
De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), “la acción de escuchar es voluntaria e implica intencionalidad por parte del sujeto, a diferencia de oír, que significa, sin más, percibir por el oído un sonido o lo que alguien dice”.
Esa diferencia fue el eje de una investigación internacional que buscó entender cómo el cerebro procesa los sonidos en condiciones de ruido.
Un equipo de 25 laboratorios de 10 países y 149 participantes confirmó que la capacidad humana para detectar sonidos de fondo no solo es variable entre individuos, sino que también podría estar influida por los sonidos que preceden a un estímulo.
El trabajo fue liderado por Jonathan Peelle, profesor de Ciencias y Trastornos de la Comunicación en la Universidad Northeastern, en Estados Unidos, y los resultados serán publicados en la revista científica Royal Society Open Science.

El trabajo replicó a gran escala una investigación publicada hace una década, que había sugerido que algunas personas tienen una mayor sensibilidad para percibir sonidos de fondo, especialmente cuando estos se presentan en contextos ruidosos. Pero aquella investigación se había basado en una muestra limitada: cinco personas que completaron una tarea de escucha de cinco horas.
Por eso, en el nuevo estudio, buscaron ampliar esa base y analizar cómo los individuos comprenden lo que les dicen en un entorno ruidoso. “Esto era fundamental para la audición y para nuestra percepción del mundo”, afirmó Peelle en un comunicado oficial de la Universidad Northeastern. Según el investigador, comprender este fenómeno es clave para entender cómo las personas descifran el lenguaje en entornos acústicamente complejos.
Colaboración científica y revisión metodológica
Peelle y su equipo decidieron convocar a otros investigadores para replicar el experimento con mayor robustez. Para lograrlo, revisaron a fondo la investigación previa y establecieron contacto con sus autores. “Obtuvimos sus sonidos y su código para comprender realmente lo que hacían y si estábamos haciendo algo diferente”, explicó Peelle.

Gracias al acceso a los archivos de audio, el código de análisis y los protocolos experimentales originales, se garantizó la fidelidad metodológica en la réplica. Solo una vez que el nuevo equipo estuvo convencido de que el procedimiento era correcto, se amplió la convocatoria para sumar a otros laboratorios del mundo. “Una vez convencidos de que funcionaba, convocamos a otros laboratorios a participar, y logramos realizar un trabajo mucho más exhaustivo”, detalló Peelle.
Un experimento sobre ruido y atención auditiva
El procedimiento experimental consistió en una serie de pruebas auditivas desarrolladas a lo largo de cinco sesiones por cada participante. Las personas escuchaban una secuencia de ruidos que aumentaban o disminuían de intensidad hasta llegar a un volumen constante. En ese momento, podía sonar o no un pitido breve. El desafío consistía en indicar si el pitido había sido percibido. Este sonido objetivo aparecía solo en el 50% de los ensayos.
La tarea fue diseñada para reflejar una situación cotidiana en la que resulta difícil discriminar estímulos sonoros relevantes en entornos cargados de ruido ambiental. “Una forma de pensarlo es que, si estás en una cafetería ruidosa y te cuesta oír a la persona con la que estás conversando, es más fácil que algunas de sus palabras lleguen a tu consciencia que otras”, expresó Peelle.

También agregó: “Esta fue una versión muy simplificada de esa tarea. Simplemente preguntamos: ¿detectaste un pitido y un ruido?”.
Confirmación del efecto y diferencias individuales
Los resultados del nuevo estudio confirmaron los hallazgos generales del original: la percepción de sonidos está condicionada por el ruido previo. En otras palabras, lo que una persona acaba de escuchar influye en su capacidad para detectar nuevos sonidos. Sin embargo, también se observó que este efecto no es uniforme. “Algunas personas son mucho más sensibles a este efecto que otras”, según dijo el primer autor del estudio, y agregó que esta variabilidad individual podría tener potencial diagnóstico clínico.

En este sentido, se identificó que hay individuos que apenas manifiestan este fenómeno, lo que refuerza la idea de que podrían existir patrones auditivos personalizados. “Sabemos que existe variabilidad y efecto. Hay personas que no parecen presentar este efecto con mucha frecuencia”, afirmó el investigador.
Además de sus aportes al campo de la percepción auditiva, el estudio se destacó por su dimensión colaborativa. En total, se coordinaron 69 autores para desarrollar la réplica internacional, un desafío logístico que reflejó el entusiasmo de la comunidad científica por abordar colectivamente una pregunta relevante.
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