Persecuciones, acusación de deicidio y la “blasfemia de las letrinas”: cómo fue que Occidente se volvió antisemita

En “How the West Became Antisemitic”, el historiador Iván G. Marcus recorre siglos de hostigamiento para entender por qué el fantasma de la discriminación aún persiste entre nosotros

Guardar
En “How the West Became Antisemitic”, el historiador Ivan G. Marcus recorre siglos de hostigamiento para entender por qué el fantasma de la discriminación aún persiste entre nosotros
En “How the West Became Antisemitic”, el historiador Ivan G. Marcus recorre siglos de hostigamiento para entender por qué el fantasma de la discriminación aún persiste entre nosotros

En un día cualquiera de 1096, en plena Primera Cruzada, un grupo de judíos de la región de Renania, Alemania, se enfrentó a una decisión terrible: convertirse al cristianismo o morir. Al igual que miles de sus correligionarios, muchos de ellos optaron por el suicidio y el sacrificio de sus hijos, en lugar de renunciar a su fe.

Este suceso, relatado por cronistas judíos y cristianos, es una de las muchas historias que ilustran la compleja relación entre el cristianismo medieval y el pueblo judío, un tema central en el libro How the West Became Antisemitic: Jews and the Formation of Europe, 800-1500, de Ivan G. Marcus, que podría traducirse como “Cómo Occidente se volvió antisemita: los judíos y la formación de Europa, 800-1500”.

El estudio de Marcus ofrece un análisis profundo sobre cómo el antisemitismo se fue configurando en Europa, desde la Edad Media hasta el Holocausto, y cómo esta animosidad fue en parte resultado de la relación competitiva y conflictiva entre el cristianismo y el judaísmo. Marcus parte de una idea que desafía las narrativas tradicionales: los judíos en la Europa medieval no eran solo víctimas pasivas de persecuciones, sino actores sociales que provocaron una respuesta antisemita por parte de sus vecinos cristianos.

Según Marcus, “los judíos eran agentes activos, no pasivos” en la sociedad cristiana de la época, defendiendo su identidad y religión en un contexto que cada vez más los marginaba. Esta visión ofrece una perspectiva más matizada sobre el antisemitismo medieval, alejándose de la simplificación de los judíos como eternas víctimas. Ahora adentremos mejor en el libro y en la historia, para entender mejor las ideas de este historiador especializado en la cultura judía.

book img

Antisemitismo: Definir para combatir

Por Ariel Gelblung

eBook

$10 USD

Comprar

Competencia entre elegidos

El conflicto entre cristianos y judíos tenía sus raíces en lo que denomina “rivalidad religiosa sobre el concepto de pueblo elegido”. Ambas religiones se veían a sí mismas como el pueblo elegido de Dios, y esta competencia teológica se tradujo en tensiones sociales y políticas. Los cristianos, al considerar que habían reemplazado a los judíos como los “elegidos”, comenzaron a ver a los judíos no solo como una minoría religiosa, sino como una amenaza interna a la coherencia de su fe.

Este concepto es central en el análisis de Marcus. El autor describe cómo las autoridades eclesiásticas y los líderes políticos comenzaron a ver a los judíos como “el enemigo cercano”, una amenaza que debía ser controlada, pero no exterminada. Este antagonismo derivaba de las afirmaciones judías sobre su identidad religiosa y social. Marcus explica que esta dinámica de confrontación constante alimentó la creación de un antisemitismo cada vez más arraigado en la sociedad europea.

La creación del “judío imaginado”

A medida que las tensiones crecían, los cristianos medievales empezaron a construir un concepto colectivo del “judío imaginado”, una figura que, según Marcus, estaba relacionada no solo con los judíos reales que vivían en las ciudades y pueblos europeos, sino con las fantasías y temores cristianos. La acusación de deicidio (culpar a los judíos de la muerte de Cristo) es uno de los ejemplos más claros de cómo este “judío imaginado” alimentaba el odio y la desconfianza hacia una comunidad que, aunque pequeña, ejercía una influencia significativa en la vida económica y social.

Una manifestación contra el antisemitismo en la Plaza de la Bastilla después de que tres adolescentes de entre 12 y 13 años fueran procesados en Courbevoie, acusados de violación y violencia antisemita contra una niña de 12 años, en París (REUTERS/Johanna Geron)
Una manifestación contra el antisemitismo en la Plaza de la Bastilla después de que tres adolescentes de entre 12 y 13 años fueran procesados en Courbevoie, acusados de violación y violencia antisemita contra una niña de 12 años, en París (REUTERS/Johanna Geron)

El libro narra cómo surgieron mitos sobre los judíos, como las acusaciones de asesinatos rituales y profanación de la hostia, que llevaron a oleadas de persecuciones y expulsiones en diversas regiones de Europa. Estas narrativas antisemitas, alimentadas por líderes religiosos y políticos, consolidaron la visión del “judío” como una amenaza constante, tanto para la seguridad cristiana como para la salvación espiritual.

Un caso paradigmático de esta construcción del enemigo es el relato de Peter el Venerable, abad de Cluny, quien en 1146 escribió al rey Luis VII de Francia afirmando que los judíos, que vivían “en medio de nosotros”, se burlaban de Cristo y los sacramentos cristianos. Peter denunciaba que las acciones de los judíos eran “tan horrendas que no podían mencionarse”.

La resistencia judía y las respuestas cristianas

Un aspecto clave del libro es la forma en que los judíos resistieron estas presiones y se afirmaron dentro de la sociedad cristiana. Aunque carecían del poder político de sus vecinos cristianos, los judíos usaron recursos como la organización comunitaria, la educación religiosa y la resistencia simbólica. Un ejemplo de esto es lo que Marcus llama la “blasfemia de las letrinas”, gestos privados y públicos de desprecio hacia las imágenes cristianas, como colocar estatuas de santos o cruces en las letrinas judías para ridiculizar la religión de sus opresores.

Estos actos, aunque simbólicos y a menudo secretos, contribuyeron a aumentar la animosidad de las autoridades cristianas hacia los judíos. Los líderes cristianos percibían estos gestos como un desafío directo a su autoridad y a las normas religiosas, lo que intensificó la persecución. Sin embargo, Marcus subraya que estas formas de resistencia también ayudaron a los judíos a mantener su identidad y su cohesión como comunidad en medio de una sociedad hostil.

Italia devuelve a una familia judía francesa un Poussin robado por los nazis (Foto cedida por los Carabineros de la Tutela de Bienes culturales de Italia)
Italia devuelve a una familia judía francesa un Poussin robado por los nazis (Foto cedida por los Carabineros de la Tutela de Bienes culturales de Italia)

Expulsiones y antisemitismo moderno

El libro también detalla cómo, a lo largo de la Edad Media, los judíos fueron expulsados repetidamente de varias regiones de Europa, como Inglaterra en 1290 y España en 1492, lo que marcó un punto álgido en la historia del antisemitismo europeo. Estas expulsiones no pusieron fin a la presencia judía en Europa, pero sí consolidaron una visión en la que el “judío imaginado” se convertía en una figura omnipresente, incluso en su ausencia.

Marcus argumenta que estas ideas medievales sobre los judíos no desaparecieron con el tiempo, sino que evolucionaron para adaptarse a nuevas realidades políticas y sociales. El antisemitismo medieval, basado en conceptos religiosos, fue transformándose en una forma de odio más “científica” en los siglos XIX y XX, cuando los judíos fueron vistos como una amenaza racial y biológica. Esta transformación, sostiene Marcus, fue esencial para entender cómo el antisemitismo moderno culminó en el Holocausto.

Ecos de un pasado persistente

La última anécdota que Marcus incluye en su obra ilustra cómo, incluso después de siglos de persecuciones, el antisemitismo sigue siendo una presencia latente en la cultura europea. En 1321, tras una serie de acusaciones de envenenamiento de pozos en Francia, miles de judíos fueron asesinados. Aunque no se hallaron pruebas, la leyenda del “judío envenenador” persistió durante siglos, alimentando el odio y la desconfianza hacia esta comunidad. Este relato es un recordatorio de que, aunque las circunstancias cambien, las ideas profundamente arraigadas, como el antisemitismo, pueden perdurar y resurgir en formas nuevas y devastadoras.

Campaña contra el antisemitismo en las obras de construcción de Buenos Aires
Campaña contra el antisemitismo en las obras de construcción de Buenos Aires

El análisis de Ivan G. Marcus es un recorrido imprescindible para entender cómo Occidente construyó una identidad que, en muchos aspectos, dependía de la marginación y demonización de los judíos. Una lección que resuena incluso hoy en día, en un mundo donde los fantasmas del antisemitismo siguen presentes, muchas veces disfrazados, pero siempre latentes.

Quién es Ivan G. Marcus

Ivan G. Marcus es un destacado historiador y académico especializado en la historia judía, particularmente en el estudio del judaísmo medieval y las relaciones entre judíos y cristianos en Europa. Es conocido por su enfoque interdisciplinario, que combina historia cultural, religiosa y social para examinar cómo las comunidades judías interactuaron con sus entornos cristianos durante la Edad Media.

Marcus ha sido profesor en universidades prestigiosas, como la Universidad de Yale, donde ha impartido cátedras sobre historia judía. Su obra se centra en comprender los procesos culturales y sociales que moldearon la identidad judía en la Europa medieval, explorando cómo las comunidades judías no solo sobrevivieron, sino que también influyeron en el desarrollo de las sociedades cristianas. Es autor de varios libros y artículos que han contribuido significativamente al campo de los estudios judíos y medievales.

Guardar