A 26 años de la muerte de Monzón: “Estaba al aire y tenía que dar esa terrible noticia”

Cómo fue anunciar la muerte del boxeador al que había acompañado a todas sus defensas por el mundo

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Una multitud despidió los restos de Carlos Monzón (Gentileza El Litoral)
Una multitud despidió los restos de Carlos Monzón (Gentileza El Litoral)

La Oral Deportiva -que ya no existe- llevaba cincuenta años en el aire de Radio Rivadavia. Fue inspiración de Edmundo Campagnale y el gordo José María Muñoz lo había transformado en rito crepuscular de los argentinos. Iba de 19 a 22 horas. Y era el sonido del periodismo deportivo radial de la Argentina.

Teníamos "casi nada" para producir ese domingo. Pocos clubes habían comenzado la pretemporada y el fútbol de otros países era una referencia informativa que nadie reflejaba como Hernán Ramazzotti. Al igual que el recorrido por los clubes del ascenso.

Pedí notas, reportajes telefónicos – minga de celulares, no existían – generar temas de debate en la mesa. No sé, consigan al Turu Flores, que es el goleador del campeonato, a Hugo Castillo, que la está rompiendo en Deportivo Español… No sé, fíjense si conseguimos el teléfono de los balnearios donde estén con la familia el Pampa Biaggio o a Montevideo a ver si logramos al Manteca Martínez. De última, busquemos en Rosario a Darío Scotto o a la Chancha Mazzoni…

“Vamos al aire… silencio todo el mundo, vamos al aire”, dije una y otra vez, mientras iba la cortina. El histórico estudio principal de Radio Rivadavia generaba emoción. En sus paredes sin pintura, sobre su alfombra desteñida y surcada por las huellas del tiempo, se percibían los duendes de la gloria radiofónica argentina. En ese leve espacio “espiaban” y “escuchaban”, Antonio Carrizo (“La Vida y el Canto”), Cacho Fontana (“El Fontana Show”), Héctor Larrea (“Rapidísimo”) y tantos otros grandes como Muñoz, Néstor Ibarra, Julio Ricardo, Horacio García Blanco, Enrique Macaya Márquez, Marcelo Araujo, Mauro Viale, Juan Carlos Morales, Dante Zavatarelli, Juan José Lujambio, Osvaldo Caffarelli, Juan José Moro. el Acef… Decenas de enormes comunicadores inscriptos para siempre en la cultura de millones de hogares en todo el país.

Como todo buen programa en el verano y más en un domingo recalcitrante de calor, el comienzo era para recomendar a quienes regresaban a casa tras las vacaciones o el fin de semana, sumo cuidado en las transitadas rutas. Pero algo extraño ocurrió al minuto de estar en el aire. Fernando Novo, un inmenso productor, pugnaba por ingresar al estudio. Yo no quería a ningún productor en el estudio. Los quería en la sala de trabajo, teléfono en mano consiguiendo notas. Fernando insistió. Le pidió al operador, no recuerdo si era el enorme Pepe Ciotti o Luis Crivellaro, que mandara otra vez la cortina musical con la clásica seña de la mano derecha descendente y sus dedos flameantes.

- ¿Qué pasa Fer?

- Me acaban de anticipar una noticia muy dura…

- Decime…

- Parece que se mató Monzón.

- ¿Cómo?

- En un accidente automovilístico…

- ¿En un accidente automovilístico estando en la cárcel?…. Gordo, ponete las pilas.

- Ernesto, la fuente es insospechada.

- No puede ser. Por favor chequeame esa noticia, consultá más fuentes (antes, era así). Llamalo a Claudio (Cherep), corresponsal en Santa Fe, a ver qué sabe y antes de salir al aire, por favor que ya tenga a la Policía de Santa Fe consultada.

Abrazo en la cárcel. El autor de la nota se despide de Carlos Monzón luego de realizar la primera entrevista en la cárcel con el ex campeón del mundo. Cultivaban una relación de veinte años.
Abrazo en la cárcel. El autor de la nota se despide de Carlos Monzón luego de realizar la primera entrevista en la cárcel con el ex campeón del mundo. Cultivaban una relación de veinte años.

Eran las 19:15 aproximadamente. Hacía varios minutos que la cortina musical resultaba el único sonido de la Oral Deportiva. Un brillo acuoso me nubló la vista. Me tomé la cabeza para pensar. Debía hacer el programa que no quería. Si esto era cierto, sólo podría recorrer su vida a “mano alzada”.

“Último momento, informa el Rotativo del Aire de Radio Rivadavia: La agencia Télam acaba de confirmar que el ex campeón mundial de peso mediano Carlos Monzón perdió la vida a los 52 años tras un accidente automovilístico que acaba de producirse en la ruta 1 de Los Cerrillos, Departamento de Santa Rosa de Calchines, a unos 35 kilómetros de la ciudad de Santa Fe. Monzón, condenado en Julio de 1988 a 11 años de prisión por la muerte de Alicia Muñiz, disfrutaba de una salida transitoria concedida por su buena conducta en la cárcel santafecina de Las Flores. Según las primeras informaciones oficiales, Monzón conducía un Renault 19 y perdió el control al tocar sus gomas del lado derecho el borde la ruta. El ex campeón mundial entre los años 70 y 77 durante los cuales defendió exitosamente 14 veces su corona, no iba sólo. Lo acompañaban su amigo Jerónimo Mottura, quien habría fallecido (confirmado) y su familiar Alicia Fessia, con muy serias lesiones, quien lucha por su vida. Ampliaremos”.

El estudio parecía vibrar. Los periodistas que estaban ese día multiplicaron sus obligaciones. Eduardo Caimi, Néstor Centra, Hernán Ramazzotti, Ariel Nesci, Coquito Casares, Fernando Novo, Guillermo Poggi, Carlos Azar, Daniel Giraldez, Javier Santos, Omar Cuello, Darío Olea, Esteban Sassi, Rubén Sagarzazu y otros que se me van escapando de la memoria, hicieron de la muerte de Monzón su propio desafío, dejando la cobertura de los clubes que diariamente cubrían.

Tito Lectoure, el dueño del Luna Park que consiguió la pelea por el campeonato del mundo frente a Nino Benvenuti se enteró al aire sobre la infausta noticia. También el doctor Roberto Paladino, su médico personal que lo acompañó en todas sus peleas. Ni ellos, ni otros protagonistas de la vida de Monzón pudieron sobreponerse a la emoción y se quebraron. Cientos de llamados telefónicos de los oyentes. Testimonios conmovedores de grandes deportistas de todas las épocas, artistas y funcionarios. Todos dejaron su testimonio en aquella Oral Deportiva del domingo 8 de enero de 1995.

¿Quién había muerto trágicamente? ¿Un hombre? ¿un mito? ¿una leyenda? ¿un ente individual? ¿un deportista célebre?, ¿un condenado? ¿un padre? ¿un hijo?, ¿una gloria del deporte argentino? ¿una criatura marginal?

Todos habían muerto porque él era todos ellos.

Monzón en uno de sus entrenamientos para la defensa de su título, una imagen repetida en las publicaciones deportivas del aquel momento.
Monzón en uno de sus entrenamientos para la defensa de su título, una imagen repetida en las publicaciones deportivas del aquel momento.

El adolescente que acompañó a su familia desde San Javier a Santa Fe, a pie, porque las inundaciones, una y otra vez, le tapaban hasta el techo de la modestísima vivienda con piso de tierra.

El pibe marginal que se ganaba el mango diario lustrando zapatos, vendiendo diarios o haciendo de campana en alguna fulería y terminaba cobrando tremendas palizas en las comisarías.

El joven que encontró en el boxeo y en Amílcar Brusa la “salvación” hacia una vida digna.

El que después de ganarle a Jorge Fernández el título argentino, levantó su casa ladrillo por ladrillo haciendo de constructor y albañil. Orgulloso, sonriente. Algo suyo, de material, para que su familia tuviera techo y piso de cemento.

El que llegó al Luna Park peleando los miércoles por el Cinturón Eduardo Lausse, reservado para los mejores medianos del país y, sorpresivamente, les ganó a todos.

El que una noche de noviembre del 70 (fue el 7) sorprendió a la cátedra poniendo nocaut a Nino Benvenuti, en Roma logrando la corona mundial

El que el 7 de Agosto del 72, en el club Sirio Libanés de Santa Fe, invitó a más de doscientas personas, los fue recibiendo uno a uno en un lugar del salón junto a su esposa Beatriz y sus únicos hijos por entonces, Silvia y Abel . Emocionado, al pasar por nuestra mesa, confesó: “Es la primera vez en mi vida que puedo celebrar mi cumpleaños, esperé 32 años, de chico mis viejos no nos hacían cumpleaños, qué cumpleaños nos iban a hacer si no teníamos para morfar…”.

El del glamour de La Mary junto a Susana Giménez, o el de Alain Delon, su empresario de tres peleas en Francia, o el admirado por su amigo Mickey Rourke, tal vez el de la Princesa Carolina de Mónaco, o el amante furtivo de “carteleras completas” con las mejores vedettes del Maipo y del Nacional (los dos principales teatros de las revistas porteñas), o el de Natalie Delon o el de decenas de bellas y exitosas mujeres que enloquecían por él.

Así quedó el auto en que viajaba Monzón, durante una salida de prisión por buena conducta, donde cumplía la condena por el femicido de Alicia Muñiz.
Así quedó el auto en que viajaba Monzón, durante una salida de prisión por buena conducta, donde cumplía la condena por el femicido de Alicia Muñiz.

El que sobrevivió con una bala alojada en su omóplato derecho disparada por su primera mujer, Beatriz “Pelusa” García, tras una de las tantas discusiones por desavenencias matrimoniales. Carlos realizó más de doce peleas con ese proyectil en su cuerpo ya que no halló un orificio de salida.

El que conquistó Europa con sus triunfos memorables ante Jean Claude Bouttier, Emile Griffith, Mantequilla Nápoles o Rodrigo Valdez, entre tantos.

El noble y brutal símbolo de la sinceridad a quien después de ganarle a Gratien Tonná en París, subí al ring para reportearlo: "Felicitaciones Carlos, ofreciste un gran nocaut, el país espera tu saludo por Canal 11", le dije con poca originalidad. Me respondió: "Se tiró, es un cagón, no viste cómo se tiró…". Para Monzón delatar, ir a menos o faltar a la palabra era definitivamente descalificador.

Almuerzo de amigos en Coronda. Arriba y abajo, de izquierda a derecha: Sergio Ferrer (periodista-escritor) y José "Pepe" Prestigiovanni (locutor- periodista). Carlos Delicia (editor Multimedios) y Maximiliano Monzón Muñiz, el hijo del ex campeón viajó a Santa Fe para visitar la tumba de su padre.
Almuerzo de amigos en Coronda. Arriba y abajo, de izquierda a derecha: Sergio Ferrer (periodista-escritor) y José "Pepe" Prestigiovanni (locutor- periodista). Carlos Delicia (editor Multimedios) y Maximiliano Monzón Muñiz, el hijo del ex campeón viajó a Santa Fe para visitar la tumba de su padre.

El deportista que supera la extenuación pensando en su significante como campeón para su gente. Los últimos cuatro asaltos contra Emile Griffith en Montecarlo, fueron un suplicio. “Pensá en el Abel, en los argentinos que te estén viendo, cómo vas a perder, regulá, aguantá”, le exigía Brusa. Llegó al final de los 15 asaltos y ganó por decisión unánime. Lo mismo que después del cross de Benny Briscoe en el Luna Park. Se le nubló la vista, el ring comenzó a girar sobre sus pies, Briscoe era algo inasible, lejano, se iba la corona del mundo. Reaccionó. Miró el reloj. Se tomó de su rival hasta pasar la crisis y ganó a lo grande. Eso es ser campeón. Sobreponerse al cansancio, al ahogo o al dolor impulsado por el amor propio. Luego lo convertiría en anécdota diciendo: “Cuando recibí la piña de Briscoe vi dos negros delante mío, y tuve la suerte de agarrarme al verdadero...”.

El que se unió a Alicia Muñiz con la esperanza de ser dichoso y disfrutar de su hijo Maxi “porque va a ir a un colegio donde va a aprender de todo y en inglés, no va a ser un ignorante como yo”. Lamentablemente esa ilusión no se cumplió.

El que no logró lo que más buscó: ser feliz.

La Justicia lo condenó a once años de prisión por el femicidio de Alicia Muñiz, pero en una salida transitoria por buena conducta cuando le faltaba muy poco para lograr la libertad, encontró la trágica muerte.

Se aproxima el final del programa. La Oral Deportiva debe cerrar su emisión de hoy. Nos quedan apenas unos segundos para una reflexión: “Monzón cierra la parábola de su vida: de la abyección al triunfo, del triunfo a la fama, de la fama a la gloria, de la gloria al exceso, del exceso al delito, del delito a la cárcel y de la cárcel a la tragedia”.

Todos esos Monzones fueron uno: el que intentó ser feliz y no pudo.

Queridos oyentes, no pregunten por quién doblan las campanas. Están doblando por ti, Carlos. Buenas noches, muchas gracias, hasta mañana…

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Hoy 26 años después habrá poca gente alrededor de su tumba en el cementerio municipal de Santa Fe. No habrá multitudes, ni llantos, ni banderas. Y no estarán ni todos sus hijos, ni todas sus mujeres. Pero Maximiliano, el hijo que tuvo con Alicia Muñiz y Carlos Alberto, el mayor de sus hijos nacido antes de su matrimonio con Pelusa García, seguramente estarán derramando una lágrima curiosa y prolongada. Los hijos que nunca recibieron nada de Monzón, los que la gente no conoce, estarán simbolizando con su presencia el amor que nunca les llegó.

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