La literatura de Mariano Quirós y las nuevas formas de la extrañeza

En su nuevo libro de cuentos, "Campo del cielo", publicado por Tusquets, el premiado escritor chaqueño invita a repensar a través de una tensión narrativa inquietante las formas de relacionarnos con el entorno, los seres queridos, lo fantástico y la realidad

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Mariano Quirós lo volvió a hacer. Su nuevo libro de cuentos Campo del cielo (Tusquets) reúne lo más característico de su literatura: la extrañeza en la cotidianeidad, la construcción narrativa de una tensión constante e implacable y la creación de personajes inolvidables que seguramente identificaríamos si los viéramos en persona. Anclado en el Chaco, más precisamente en Campo del cielo (un lugar en el que hace más de 4 mil años cayó una enorme lluvia de meteoritos), este nuevo libro de cuentos nos invita a repensar las formas de relacionarnos con el entorno, los seres queridos, lo fantástico y la realidad.

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Mariano Quirós nació en Resistencia, Chaco, en 1979 y desde hace poco tiempo vive en Buenos Aires. Se define como un escritor urbano que busca en su lugar de origen, y por fuera de la ciudad de Resistencia que lo vio crecer, una forma de conectar con lo bello y lo cruel que, reconoce, habita al igual en el suelo chaqueño que tanto ama. Autor de  las novelas RoblesTorrenteRío NegroTanto correr No llores, hombre duro y  escribió también el libro de cuentos La luz mala dentro de mí, Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes 2014. Cada nuevo libro suyo despierta interés y todos los ojos se posan en la novedad a la espera de poder recrear la misma intensidad de lectura. Ganador de premios nacionales e internacionales como el Tusquets, con la novela Una casa junto al Tragadero, Mariano Quirós escribe y trabaja en una mutual docente para ganarse la vida.

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Me atrevo a compararlo con Horacio Quiroga. En la literatura de Quirós la naturaleza es un espacio ajeno y peligroso que atrae a los personajes y los trasforma, ya sofocándolos, ya sacando de ellos otro, irracional o sabio: da igual. Hay siempre una crisis de personalidad, una perturbación, una violencia tácita y la imposibilidad clara de la felicidad o el progreso; y las formas de resolución de los conflictos que aparecen inesperados o delirantes resultan cuando no violentas, al menos inquietantes.

Mariano Quirós maneja el género con maestría y logra eso que tantas veces leímos en los decálogos importados u adaptados. Lleva al extremo de la práctica el punto VIII del catálogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga: "Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea." La depuración que lleva a cabo Quirós es alucinante, no hay una sola palabra de más, ni decorado innecesario, ni pensamiento subyacente del escritor que viene a iluminarnos. Hay historias y personajes que nos llevan a nosotros, los lectores, por un camino sin ripios hasta el final, que resulta siempre un abismo en el que cuesta mirar sin sentir que allí abajo, en el punto más oscuro que podemos divisar, hay espejos para vernos reflejados.

Campo del Cielo es un área de más de mil kilómetros cuadrados en el límite entre las provincias del Chaco y Santiago del Estero y fue protagonista hace 4 mil años de una lluvia inmensa de meteoritos, algunos de ellos pesan más de 30 toneladas y están allí incrustados a lo largo y a lo ancho de un área que generó durante siglos creencias, teorías y conjeturas de lo más variadas y mitos preciosos como el de los quom, que creen que los aerolitos son gotas de sudor del sol.

Mariano Quirós
Mariano Quirós

Durante mucho tiempo vinieron, y siguen viniendo, investigadores de todo el mundo y hoy en día se está intentado nombrar al lugar como una de las siete maravillas de la Argentina. Se realiza cada año un festival en la fiesta nacional del meteorito en el Parque Provincial Pigüem N'Onaxa, que se encuentra a 12 kilómetros al sur de Gancedo y se considera la mayor reserva de cuerpos celestes del mundo. Toda esta información se puede encontrar en Internet y es la misma que conoce Mariano Quirós ya que, si bien inspiró los cuentos de su nuevo libro, jamás visitó el lugar.

Y es en ese sentido que lo fantástico toma otra dimensión en los cuentos de Campo del cielo. El autor juntó todo el conocimiento real del lugar con todo aquello que se dice de él y, sin visitarlo, construyó un campo en su imaginación: ya sea que es un campo energético o que hubo intervención de seres extraterrestres, si allí debajo se encuentra una mina que sacará a los habitantes del lugar de la miseria o si el festival que cada año se realiza proveerá de beneficios a quienes estén dispuestos a jugarse por una fórmula magistral del éxito, el lugar es un ser vivo que cambia a las personas, las vuelve irreconocibles y, condiciona así la vida de los que por acción u omisión se relacionan con el lugar.

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De una manera extraña, el campo del cielo también puede ser un refugio. En "El nene", por ejemplo, un mecánico que tiene tres hijos, dos de los cuales ya no viven más con él, narra cómo su hijo Quique, un chico con graves problemas de comprensión y de inserción social, abraza los meteoritos en búsqueda de algo incomprensible, y el cuento se vuelve macabro a medida que Quique, conocido como "el nene", se pierde en sus divagaciones corriendo por el parque de meteoritos mientras el padre relata cómo tuvo que evitar que la madre de sus hijos se fuera de la casa.

En un clima de calor agobiante, viento y sequedad los cuentos se van hilando a partir de un pueblo faulkneriano inventado a orillas del campo de meteoritos. La precariedad de la vida es una constante: "Tibisai" cuenta la historia de un hombre al que llaman para que acuda a buscar a su madre, a quien hace años no ve y que se fue a esa zona a investigar a los pueblos originarios. Cuando llega al cuartucho que hace las veces de sala de primeros auxilios descubre que esa mujer no es su madre pero nadie parece escucharlo y en un absurdo episodio de locura y desesperación termina subiendo a la desconocida a un coche mientras busca señal en su celular para avisarle a su mujer las novedades.

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Un par de hermanos insiste en traer a un cantante al festival del meteorito en la creencia de que así van a salir de la pobreza en la que están sumidos. La organización de la venida del cantante y la debacle que provoca el exceso de fracaso y alcohol vuelven el proyecto una pesadilla digna de una película de Tarantino.

Aparecen el chupacabras y mitos indígenas, aparecen la violencia de género y la desesperación por cambiar el destino. En un clima sórdido, los personajes pueden ser cándidos pero también pueden ser el demonio y la fuerza que ejerce el campo de meteoritos es fantástica, pero también es muy real y la lectura de estos cuentos provoca inquietud y esa extrañeza propia de la mejor literatura fantástica. Por momentos cuesta creer que podamos visitar el Campo del Cielo sin sentir que de allí saldremos necesariamente transformados, para bien o para mal.

 

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