Un país remoto, en el suroeste del Pacífico, en Oceanía, es el más diverso del planeta: Papúa Nueva Guinea. Científicos del Instituto Wellcome Trust Sanger, Inglaterra, junto a sus colegas de la Universidad de Oxford y el Instituto de Investigación Médica local, revelaron que sus habitantes permanecieron genéticamente independientes de Europa y Asia durante la mayor parte de los últimos 50.000 años.
El primer estudio genético a gran escala realizado en Papúa Nueva Guinea, publicado en Science, demostró que diferentes grupos dentro del país son muy distintos unos de otros. Incluso, su región montañosa se mantiene independiente de la influencia ajena hasta hoy.
Con cerca de 850 lenguas y dialectos, que representan más del 10% del total mundial, Papúa Nueva Guinea es el país con mayor diversidad lingüística del planeta. Para descubrir si la variedad lingüística y cultural hizo mella en la estructura genética de la población, los investigadores estudiaron los genomas de 381 papú neoguineanos, pertenecientes a 85 grupos lingüísticos diferentes dentro del país.
"Este es el primer estudio a gran escala de la diversidad genética y la historia de la población en Papúa Nueva Guinea. Nuestro trabajo reveló que las diferencias genéticas entre grupos de personas en general son muy fuertes, a menudo mucho más fuertes incluso que entre las principales poblaciones de toda Europa o de todo el este de Asia", sostuvo Anders Bergström, principal autor del estudio.
Los investigadores examinaron más de un millón de variantes genéticas en el genoma de cada individuo y los compararon para determinar las similitudes y diferencias. Los resultados marcan que los grupos de personas que hablaban diferentes idiomas eran "sorprendentemente distintos" unos de otros en términos genéticos.
"Encontramos una notable diferencia entre los grupos de personas que viven en las zonas montañosas y los de las áreas bajas, con una separación genética que data de 10.000 a 20.000 años entre los dos", señaló Stephen Oppenheimer, coautor del trabajo, que agregó:
"Tiene sentido cultural porque los grupos de las tierras altas históricamente se aislaron, pero una barrera genética tan fuerte entre grupos tan cercanos es muy inusual y fascinante".
Tanto en Europa como en Asia, hace unos 10 mil años, la agricultura jugó un papel clave en la homogeneización. Pequeñas bandas de cazadores y recolectores se establecieron en aldeas, se expandieron gracias a sus cultivos y con el tiempo dieron lugar a sociedades más similares en términos genéticos.
Sin embargo, a pesar del desarrollo independiente casi al unísono de la agricultura en Papúa Nueva Guinea, el proceso no se replicó allí. Según los expertos, la incongruencia puede indicar que otros procesos históricos en Europa y Asia, como las Edades de Bronce y Hierro posteriores, fueron los acontecimientos clave que modelaron la actual estructura genética de sus poblaciones.
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