“Conurbano cotidiano”, teatro argentino aquí y ahora: cómo vivimos, qué soñamos, cuánto padecemos

La obra de Santiago Gobernori, uno de los autores más relevantes de la escena porteña contemporánea, retrata vida cotidiana, sentires y pesares de una clase media que “puede comprar comida, pero jamás una casa”

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"Conurbano cotidiano", de Santiago Gobernori, se pone en escena todos los miércoles a las 21 en El Galpón de Guevara
"Conurbano cotidiano", de Santiago Gobernori, se pone en escena todos los miércoles a las 21 en El Galpón de Guevara

A veces, las preguntas más simples son las que generan las respuestas más potentes. Santiago Gobernori, actor, director y dramaturgo de piezas muy valiosas del circuito independiente, como La verdad efímera y Pobre Daniel, se preguntó para su próximo espectáculo: ¿Cómo hacer teatro con lo que pasa ahora? Esa actualidad se refiere al presente de una generación de clase media que promedia los 35 años. ¿Cómo es su vida de todos los días? ¿A qué aspiran? ¿Qué cosas pueden proyectar? ¿Cómo imaginan el futuro? ¿Con qué se tienen que conformar?

De este universo viene la obra Conurbano cotidiano, una pieza que contiene algunas de las expresiones más potentes del espacio de actuación y dramaturgia al que pertenece este autor: la investigación sobre el lenguaje; dejar en evidencia todos los recursos con los que el teatro construye ficción; romper con humor y asociaciones insólitas cada situación que se arma y una actuación muy vinculada con la conexión física. En escena, están las actrices Victoria Baldomir y Sabrina Zelaschi, el mismo dúo que trabajó en La verdad efímera y que aporta un caudal enorme de recursos escénicos y disposición al juego, con el cual se apoderan del espacio. En este espectáculo, se suma el actor Nicolás Giménez, en un gran tono de un hombre con un poco de autocompasión, que fracasa e intenta resurgir y lo vuelve sumamente querible.

Como dije antes, la historia de esta obra es simple: dos amigas viven en Luján, a 70 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, y reciben la llegada de un nuevo compañero de hogar. Estos tres personajes pasan sus días mientras trabajan en un programa de radio, padecen la falta de dinero, las frustraciones amorosas y algo del vacío existencial. Entre la fantasía y la resignación, mucho de su existencia se define por ir o no a la capital. Los días pasan entre los hechos reales y los discursos que rodean a esta generación sobre el tipo de vida que tendrían si vivieran en un monoambiente de Buenos Aires. Se puede leer en la construcción sobre la Capital Federal que tienen estos personajes que habitan el conurbano una metáfora a otros mundos posibles, por ejemplo: “¿Cómo sería la vida si viviera en un país rico’”, una proyección que atraviesa el pensamiento de una parte de los argentinos.

La obra de Santiago Gobernori retrata la clase media que “puede comprar comida, pero jamás una casa”
La obra de Santiago Gobernori retrata la clase media que “puede comprar comida, pero jamás una casa”

“Como nos pasó a muchos, en la pandemia sentí que me borraron dos años de mi vida. Todos los pensamientos que tenía acerca del futuro se volvieron presente o, incluso, pasado. Eso de decir: ‘En el futuro me voy a comprar una casa, voy a tener un hijo…', bueno, eso ya es ahora y no me puedo comprar una casa. Hace más de 15 años trabajo fuertemente en el teatro, trabajé mucho en el San Martín e incluso en compañías como las de Mariano Pensotti, en las que se podía viajar y cobrar en dólares o euros. Si yo hubiese ahorrado toda esa plata, no me alcanza ni para la mitad de un departamento, y no tengo posibilidades de heredar. Para mí esto es una reflexión acerca de cómo vivimos. Por supuesto, esta es la queja de una persona de clase media, y no dejo de ver que hay gente que la pasa mucho peor, pero yo puedo reflexionar sobre esto: una clase media que puede comprar comida, pero jamás una casa. Desde ahí, generar teatralidad”, explica Gobernori.

Los fragmentos de esta vida en Luján se muestran como si fueran diapositivas. La vida se baraja entre conformarse con los pequeños gustos o dar un salto. La obra se hace y se piensa a sí misma. Y el humor es un gran campo de asociación para plantear situaciones incómodas, por ejemplo pedir plata prestada o una noche de descontrol alcohólico y sexual, de la cual al otro día todos sienten vergüenza. “Hay también cierta reflexión sobre cómo son las relaciones hoy en día y la falta de compromiso, en un contexto en el cual es difícil tener proyectos a futuro. Todo eso está presente, pero sin ponernos demasiado tristes, por eso hay algo de lo amoroso que circula en la obra”, dice el autor.

Conurbano cotidiano también contiene momentos musicales, incluye un desopilante show de títeres y escenas que se vuelven a hacer pero desde otro punto de vista. Una hipótesis de construcción podría ser: se puede jugar con el teatro, mostrar sus hilos y plantear permanentes juegos metateatrales. “Puede estar esa sensación de está todo mal, pero no me voy a resignar, voy a seguir luchando y mientras tanto la quiero pasar bien, de manera cotidiana, ser esta clase media conurbana, divertirnos con amigos y que no sea todo pura amargura”, sostiene Gobernori. Y esa es tal cual la sensación del final: tomar un vermut entre amigos, pensar qué se puede comer, reírse un rato y las proyecciones sobre el futuro, suspenderlas por un rato.

* Conurbano cotidiano se presenta todos los miércoles a las 21 h en el Galpón de Guevara: Guevara 326, C. A. B. A.

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