Termina el año, pero no los desafíos personales, sociales y económicos, y junto con el final de 2024, llega una noticia que a priori podría ser inesperada: los niveles de felicidad de los argentinos alcanzaron un pico positivo en la segunda etapa del año y se situaron entre los más altos de los últimos siete años. Sin embargo, el estrés laboral sigue siendo un obstáculo importante, aunque con signos de mejora en algunas franjas de edad. Los datos son el resultado del estudio realizado por el Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21, que ofrece una mirada sobre ambos tópicos, felicidad y burnout.
El relevamiento de datos realizado en noviembre último muestra un incremento histórico en la felicidad de los argentinos, que alcanzó uno de los niveles más altos en los últimos siete años. En el último trimestre de 2024, el 54,5% de los argentinos expresó sentirse satisfecho con su vida, un dato que refleja una mejora respecto al inicio del año.
Además, el 42,1% de los argentinos indicó sentirse conforme con cómo le está yendo en la vida en general. Los varones y las personas con estudios de posgrado fueron los grupos que mostraron los mayores aumentos en la felicidad en comparación con el primer trimestre de 2024.
Al analizar los niveles de bienestar según la edad, los autores encontraron disparidades notables: los jóvenes de 18 a 29 años son el grupo con el mayor avance en los niveles de felicidad, mientras los adultos de 30 a 39 años y de 50 a 59 experimentan una disminución en este aspecto. Especialmente, los treintañeros pasaron de estar entre los más felices al principio de 2024 a situarse entre los menos satisfechos en el último trimestre del año.
Las encuestas se realizan de manera telefónica, con una muestra de 1050 casos de hombes y mujeres de entre 18 y 65 años por cada año comparado, residentes en las ciudades de Ciudad de Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Rosario y San Miguel de Tucumán.
La felicidad de los argentinos en los últimos seis años
El informe sobre el bienestar global se basa en múltiples indicadores y muestra una leve evolución en los valores promedio de felicidad o bienestar a lo largo de los últimos años. Las siguientes cifras indicadas en los estudios de la Universidad Siglo 21, que no corresponden a porcentajes, proporcionan una visión de la tendencia general en el bienestar a lo largo del tiempo.
Así, según los datos recogidos, en 2018 el promedio global fue de 20,85, y en 2019 se mantuvo en un nivel similar, con 20,89. Sin embargo, en 2020 se registró un aumento en el promedio, alcanzando 21,39, lo que podría haber sido influenciado por diversos factores, como el impacto de la pandemia y sus efectos en la vida cotidiana. A pesar de este aumento, en 2021 el valor se estabilizó en 21,00 puntos. En 2022, se observó un descenso considerable, al llegar a 19,48, lo que sugiere un retroceso en los indicadores de bienestar en comparación con los años anteriores.
En 2023, el valor del bienestar experimentó una ligera recuperación, con 20,92 puntos, lo que indicó una mejora, aunque todavía no recuperaba los niveles de los años anteriores. Para marzo de 2024, el promedio registrado fue de 20,17, lo que reflejó una ligera caída respecto al valor de 2023. Sin embargo, la última medición de este año, realizada en noviembre, mostró un repunte significativo, al alcanzar 21,65, superando el nivel de bienestar observado en los años anteriores.
Los argentinos y la felicidad en 2024
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), promover el bienestar y la felicidad de la población es una estrategia fundamental para el desarrollo y el crecimiento de las sociedades. Alcanzar niveles adecuados de bienestar emocional no solo es una meta deseable, sino que resulta esencial para que las personas puedan afrontar el estrés diario, asumir nuevos retos, desempeñarse de manera productiva y desarrollar su talento. Sin este nivel de bienestar, advierte la OMS, se dificulta el progreso individual y colectivo dentro de una comunidad.
El análisis realizado en Argentina, que abarca las tendencias entre 2018 y 2024, evalúa la evolución de estos indicadores en un contexto marcado por desafíos sociales, económicos y laborales. En el último trimestre de este año, el 54,5% de los argentinos expresó estar satisfecho con su vida, mientras que el 49,3% aseguró haber alcanzado las metas importantes que se ha propuesto. En tanto, el 42,1% manifestó conformidad con la mayoría de los aspectos de su vida. Estas cifras representan un aumento promedio del 3,4% en comparación con las respuestas del primer trimestre del año.
En relación con el estudio, los niveles de felicidad son similares entre los argentinos con distinto nivel de educación, excepto en el grupo de personas con estudios de posgrado, que muestran porcentajes más altos. En este sector de la población, se observan las variaciones más significativas respecto del primer semestre del 2024, mientras que en las demás franjas los niveles de felicidad se han mantenido prácticamente sin cambios.
Luis Morera, Director del Observatorio de Tendencias Sociales en la Universidad Siglo 21, explicó a Infobae que “el aumento en los niveles de felicidad observado en 2024 podría estar asociado con una compleja interacción de factores sociales, económicos y personales. Por ejemplo, aunque la situación económica sigue siendo desafiante, la expectativa de una mejora, combinada con el desarrollo de resiliencia en un contexto de inflación y desafíos estructurales, puede haber contribuido a una percepción más positiva de la vida en general”. Además, las “relaciones sociales y el capital social juegan un papel crucial, ya que brindan a las personas recursos emocionales y apoyo para enfrentar la adversidad”, dijo.
Los argentinos y el burnout
En cuanto al burnout, el estudio indicó que los niveles generales se mantuvieron estables durante 2024. Sin embargo, algunos indicadores clave mostraron mejoras. Por ejemplo, la proporción de personas que se sintieron tan agotadas que no pudieron participar en otras actividades disminuyó del 32,2% en marzo al 26,9% en noviembre de 2024.
Sin embargo, 1 de cada 4 argentinos continúa enfrentando problemas derivados del estrés laboral, una situación que, aunque mejoró levemente respecto al inicio del año, sigue afectando la calidad de vida de una porción significativa de la población.
A pesar de las mejoras, los datos evidencian que el estrés sigue siendo una barrera importante para la desconexión emocional y el descanso adecuado, ya que el 23,5% de los encuestados reportó dificultades para relajarse después de trabajar.
En los resultados del estudio los autores subrayaron la necesidad de que las políticas públicas se orienten a abordar las disparidades en la felicidad según variables sociodemográficas, como la edad, el sexo y el nivel educativo. Las estrategias de bienestar emocional deben ser inclusivas y adaptadas a las necesidades específicas de cada grupo, para garantizar que todos los sectores de la población se beneficien de los avances en salud mental y bienestar, dijeron.
Por ejemplo, las personas de 30 a 39 años, que experimenten una caída en sus niveles de felicidad, podrían servirse de programas enfocados en gestión del estrés, el equilibrio vida-trabajo y el apoyo psicológico, especialmente en áreas urbanas con alta demanda laboral, adviertieron los autores.
Asimismo, las políticas dirigidas a fortalecer la educación y el desarrollo profesional podrían tener un impacto directo en los grupos con menores niveles de felicidad, sobre todo en aquellos con menor formación académica, quienes aún enfrentan mayores dificultades económicas y laborales.
En el trabajo finalizado en noviembre de 2024, los jóvenes de 18 a 29 años destacaron como el único grupo etario que experimentó una tendencia positiva sostenida en felicidad durante el año. No obstante, aunque parezca paradójico, esta franja de edad también se enfrenta a un panorama de estrés laboral creciente. De hecho, este grupo ahora presenta el mayor nivel de burnout de todos, con un 23,26% de los encuestados reportando síntomas importantes de agotamiento laboral, lo que supera, incluso, a los adultos de 50 a 59 años, quienes históricamente eran los más afectados. Esta aparente contradicción refleja que, a pesar de los avances en felicidad y bienestar emocional, los jóvenes deben afrontar un desafío adicional: cómo gestionar las presiones laborales y académicas sin que estas interfieran en su bienestar general.
Así lo explicó Morera: “Aunque puede parecer contradictorio, la coexistencia de estos fenómenos responde a las diferentes dimensiones que abarcan felicidad y burnout. La felicidad, tal como se evalúa en este informe, está más vinculada con el afecto positivo, la satisfacción con la vida y la sensación de logro o agencia personal. Por otro lado, el burnout refleja un agotamiento emocional relacionado principalmente con el ámbito laboral”.
En ese sentido, consideró que posiblemente los jóvenes “encuentren satisfacción personal en sus redes sociales y familiares, lo que contribuye a la felicidad, mientras que las exigencias y presiones en el trabajo generan altos niveles de agotamiento. Este contraste subraya la necesidad de considerar tanto el bienestar general como las condiciones laborales al analizar estas dinámicas”.
Las mejoras que pueden adoptarse
Según establecieron los autores del trabajo, dijo Morera, “las variables que impactan significativamente en la percepción de felicidad son factores económicos, sociales y de calidad de vida, como la estabilidad económica, los ingresos, las redes de apoyo social, la sensación de control personal, el acceso a servicios de salud, y la calidad del gobierno e instituciones democráticas, percepción de justicia, entre otros”. En consecuencia, cuanto más se refuerzan estos elementos “contribuyen a una mayor satisfacción y bienestar de la población, al proporcionar seguridad, oportunidades de crecimiento y un entorno de justicia y apoyo social”.
Por otro lado, en cuanto a la agotamiento como consecuencia de situaciones laborales, el experto dijo que “el bienestar en una organización debe ser considerado un recurso clave, al igual que el capital financiero o el talento humano. Ignorar este activo puede generar costos ocultos como alta rotación, agotamiento en los equipos y pérdida de innovación”.