Sequías e inundaciones le cuestan al Perú hasta US$13.400 millones al año

La agricultura de regadío es el principal consumidor de agua, representando el 89% de las extracciones, seguida por el uso doméstico (9%) y la industria, minería y otros sectores (2.3%).

Guardar
La agricultura de regadío es
La agricultura de regadío es el principal consumidor de agua, representando el 89% de las extracciones, seguida por el uso doméstico (9%) y la industria, minería y otros sectores (2.3%). (Andina)

Esta semana, el Banco Mundial presentó un informe detallado con el objetivo de respaldar el manejo del Perú en términos de seguridad hídrica. El informe ofrece evidencia y recomendaciones de políticas públicas para mejorar la gestión del agua, pero también revela que las sequías, inundaciones, deslizamientos de tierras por lluvias, así como la contaminación y falta de agua y saneamiento le cuestan al Perú entre US$8.400 millones y US$13.400 millones al año.

Según el estudio en Lima, la mitad de la población carece de acceso continuo a agua de calidad en sus hogares, y solo el 43% tiene saneamiento gestionado de manera segura. El informe también indica que en las últimas tres décadas la extracción de agua se ha duplicado en el país debido al aumento de la demanda de los usuarios, lo que ha generado una mayor competencia.

La agricultura de regadío es el principal consumidor de agua, representando el 89% de las extracciones, seguida por el uso doméstico (9%) y la industria, minería y otros sectores (2.3%).

Menos agua

La entidad alertó que el cambio climático reducirá aún más la disponibilidad de agua, lo que amenaza el crecimiento económico, el desarrollo y la estabilidad. Las sequías, inundaciones, deslizamientos de tierras, la contaminación del agua y la falta de acceso seguro al agua y saneamiento tienen un costo para Perú que oscila entre 8,400 y 13,400 millones de dólares anuales, indicaron.

El informe también destaca la brecha de financiamiento necesaria para lograr el acceso universal al agua para 2030, que se estima entre 1.900 y 3.200 millones de dólares al año.

Vista aérea de Pachamac tras
Vista aérea de Pachamac tras el corrimiento de tierras provocado por el ciclón Yaku, en Perú, el 16 de marzo, 2023. REUTERS/Sebastian Castaneda

Se puede mejorar

Pilar Maisterra, directora de país interina del Banco Mundial para Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, afirmó que el Banco Mundial ha estado apoyando a Perú en el sector del agua y saneamiento durante más de 25 años, y este informe demostraría que el país puede mejorar su capacidad para hacer frente a las crecientes amenazas del cambio climático, la contaminación y la demanda creciente a través de una gestión proactiva de los recursos hídricos.

Entre las recomendaciones emitidas se encuentra la priorización de políticas y acciones de gestión de riesgos de desastres para prevenir, controlar y reaccionar ante los desastres relacionados con el cambio climático.

Por su parte, David Michaud, gerente de la Práctica del Agua del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, enfatizó que el informe recomienda una agenda común que supere la “gobernanza descoordinada actual”. La propuesta es avanzar hacia un enfoque multisectorial que involucre a todos los actores, incluyendo no solo al sector público, sino también a la academia, el sector privado, la sociedad civil y la cooperación internacional, señaló.

Escuelas sin baños

Otros hallazgos del informe señalan que una de cada tres escuelas no cuenta con instalaciones sanitarias adecuadas y solo una de cada cinco tiene acceso a agua de calidad. Además, uno de cada cuatro peruanos depende de la agricultura y de la lluvia y el riego para subsistir y generar ingresos. Además, se destaca que más de la mitad de la electricidad consumida en Perú se genera a partir del agua.

Recomendaciones del Banco Mundial

Como recomendaciones, el Banco Mundial subraya la necesidad de mejorar y expandir la gestión de aguas residuales para abordar la calidad del agua en cuencas críticas, desarrollar enfoques adaptados a la realidad rural y periurbana para cerrar las brechas de acceso en esas áreas, mejorar la eficiencia, sostenibilidad y equidad de los servicios de riego y drenaje, y aumentar la construcción de embalses para abastecer las zonas altas con fines agrícolas e industriales.