“Poderosos”, el libro que indaga sobre las relaciones de los jueces con la política

Escrito por las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese, en sus 259 páginas cuenta la historia y el perfil de 13 jueces federales de los tribunales de Comodoro Py

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Entrevista con las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese por su último libro

“Poderosos, entre la justicia y la política” (editorial Galerna) es el nuevo libro de Lucía Salinas y Lourdes Marchese, periodistas especializadas en temas judiciales, que cuenta la historia de 13 jueces, en su mayoría de los tribunales de Comodoro Py y ya fuera del cargo, en su relación con política. Una relación de conveniencia y convivencia que comenzó en los 90 durante el gobierno de Carlos Menem y que se extiende hasta hoy.

“Entendimos que estos trece jueces eran una suerte de radiografía de ese entramado de poder y de ahí también viene este nombre que le damos al libro que es ´Poderosos´”, contó Salinas en una entrevista en Infobae junto con Marchese.

En sus 259 páginas, el libro -que será presentado el 6 de mayo en la “Feria del Libro”- perfila y cuenta la historia de esos magistrados en sus 13 capítulos, cada uno de ellos bajo un título que sintetiza el paso de esos jueces por los tribunales: “Hernán Bernasconi: el juez del monasterio”; “Claudio Bonadio: el juez de la embajada”; “Rodolfo Canicoba Corral: el juez del matafuego” “Gabriel Cavallo: el juez de los doce monos”; “Eduardo Freiler: el juez de la política”; “Juan José Galeano: el juez del atentado”; “Carlos Liporaci: el juez comisario”; “Norberto Oyarbide: el juez del champán”; “María Servini: la jueza de las lechuzas”; “Guillermo Tiscornia: el juez ´mudo´”; “Francisco Trovato: el juez del placar”;” Jorge Urso: el juez de las corbatas”; y “Raúl Eugenio Zaffaroni: el juez de las bibliotecas”.

Son jueces que trascendieron por su poder, por cómo lo ejercían, porque tuvieron las causas más importantes de las últimas décadas para la política, porque fueron polémicos y porque algunos de ellos fueron destituidos.

— ¿De qué se trata el libro?

— Salinas: “Poderosos” viene en primera instancia a cerrar un trabajo colectivo, una construcción que hemos hecho a lo largo de estos años con Lourdes que se materializó en una suerte de trilogía. El primer libro fue los “Arrepentidos”, el segundo fue “Prisioneros” y cerramos esta historia con “Poderosos”. Nos permitimos en este caso indagar en dos aspectos. Primero en la historia de un conjunto de jueces federales que terminaron teniendo alguna suerte de problema con la justicia que ellos debían impartir pero en realidad quisimos ir un paso más allá e indagar en esta relación entre el poder político y el poder judicial. Dos poderes que constitucionalmente deberían ser autónomos, pero bien sabemos que no lo son, que bailan el tango juntos y que según el momento coyuntural que vivimos uno le marca más el ritmo al otro. Una relación que muchos han definido, calificado, como espuria y allí nos quisimos meter. Entendimos que estos trece jueces eran una suerte de radiografía de ese entramado de poder y de ahí también viene este nombre que le damos al libro, que salió con editorial Galerna, que es “Poderosos”.

— Marchese: Y le agrego a lo que decía Lucía sobre este trabajo que realizamos una tercera pata que serían los servicios de inteligencia. Porque más allá de la relación entre la justicia y la política los servicios de inteligencia siempre estuvieron metidos en el medio. Es como una tríada que se va conformando y que ese tango que baila la política con la justicia está manejada un poco con los servicios de inteligencia.

— ¿Y en esa relación entre política y justicia, una de las dos partes tiene más peso sobre otra, una domina a la otra, hay momentos en los que se utilizan mutuamente pero también hay traiciones?

— Salinas: Hay un punto que como todo lo que hemos ido haciendo a lo largo libro se inicio con preguntas. Y nos hicimos la pregunta de quién ejercer el poder. Entendemos que la política tiene el poder y que los jueces también. Un juez federal nos dijo que el poder de los jueces radica en que los presidentes pasan y ellos quedan. Que la inamovilidad que les da la Constitución Nacional es un poder en si mismo. Y del otro lado también hubo políticos que nos dijeron que un juez puede ingresar o no o permanecer si la política lo decide. Es una suerte de relación dialéctica donde según el momento, la situación que se viva uno logra imponerse más que el otro, pero finalmente es una relación que no debería existir, que existe pero que a ninguno de los dos les interesa ponerle fin. Por ejemplo, el Consejo de la Magistratura de la Nación vino en algún momento a corregir que la política decida que jueces iban a ocupar los despachos en Comodoro Py, el fuero que investiga al poder político. El Consejo de la Magistratura se suponía que como órgano colegiado iba a hacer una suerte de escenario neutral, más técnico, para decidir que clase de jueces necesita el fuero federal. Y lo que vimos a lo largo de los años, y nos lo dicen varios entrevistados, es que el Consejo termino siendo otro escenario de disputa de poder político y judicial. Según el momento se avanza sobre algunos concursos, sobre los juicio políticos a los jueces. Finalmente es otra instancia mas donde ellos deciden qué según el momento y no según lo que corresponda.

— En esa relación de política y jueces, ¿se puede salir? Quien entra, ¿puede salir en algún momento?

— Salinas: Nosotras el otro día repasando capítulo por capítulo de este libro nos seguimos sorprendido de las mismas historias que terminamos contamos allí. Y pensábamos en el juez Urso. Un juez que llega a ser juez federal por decisión directa de Carlos Saúl Menem. Y finalmente es el juez que una ve que Menem deja el poder lo llama a indagatoria, lo sienta en su despacho y lo termina deteniendo. Y antes de hacer cumplir lo que él consideraba era el Código Penal, las leyes y lo que la Constitución espera de esa persona en el ejercicio de un cargo como juez federal, le pide disculpas a Carlos Menem por lo que iba a hacer.

— Marchese: Y le muestra el decreto por el cual Carlos Menem lo había elegido como juez federal.

— Salinas: Porque finalmente en esa sola acción se sintetiza mucho. Él entendió que había llegado allí porque había tenido un padrino político y ahora el cargo que esa persona le había dado lo llevaba a tomar una decisión controvertida para él en su función que era detener al ex presidente Menem.

— Marchese: Y Carlos Menem también ahí entiende y le dice “yo entiendo que ahora estamos en otra situación”. Se sentaron y fue una charla bastante amena.

Entrevista con las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese por su último libro

— En el libro ustedes dicen “Comodoro Py investiga al poder. Comodoro Py ejerce ese poder. Comodoro Py es poder”. ¿Hay un momento, un hecho, una fecha en la que Comodoro Py empieza a ser lo que hoy representa?

— Salinas: Nosotras planteamos que el menemos viene a ser un punto de inflexión. Cuando se duplican la cantidad de juzgados federales bajo el concepto de una apertura o federalización de la justicia pero indagaban en el momento político en las circunstancias concluimos que era una decisión preventiva. El poder político entendió que había un ligar en el que tenía que dirimir sus problemas e iba a terminar siendo Comodoro Py. En el ejercicio del poder o fuera de el en algún momento iban a pasar por ahí. Entonces era mejor conocer el lugar, decidir quienes iban a estar ahí y eventualmente de que era herramientas se iban a valer como los servicios de inteligencia para llevar adelante ciertas investigaciones.

— Después menemismo, vino el kirchnerismo, el macrismo y ahora Alberto Fernández, como tres gobiernos fuertes. ¿En estas tres etapas esa relación se profundizó, alguien tuvo la intención de cambiarlo?

— Salinas: Todos esos gobiernos naufragaran en sus intentos de reforma judicial. Ampliando o achicando los fueros, modificando la cantidad de miembros de la Corte Suprema. Pero todos fracasaron en su intento de democratizar la justicia o de depurarla de vicios. ¿Eran proyectos malos, no estaban los concesos en el Congreso? No hay una real intención política de cortar esta relación que los une hace tanto tiempo.

— ¿Hay excepciones entre los jueces federales?

— Salinas: Si. Creo que Miguel Wiñazki lo marca bien en la contratapa del libro. Dice que Comodoro Py es una radiografía de heroísmo pero también de corrupción. Algunos jueces usaron sus despachos para hacer más política y otro que buscan hacerle un bien a la justicia. No son todos los jueces de Comodoro Py.

— Ustedes trabajaron el perfil de 13 jueces, ¿cuál sintetiza el libro?

— Salinas: Si. Pero pensamos mucho en lo que representa María Servini porque es una jueza que está hace décadas. No solo tiene el juzgado 1 de Comodoro Py, sino también es la jueza electoral. Cada partido que quiere candidatear a alguien a presidente necesita el visto bueno de Servini. Si eso no es poder, ¿Qué lo es? Ella no se autorreferencia como una mujer poderosa, sabe que lo es, y hemos visto a lo largo de la historia de los presidentes que ninguno se animó a confrontar con ella. Y vemos en ella también como se sintetiza el juego de relaciones de los jueces dentro de Comodoro Py.

— Marchese: Además de Servini, que es el estandarte del pode dentro de Comodoro Py, otra persona es Raúl Eugenio Zaffaroni. No es de Comodoro Py, sino que lo fue de la corte suprema. Pero fue amado y odiado por muchos. En cualquier biblioteca de los jueces vas a encontrar libros de Zaffaroni, todos se formaron con su doctrina. El mismo dice “ya he hecho política y no discuto eso”. Nosotras le preguntamos si se podía utilizar la ideología. Y decía que él utilizaba su ideología cuando dictaba una sentencia. Y yo le decía si eso no era pasible de una recusación y contestó “no, porque para mi un juez puede hacer política porque la sentencia es un acto político”.

Libro Poderosos - Entrevista a Lucía Salinas y Lourdes Marchese

— Ustedes escribieron una trilogía de empresarios, políticos y jueces. ¿De los tres, quienes son los más poderosos?

— Salinas: Todos.

— ¿Y los más impunes?

— Salinas: Todos. Son parte de un mismo juego, son parte de una misma telaraña de poder y en algún punto todos se reconocen en ese juego. Es un juego de movimientos. Nadie pierde definitivamente. Nadie gana absolutamente. Es un reposicionamiento permanente de cómo ejercer el poder, en qué momento, cómo, bajo qué términos. Pero no todos terminan perdiendo, tampoco todos terminan ganando absolutamente. Entonces creemos que son finalmente parte de esta misma telaraña y que la van tejiendo ellos mismos con las relaciones, con las discusiones, con los enfrentamientos que ellos mismos generan.

— Marchese: También parafraseando a una serie que estuvo muy en boga, “Gambito de dama”, es como un gran juego de ajedrez y cuando alguno está por hacer jaque ahí queda apuntado y el resto mira y observa a ver qué ficha puede mover para que no haya jaque mate directamente.

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