Riesgo País: siete motivos por los que los mercados financieros desconfían de la Argentina

El indicador de JP Morgan superó los 700 puntos y sigue en máximos del año, como reflejo de la fragilidad de precios de la deuda soberana

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La distensión cambiaria en Argentina no se refleja en el riesgo país y el precio de los bonos.
La distensión cambiaria en Argentina no se refleja en el riesgo país y el precio de los bonos.

Los indicadores económicos de la Argentina se fueron deteriorando con el correr de 2018, al ritmo de la devaluación, y las acciones y los bonos nacionales perdieron interés entre los inversores internacionales.

El índice de Riesgo País es un dato elocuente de este presente para los activos domésticos y es el dato a seguir en los próximos meses, pues es toda una referencia sobre lo que puede acontecer con la actividad económica.

El indicador que elabora la banca JP Morgan llegó a tocar los 715 puntos básicos para la Argentina en la última semana y se aproximó al máximo de 2018, de 783 puntos el pasado 4 de septiembre.

Este índice mide el diferencial de tasa de los títulos soberanos de países emergentes con sus pares de los EEUU. Como los bonos del Tesoro norteamericano a 10 años hoy rinden un 3,01% anual (301 puntos básicos) en dólares, si la Argentina emitiera títulos soberanos en moneda extranjera debería ofrecer un rendimiento de 10% anual en dólares para generar interés del mercado.

Hay siete motivos principales por los cuales los bonos argentinos perdieron atractivo para ser incorporados en la cartera de los fondos de inversión:

1) 2020, DIMENSIÓN DESCONOCIDA. Argentina atravesará un difícil año electoral en 2019 y la posibilidad de un giro en el rumbo político y económico quita previsibilidad y desalienta a la inversión en renta fija, una postura necesariamente a mediano y largo plazo.

2) RECESIÓN. La capacidad de repago de los bonos públicos depende del crecimiento económico, que es el motor de la recaudación impositiva. Son varios los analistas que anticipan un despegue de la actividad a partir del segundo trimestre de 2019, pero estas expectativas aún no llegan a convencer a los agentes financieros, después de un año en el que fallaron todos los pronósticos respecto del PBI, la inflación y el tipo de cambio.

3) DÓLAR INESTABLE. El peso de los pasivos en moneda extranjera creció aceleradamente con la gestión de Cambiemos. Los movimientos convulsos del tipo de cambio, que pudo caer 12% en octubre y reaccionar un 5% al alza en noviembre, impiden predecir hacia dónde va a ir el dólar, moneda que duplica su valor en 2018 y añade incertidumbre sobre el cumplimiento de los títulos soberanos de un país que recauda en pesos y debe en dólares.

4) SATURACIÓN DE TÍTULOS. Argentina es el país que más deuda pública colocó en los mercados internacionales en los últimos tres años. De hecho, el Gobierno de Mauricio Macri ya es el que emitió más deuda en la historia argentina. Con la caída de la actividad económica, la devaluación del peso en 2018 (la mayor en un solo año desde 2002) y el cúmulo de nuevos títulos (a los que se suma el préstamo del FMI), la relación deuda-PBI alcanza el 77%, la más alta desde el canje de 2005.

5) FRUSTRACIÓN DEL BLANQUEO. Como el blanqueo de capitales ofreció una exención impositiva, muchos argentinos decidieron exteriorizar a través de la adquisición de bonos locales. Pero con la Ley 27.430, el Gobierno impulsó la aplicación del Impuesto a la Renta Financiera, que abarca a colocaciones en entidades financieras del país, títulos públicos, Obligaciones Negociables, Fondos Comunes de Inversión bonos y otros valores. Es decir que el Gobierno argentino le aplica un impuesto a aquellos que le prestan dinero para financiar su déficit. Esta incongruencia fue una de las principales razones para el desplome de cotizaciones de la deuda soberana.

6) DÉFICIT FINANCIERO. Los funcionarios de Hacienda ratifican día a día el compromiso asumido frente al directorio del FMI de llevar a "cero" el déficit fiscal primario en 2019. Pero el peso de los vencimientos de deuda soberana y, a partir de 2020, la cancelación paulatina del préstamo por USD 57.100 millones del organismo multilateral, incrementa el déficit financiero, aquel desequilibrio de la cuentas públicas cuando se adicionan los vencimientos de deuda. Por lo tanto, Argentina necesitará a partir de entonces de un superávit fiscal primario entre 2 y 3 puntos del PBI para honrar sus compromisos si las tasas no son accesibles, objetivo arduo que eleva la "temperatura del termómetro" del riesgo país.

7) SUBA DE TASA INTERNACIONAL. La Argentina, como todos los países emergentes, debe lidiar con el "encarecimiento del dinero" en el mundo, que es la suba de las tasas de interés. Con bonos del Tesoro de los EEUU que ofrecen una rentabilidad de más de 3% anual en dólares, la deuda soberana de los países en desarrollo resulta menos atractiva para invertir, pues se la considera un activo menos seguro que los Treasuries, cuyo repago está garantizado, al tratarse de colocaciones de la principal potencia económica y que a la vez es el país que emite los dólares.

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