Entre tantas conversaciones en inglés y banderas extranjeras, un parlante con música latina emerge entre la multitud. Son 5 rosarinos, agrupados detrás de un parlante ruidoso, los que logran que argentinos, chilenos, colombianos y hasta algún estadounidense curioso se mezclen en un espacio tomado. Un lugar que gana presencia latinoamericana, con su música y sus expresiones, descubriendo que entre los miles de norteamericanos y europeos, una pequeña porción sudamericana también está con ganas de hacer ruido.
La excusa es el spring break, momento en el que los universitarios de Estados Unidos, Canadá, México y otros países del mundo adaptan sus vacaciones de primavera a un festejo que comienza a finales de febrero y se extiende hasta los primeros días de abril, encontrando su punto fuerte durante el mes de marzo.
El Grand Oasis Cancún es uno de los tantos hoteles que los une, pero el más emblemático. Allí, la presencia de ellos es superlativa, pero no pasa mucho tiempo sin descubrir un rostro argentino, que intenta ser parte sin perder los movimientos y gestos básicos tan nuestros.
La cantidad de actividades que se pueden realizar en la Riviera Maya -zona turística que envuelve a Cancún, Playa del Carmen o Tulum- son incontables. Sin embargo, los protagonistas de esta fecha son los millennials, que llenan hoteles y boliches, en noches que comienzan a las 22 y no se estiran más de las 4 de la mañana.
La actitud en grupos permite distinguir con claridad a cada argentino que camina por el hotel. La remera de un club de fútbol o expresiones al paso lo vuelven más sencillo, pero son los movimientos en grupo el factor determinante para descubrirlos. "Me asombra de los argentinos que pueden no conocerse, pero si saben que son argentinos se genera una conversación entre ellos", remarcó Gonzalo, turista chileno.
La búsqueda es constante, casi necesaria. No solo se da entre hombres y mujeres, sino que la necesidad de pertenencia en un ambiente que no regala protagonismos conlleva a la unión de argentinos en cualquier momento, en cualquier lugar. La música es un conector infalible: la cumbia -en su defecto el reggaeton- rompe con la música que predomina durante el día y la noche para crear un espacio pequeño, latino, pero ruidoso.
"Cancún es un lugar espectacular, te relacionás con gente de todo el mundo y en ningún momento parás de hacer cosas. Lo volvería a elegir porque es un lugar soñado para ir con amigos y pasar unas grandes vacaciones", describió Joaquín, de 22 años, oriundo de Belgrano.
La posibilidad de relacionarse con jóvenes de todo el mundo es otro de los factores que vuelve atractivo al spring break. La euforia comienza temprano, en la playa, en donde el alcohol es el nexo y la música el desorden. Cancún es el principal destino de los estudiantes norteamericanos, aunque también son varios los sitios que reciben muchos de estos millennials: Panamá, Bahamas, Jamaica, entre otros.
Por la tarde, el baile prolongado. Son horas en los que el sol y el sonido de varios DJ's hacen mover a cientos de personas que eligen quedarse allí hasta la noche. Bien tarde, la oferta también es amplia: son varios boliches, de diferentes estilos, en una zona céntrica que no supera los 10 minutos de viaje desde el hotel hasta allí.
"Cuando te encontrás con un argentino se vuelve todo más atractivo. Uno suele hacer amigos nuevos, compartir una salida o una cena con gente que no conoce, por el simple hecho de que el estar abierto a relacionarse con personas de tu misma edad y de tu mismo país genera ambientes relajados y festivos", confiesa Micaela, de 23 años, quien seguirá su viaje en Miami junto a sus amigas, aunque promete "volver a Cancún, es lo más".
La relación precio-calidad es un factor determinante en la elección de los jóvenes argentinos, que pagan entre 35 mil y 40 mil pesos por una estadía en un all inclusive, durante 10 días, en un sitio que ofrece una amplia variedad de playas paradisíacas, excursiones variadas, turismo de aventura y la posibilidad de divertirse con gente de su misma edad, de aquí y de allá, convirtiéndose en un lugar que siempre pide volver.
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