el último día.

El 12 de julio de 2018, Álvarez mató de cuatro balazos a Cristian Díaz, de 34 años, un vecino del barrio Cardenal Samoré de Villa Lugano. Después del hecho fue a una disco de Pompeya con su novia a ver un recital de Ulises Bueno, el hermano de Rodrigo. Se entregó al otro día ante las cámaras. El caso quedó a cargo del juez Martín Yadarola. Allanaron su departamento, encontraron jeringas y cachorritos muertos.

“Lo maté porque era él o yo. Cualquier animal hubiera hecho lo mismo. Él era un pibe que choreaba. No fue un tema de drogas. Lo maté porque si no me iba a matar él”, dijo a la prensa, con gorra y lentes negros. Desde entonces está detenido en una celda del programa psiquiátrico Prisma, en el Complejo Penitenciario Federal Número 1 de Ezeiza. Su defensa asegura que Díaz le había robado a Pity y que lo venía hostigando. Además insiste en que el músico es inimputable por su estado politóxico. No es la única causa en su contra. El juez Yadarola, que lo envió a la cárcel por el crimen, lo procesó con prisión preventiva por privar de su libertad, golpear y amenazar tras un show a dos mujeres -una de ellas una histórica colaboradora- en su departamento en Samoré en la madrugada del 6 de noviembre de 2016. Según las denunciantes, Pity llegó a decir, mientras no las dejaba salir: “Si llorás muy fuerte, te pego de vuelta”.

Cada tanto se cruza con Eduardo Vázquez, baterista de Callejeros, se lo cruza en un taller de música: busca sumarlo a su ranchada penitenciaria.

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2018: “Llamen a mi vieja”: el insólito show de Rodrigo Eguillor, el hijo de la fiscal preso por abuso

Me garcho modelos, me cojo travas. ¿Entendés? Todo me va bien”, aseguraba Rodrigo Eguillor en un vivo de Instagram de diciembre de 2018 frente a miles de usuarios con una dosis notable de machismo y arrogancia. Una denuncia por violación de una chica tras un encuentro en un departamento de San Telmo radicada en el Juzgado Nº48 lo había empujado a hablar, un escrache en su contra que se multiplicaba. “La salvé, la saqué del balcón. Si yo no estaba ahí, la mina moría. Es más, si era un tipito de ustedes, las larvas con cero músculo, la piba se moría”, aseguró.

Su caso llegó a Infobae en cuestión de horas. El 3 de diciembre de 2018, Eguillor, hijo de la fiscal de ejecución penal Paula Martínez Castro, se convirtió en un fenómeno nacional por todas las razones equivocadas, “El Cheto”, lo llamaron las redes, una figura para los memes. Se paseó por programas, fue perseguido por las cámaras, deambuló por la calle y los usuarios del tren Roca lo bajaron de una formación bajo amenazas. Ya tenía antecedentes penales: una trabajadora del Casino de Puerto Madero lo había denunciado en 2016 por manosearla mientras se masturbaba, una causa por la cual fue elevado a juicio. Eguillor llegó a denunciar a su propio padre, un empresario de las apuestas. Intentó fugarse a España. “Llamen a mi vieja”, dijo en el aeropuerto de Ezeiza. Lo detuvieron en la casa de su padre, finalmente.

Así, fue procesado con prisión preventiva. Fue a la cárcel, al pabellón de abusadores de Marcos Paz, primero se deprimió y miró al piso, luego rompió un inodoro. "Lo rompí yo, y no pienso limpiar nada de acá, eso lo van a hacer ustedes”, le dijo según documentos judiciales al penitenciario que miraba sorprendido el charco de agua sucia en la celda. Un jefe del penal lo denunció por daños en el Juzgado Federal Nº 2 de San Martín, la Sala I de la Cámara de la jurisdicción reguló un embargo de 50 mil pesos.

Lo trasladaron a Ezeiza donde fue hospitalizado por una “recaída en su hostilidad”, pidió ir a una clínica privada, no le resultó, el Tribunal Nº10 le negó la chance. Eventualmente, deberá responder ante un tribunal oral criminal, en vivo, pero no por Instagram.

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2019: Jonathan Fabbro, el futbolista ex River y Boca condenado por violar a su propia ahijada

Jonathan Fabbro, tras ser extraditado de México (Nicolás Stulberg)
Jonathan Fabbro, tras ser extraditado de México (Nicolás Stulberg)

Su familia lo defendió, contradijo frente a las cámaras y expuso a su víctima, una menor de 12 años, de su propia sangre que hasta tuvo que pedir un bozal legal para protegerse de los ataques, cada vez que la trataban de mentirosa. Larissa Riquelme, su novia, dio la cara por él, una y otra vez en los medios. Los miembros de su entorno declararon a su favor como testigos en el Tribunal Oral Criminal Nº12, pero no alcanzó. La condena fue ejemplar: Jonathan Fabbro, ex River y Boca, nacido argentino, ex jugador de la Selección paraguaya, recibió 14 años de cárcel en septiembre de este año por el delito de violar y corromper a su propia ahijada tras pasar más de un año detenido en el pabellón de abusadores del penal de Marcos Paz. Tuvieron que capturarlo en México, donde jugó en su último equipo, el Lobos de Puebla, con una orden de Interpol sobre su cabeza. El simbolismo del caso era evidente: un deportista de alto nivel, una figura latinoamericana, era enterrado por las pruebas en su contra.

La víctima misma, que enfrentó a su propia familia y al sistema penal, fue la clave. La causa, motorizada por el querellante Gastón Marano, incluyó evidencias contundentes como chats en donde Fabbro le pedía fotos a la niña, evaluaciones de la declaración de la menor en cámara Gesell que fueron valoradas como veraces. Los ataques comenzaron cuando la menor tenía apenas seis años, ocurrieron hasta en el auto del jugador, cuando fue a buscar una valija perdida a Ezeiza, incluyeron supuestas eyaculaciones orales, tocamientos. Fabbro llegó a decir que el testimonio de la menor no podía ser, que cómo no había notado el “tamaño” de su pene, que según él, no era normal.

La defensa del jugador, a cargo del abogado Federico Albano, se dedicó en su estrategia a intentar atacar el relato de la víctima desde la refutación de factores como tiempo y lugar. El texto de los fundamentos del TOC Nº12 aseguró que “esas alegaciones no conmueven, en absoluto” el cuadro de pruebas contra el futbolista. La sentencia no ocurre en un vacío penal, no es la primera vez en los últimos tiempos que un hombre con poder cae por abuso. Julio Castro, ex fiscal general, fue condenado a más de 6 años de cárcel dos meses después por atacar a su ex pareja.

LA HISTORIA COMPLETA:

Con historias de Fernando Soriano, Pilar Safatle, Milton del Moral y Gisele Sousa Díaz.