Arcane: cómo la adaptación de un juego se convirtió (otra vez) en la serie más vista de Netflix

Con el estreno del segundo acto, la serie volvió a ocupar la cima en el ranking de contenidos más populares dentro de la plataforma

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(Captura de video)
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Este fin de semana llegó a Netflix el segundo arco de Arcane, la serie que adapta el universo de League of Legends. Después del gran arranque que tuvieron los primeros tres capítulos, esta segunda tanda de episodios no solo reafirmó ese inicio exitoso, sino que se redobló la apuesta. Por segunda vez la serie se ubicó como la más vista en la plataforma de streaming, esta vez con una contundencia mayor.

Mientras que el primer arco ocupó el primer lugar en listado que reúne a los contenidos más populares en 38 países, ahora esa marca se alcanzó en 51 territorios con los episodios 4, 5 y 6. Este número refleja un interés que claramente fue creciendo después de que se conociera cuál era la propuesta que hacía la serie que llevó a un nuevo territorio a las historias que rodean al juego.

¿Pero cómo llegó la serie basada en el League of Legends a ocupar ese lugar y, en el proceso, destronar -aunque sea momentáneamente- a un tanque como Squid Game, que rompió todos los récords posibles dentro de la plataforma? Los motivos son varios y a lo largo de los primeros seis capítulos Arcane demostró que tiene un gran número de factores positivos sobre los que sostener ese impacto que está mostrando.

En primer lugar, y como base fundamental, la animación fue una gran sorpresa en un sentido más que positivo. Sin romper con la esencia del juego, la propuesta visual logró generar la sensación de que se estaba viendo algo realmente nuevo. Aunque Riot demostró más de una vez que saben cómo innovar en este aspecto -con cinemáticas de gran impacto-, la serie dio un gran salto y saltan de la pantalla los detalles visuales que, como un conjunto, construyeron una experiencia que es realmente imposible dejar de mirar. Cada cuadro ofrece una explosión de elementos para destacar.

Otro aspecto clave fue la campaña de promoción de la serie. No solo fue enorme, sino que marcó un punto de quiebre con mucho de lo que se vio antes. Riot no tuvo miedo a nada y avanzó en alianzas que nadie hubiese esperado, como la colaboración con otros juegos. En el listado apareció hasta Fortnite, otro de los grandes tanques de la industria del gaming. “Son las dos empresas que más competencia son una de la otra. Son dos titanes”, había dicho TheGrefg cuando presentó la skin de Jinx dentro del battle royale.

En las últimas semanas Arcane estuvo en todos lados, superando los límites de los propios juegos de Riot -donde diferentes eventos se lanzaron con el estreno de la serie-, y lograron llegar a audiencias de títulos que uno podría tomar como la competencia directa. El movimiento fue osado, pero marcó una diferencia.

Esa capacidad de llegar a nuevas audiencias la trasladaron, además, a los públicos que incluso no tienen ninguna relación con el juego. Arcane logró traducir sus historias a un lenguaje entendible y atractivo para aquellos que no contaban con nada de información. La narrativa es dinámica, los capítulos no pierden tiempo y todo lo que se ven en pantalla es fundamental para la historia. Pero también está muy presente el factor emocional y los personajes rápidamente se vuelven queribles -o desesperantes, según cada caso-. Hay un gran trabajo para mostrar el trasfondo y las motivaciones de cada uno.

Por último, hay dos factores que se combinan. Arcane demuestra un gran cariño y cuidado por las historias que decidió representar. Los guiños sobran, pero sin subestimar a la audiencia fiel al juego. El cuidado por el universo que construyó el League of Legends es más que destacable, sobre todo cuando muchas veces las adaptaciones de juegos no tomaron en serio el producto que se les había delegado.

Pero, además, Arcane se sostiene en el cariño de sus fans. Todos quieren hablar de Arcane porque esta serie una gran representación de la capacidad que tiene el gaming para construir historias emocionantes y del potencial como una expresión artística que no tiene ningún límite. Podría ser casi una reivindicación para el público gamer. En el gran universo de la industria del entretenimiento, muchas veces los videojuegos fueron subestimados. Pero sobran las pruebas para que esos planteos ya no tengan sustento y Arcane es una de ellas.

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