
Algunas rutinas populares consideradas como hábitos saludables pueden, en realidad, acarrear complicaciones para la salud si se llevan al extremo, según advirtieron expertos de Eatingwell. Prácticas recomendadas pueden contribuir al desarrollo de inflamación crónica, un factor relacionado con múltiples enfermedades graves.
La inflamación es una respuesta aguda y localizada que protege el organismo frente a agentes externos. Sin embargo, cuando este proceso se vuelve persistente, puede originar trastornos como la diabetes, las enfermedades cardíacas, la artritis, la obesidad y algunos tipos de cáncer, según indicaron los especialistas consultados por Eatingwell.
Este fenómeno afecta a una gran población: solo en Estados Unidos, se calcula que 129 millones de personas presentan algún tipo de afección crónica vinculada a la inflamación, lo que resalta la magnitud del problema en el ámbito de la salud pública.
Ejercicio excesivo y riesgo de inflamación sistémica
El entrenamiento físico intenso y continuo suele interpretarse como muestra de disciplina, pero la dietista registrada Sara Koreniewski explicó a Eatingwell que la sobrecarga física repetida puede provocar desequilibrios en el organismo.
“El ejercicio excesivo puede provocar estrés crónico en el cuerpo, elevando los niveles de cortisol y causando microdesgarros en músculos que no tienen tiempo suficiente para repararse”, afirmó Koreniewski.

Esta situación desencadena una respuesta inflamatoria generalizada durante la recuperación. Estudios respaldados por la Harvard Medical School han demostrado que los entrenamientos prolongados e intensos favorecen la liberación de marcadores proinflamatorios, especialmente la interleucina-6 (IL-6).
Las consecuencias de mantener una exigencia continua incluyen fatiga persistente, lesiones frecuentes y debilitamiento del sistema inmunológico. Para reducir estos riesgos, la especialista sugiere alternar días de descanso, incorporar movimientos suaves y priorizar la recuperación muscular y un sueño adecuado, manteniendo el equilibrio entre ejercicio y pausa.
Comer poco y desnutrición: detonantes de la inflamación crónica
La costumbre de saltarse comidas o consumir raciones mínimas suele asociarse erróneamente al control del peso y el bienestar. Sin embargo, restringir en exceso la alimentación priva al cuerpo de nutrientes esenciales.
Según Koreniewski, esta carencia activa una “respuesta celular al peligro”, lo que puede perpetuar un estado inflamatorio si se mantiene en el tiempo.
La dietista registrada Erin Kenney amplió que la ingesta insuficiente de energía disminuye la capacidad de los tejidos y del sistema inmunitario para regenerarse, especialmente cuando se combina con actividad física intensa.

Ambas especialistas advierten que debilidad capilar, uñas quebradizas, fatiga constante y dolor muscular continuado pueden ser señales de alimentación insuficiente. Por ello, recomiendan consultar a un profesional para adaptar la dieta a las necesidades individuales y fomentar una alimentación consciente, atendiendo al hambre fisiológica y la saciedad.
Suplementos y riesgo de inflamación: más no siempre es mejor
El consumo de suplementos dietéticos se ha extendido en la búsqueda de bienestar, aunque puede acarrear riesgos si se realiza sin necesidad o supervisión.
Koreniewski advirtió a Eatingwell que “los suplementos, aunque están diseñados para apoyar la salud, pueden saturar los sistemas de desintoxicación del cuerpo y el sistema nervioso, especialmente si son innecesarios o no se adaptan a tus necesidades”.

Dosis elevadas de vitamina A, ácido linoleico conjugado u omega-6 pueden activar vías inflamatorias; consumir hierro sin diagnóstico de carencia aumenta el estrés oxidativo. Asimismo, Kenney señaló que el uso inapropiado de productos herbales se vincula con daño hepático y procesos inflamatorios prolongados.
Los expertos de Eatingwell y la Harvard Medical School recomiendan obtener los nutrientes principalmente de alimentos integrales y reservar los suplementos para casos justificados, prestando atención a señales como fatiga persistente o malestar digestivo.
Ayuno prolongado y sus implicancias en la inflamación
El ayuno ha ganado popularidad por sus supuestos beneficios metabólicos, pero investigaciones citadas por los expertos de Eatingwell y la Harvard Medical School advierten que ayunos continuos superiores a 48 horas pueden aumentar, de manera temporal, los marcadores inflamatorios como la PCR, la interleucina-6 y el factor de necrosis tumoral alfa.
Si bien estos valores suelen normalizarse tras la realimentación, existen grupos más sensibles, como quienes padecen enfermedades cardíacas o reciben tratamiento hormonal, que pueden experimentar consecuencias más prolongadas.

Los signos de alarma ante ayunos extensos incluyen mareos, dificultades de concentración y alteraciones hormonales. Según Koreniewski, quienes llevan adelante esta práctica deberían limitar los intervalos a entre 12 y 14 horas y observar cuidadosamente la respuesta del organismo.
El análisis de los expertos de Eatingwell y Harvard Medical School subraya que los hábitos verdaderamente saludables se basan en la moderación y la personalización, priorizando el equilibrio entre dieta, ejercicio y descanso para promover el bienestar físico y mental a largo plazo.
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