La conmovedora historia de amor del recordado Doctor Tangalanga: de conocerse “desde la panza” a un feliz matrimonio que duró 72 años

Desde fines de los ‘80 su humor desembarcó en nuestro país: los casetes del bromista telefónico se pasaban de mano en mano y nacía un nuevo género. Su fan número 1 fue Luis Alberto Spinetta, y también formó parte de la vida de Susana Giménez. El hombre detrás del personaje estuvo casado durante siete décadas con su eterna compañera, Nora. En diálogo con Teleshow lo recuerdan la nieta del humorista y su último representante.

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El Dr. Tangalanga y su esposa Nora visitaron "Causa común" en 1999, cuando llevaban 58 años de casados

Gorra, anteojos, barba candado, y tres objetos como cómplices de sus inolvidables conversaciones: un teléfono, su agenda y el grabador. Así aparecía caracterizado el “Doctor Tangalanga”, un alias que acompañó al hombre detrás del personaje, Julio Victorio De Rissio, durante gran parte de su vida. El humorista que nació en el barrio porteño de San Cristóbal dos años después de que finalizara la Primera Guerra Mundial, dejó como prueba de su existencia los miles de llamados que grabó como Raúl Tarufetti y el Licenciado Varela, entre otros apodos inventados que despiertan una pícara sonrisa en sus fanáticos cuando repasan sus disparatadas conversaciones. Además de comediante también fue el protagonista de una historia de amor única junto a Nora, su esposa durante 72 años.

Pasar casi un siglo juntos supera cualquier comedia romántica, y demuestra que la realidad a veces deja a la ficción como una miniatura frente a las misteriosas flechas de Cupido. En diálogo con Teleshow, Roberto Fasano, el último manager y representante de Tangalanga que lo acompañó diciesiete años de su carrera, coincide cuando recuerda el momento en que la pareja le contó cómo se conoció: “Lo de ellos es impresionante, no sé de nadie que haya conocido a su futura mujer cuando estaba en la panza”.

El Doctor Tangalanga cosechó un arrasador éxito con la venta de sus casetes de conversaciones telefónicas desde principios de los 90s
El Doctor Tangalanga cosechó un arrasador éxito con la venta de sus casetes de conversaciones telefónicas desde principios de los 90s

Julio vivía en una casa que tenía dos habitaciones libres en la segunda planta, y cuando tenía seis años sus padres le alquilaron los cuartos a un matrimonio que esperaba su primera hija. Esa beba en camino era Nora, la mujer que a sus 18 años se casaría con el humorista. Desde su nacimiento creció junto a su futuro marido sin saberlo, y las bromas entre ellos no se hicieron esperar. “Yo la paraba a Norita al lado mío frente a un ropero que tenía un espejo y le decía que cuando me llegara al hombro iba a ser mi novia; ella tenía 6 y yo 13, y tanto jodí, que fue así”, reconoció el cómico en su biografía, “Doctor Tangalanga, el libro de oro”, publicada por Editorial Planeta en 2008.

Cuando la niña cumplió 7 años se mudó a otra casa, pero para ese entonces su familia se había vuelto muy cercana a la de Julio y muchas veces los visitaban. Los siete años de diferencia de edad se hicieron más contemporáneos cuando Nora cumplió 15, y la profecía se hizo realidad: empezaron un noviazgo que sería el principio de toda una vida juntos. Después de tres años pasaron por el Registro Civil, y dieron el “sí” ante los presentes.

Julio Di Rissio en la piel del Doctor Tangalanga: en sus inicios y en su etapa dorada de fama en televisión, teatro y radio
Julio Di Rissio en la piel del Doctor Tangalanga: en sus inicios y en su etapa dorada de fama en televisión, teatro y radio

Yo era más recatada, mucho más tímida que él, y mis padres no me dejaban salir, así que él venía a mi casa a visitarme, y pasó mucho tiempo hasta que nos dimos el primer beso”, relataba Nora en 1999, cuando estuvieron invitados en Causa Común (Canal 13), el programa conducido por María Laura Santillán. En esa misma entrevista la periodista les preguntaba por el “secreto del amor eterno”, ya que superaban los 58 años de casados para ese entonces, y el Doctor señaló a su mujer, como la única condición necesaria para estar enamorado sin límite de tiempo.

El matrimonio tuvo dos hijos y decidieron replicar sus nombres cuando fueron padres: a la nena le pusieron Nora y al varón Julio. Como familia el humor siempre estuvo presente en cada una de las experiencias del bromista que convirtió lo que para algunos jóvenes era una travesura en un género cómico en sí mismo, que cada vez ganaba más adeptos. Antes de que surgiera su alter ego de “vengador telefónico” no había considerado la posibilidad de que sus llamados pudiesen constituir una profesión ni mucho menos un sustento de vida. De hecho, era un empleado ejemplar que cumplía con sus deberes con gran entusiasmo: se desenvolvía como gerente de compras en Colgate-Palmolive, universo en el que recomendaría a una simpática joven que conocía, la aún no famosa Susana Giménez, para una publicidad gráfica de jabones de la marca Cadum, que sería el puntapié de su exitosa carrera.

Junto a Susana Giménez: la diva de los teléfonos era hija de un matrimonio que Julio conocía, y la recomendó para la famosa publicidad gráfica del jabón Cadum
Junto a Susana Giménez: la diva de los teléfonos era hija de un matrimonio que Julio conocía, y la recomendó para la famosa publicidad gráfica del jabón Cadum

Yo le festejo todos los chistes porque me divierto mucho de verdad”, le aseguraba Nora a Santillán en aquella charla en televisión a fines de los ‘90. La mujer de bajo perfil no tenía dudas de que las ganas de hacer reír formaban parte de la personalidad de su marido desde tiempos inmemorables. Ya en la escuela primaria cuando anotaba los nombres de los ausentes en el pizarrón agregaba algunos improperios junto a los apellidos y los desprevenidos maestros leían la lista sin poder evitar caer en el chasco. “Señor, es la última”, se disculpaba el pequeño Julio con sus docentes, y agregaba rápidamente: “Por hoy…”.

Ese espíritu risueño seguía intacto a los 48 años, cuando debutó como bromista telefónico en 1962, en completo anonimato y por una noble causa: su mejor amigo Sixto había sufrido una operación en la cabeza que lo había dejado sin movilidad, y su único consuelo era que conservaba la lucidez para charlar con Julio y recuperar el ánimo con sus ocurrencias. Así fue como Tangalanga grabó por primera vez la conversación con un veterinario, a quien le inventó una historia sobre un perro ficticio llamado Puchi, y la charla hizo llorar de la risa a su convaleciente compañero.

"En lo del Doctor": Tangalanga habla de sus inicios en una entrevista inédita del 2009, realizada por su mánager, Roberto Fasano

En los siguientes dos años grabó más de 30 llamadas, con la intención de que diálogos como los de la tintorería o el “carro atmosférico” actuaran como remedios naturales para la delicada salud de Sixto. En aquellos tiempos el anónimo humorista era además Presidente de la Fundación de Hematología de Buenos Aires, un costado solidario y de labor social que siempre estuvo presente en su vida. Una de las contadas ocasiones donde habló al respecto fue durante una entrevista con Raquel Mancini para el Canal Plus en 2002, y dio a conocer una anécdota que conmovió a sus admiradores: “Había creado una cooperadora para ayudar en los hospitales, y un día escucho que una señora que tenía leucemia estaba en un momento de recuperación, pero se iba a morir a los 25 días; ella era de Salta y hablaban de que sería bueno que fuera a su casa a pasar sus últimos días, que estuviera rodeada de sus seres queridos y no tan lejos”.

“Pregunté cuando se podía trasladar esta mujer a su provincia y me dijeron que podía ser de inmediato, así que fui a comprar los boletos y al día siguiente la llevé hasta el tren, y me ocupé de enviar un telegrama a su familia. Ella se habrá quedado pensando quién era yo, pero lo hice de corazón”, relató. Y luego sumó una reflexión: “Partió el tren y en la calle había un bochinche tremendo, ómnibus, autos, bocinas, un tránsito de locos y yo me preguntaba: ‘¿Dónde va la gente tan apurada? Pensar que esta mujer, va camino a su casa…a morir’”.

El humorista fue presidente de la Fundación de Hematología de Buenos Aires, y creó una cooperadora para ayudar a distintos hospitales, un costado poco difundido de su vida
El humorista fue presidente de la Fundación de Hematología de Buenos Aires, y creó una cooperadora para ayudar a distintos hospitales, un costado poco difundido de su vida

En 1964 el confidente y amigo de Julio falleció, y aunque sus allegados intentaron convencerlo para que siguiera grabando los divertidos casetes, colgó el teléfono hasta 1980. Ese año fue el primer año en que Nora se preocupó seriamente por la salud de su marido, ya que cayó enfermo con una hepatitis que lo dejó en cama por 70 días. Ese lapso de casi dos décadas donde no retomó su incipiente carrera se dedicó de lleno a su profesión originaria: después de 34 años como gerente lo llamaron de la competencia, y aunque dudó en un principio, otro de sus grandes amigos, Tato Bores, le aconsejó que aceptara el puesto en Odol, donde trabajó otros 23 años.

Después de superar la hepatitis Julio recuperó fuerzas y se dejó llevar por el arengue de su círculo íntimo para retomar al fin los llamados telefónicos. Así surgieron algunas de sus desopilantes conversaciones, entre las que se destaca la que mantuvo con un carpintero: “El techo que usted hizo quedó tan mal que cuando llueve salimos al patio, es decir llueve menos en el patio que en la casa. Además, hay neblina adentro del placard; uno busca un sobretodo y a lo sumo encuentra un calzoncillo”. Los reclamos absurdos, como fotocopiadoras que copiaban los textos con errores de ortografía, era uno de sus sellos distintivos, y estuvieron siempre presentes en sus diálogos con plomeros, psicólogos, masajistas y durante las charlas con la “canchita de papi fútbol”, que se convirtió en un clásico.

El Doctor Tangalanga en Café Fashion junto a varias figuras del programa emitido por Canal 9: With Chiqui Abecasis, Esteban Mellino en la piel de su personaje Lambetain, Carlos Sánchez, y Beatriz Salomón
El Doctor Tangalanga en Café Fashion junto a varias figuras del programa emitido por Canal 9: With Chiqui Abecasis, Esteban Mellino en la piel de su personaje Lambetain, Carlos Sánchez, y Beatriz Salomón

Cuando bordeaba su cumpleaños 70 el doctor Tangalanga, apodo que combinaba la idea de “ganga” por los rebusques y “galán” al revés, triunfó en teatro, televisión y radio: participó de Mala reputación (Rock & Pop); del ciclo conducido por Jorge Guinzburg Peor es nada (Canal 13); y de Café fashion (Canal 9). En 1995, después de 57 años ininterrumpidos como empleado, se retiró de sus funciones en Odol, y recién ahí se concentró exclusivamente en su carrera humorística. Esas fueron las épocas en que llegaron las existosas giras por México, Uruguay y Chile, donde convocaba a su público para reírse en vivo y en directo. También mantuvo conversaciones telefónicas con figuras del mundo del deporte, tales como Norberto Osvaldo Alonso y José Francisco Sanfilippo, con Alberto Samid y hasta con el ex Presidente Fernando De La Rúa.

Al poco tiempo se sentaría con Nora en el living de Tal para cual (Telefe), el divertido programa donde Jorge Rossi los entrevistó junto a otras parejas del mundo del espectáculo. “La fidelidad no me costó nada, han intentado moverme el piso pero no pudieron. Pongo una base de respeto en la relación, que es fundamental”, fue una de las sólidas frases de la esposa del humorista ante la prensa. Cuando Julio cumplió 90 años lo celebró en compañía de uno de sus más grandes fanáticos, Luis Alberto Spinetta, y también dijeron presente en la reunión el líder de Divididos, Ricardo Mollo y el bajista Diego Arnedo.

Julio celebró sus 90 años junto a Luis Alberto Spinetta, Ricardo Mollo y Diego Arnedo en una reunión inolvidable
Julio celebró sus 90 años junto a Luis Alberto Spinetta, Ricardo Mollo y Diego Arnedo en una reunión inolvidable

Lo cierto es que “El Flaco” fue un fiel admirador y amigo de Tangalanga, y le expresó su cariño en muchas oportunidades. Incluso dejó asentada una muestra escrita de su eterna gratitud en el prólogo del libro Las cosas que hay que oír, que compila algunas de las llamadas del humorista: “Gracias por tus chistes, pero también por darnos tu ser común y corriente a quienes tenemos la suerte de conocerte un poquito, y por ese personaje tierno y coloquial que no nos abandona nunca, aun cuando el compact se termina, en definitiva, gracias por ser la persona maravillosa que sos”.

Fasano lleva con orgullo el título de “último representante de Tangalanga”, y asegura que Charly García también se confesó fan del personaje. “Cuando se conocieron en persona le dijo que cuando estuvo internado y estaba muy deprimido escuchaba sus CDs para reírse un rato y le levantaba el ánimo”, cuenta conmovido. También atesora la histórica entrevista que le hizo el periodista norteamericano Matt Moffet al humorista para el diario The Wall Street Journal en 2007.

Como acompañante y testigo de la carrera del humorista, el representante confiesa que sueña con que se plasme su vida en una película: “Tuvimos algunos proyectos sólidos porque el guión ya está escrito, pero finalmente no se pudo seguir adelante; ojalá algún productor se interese y tenga ganas de encarar el desafío”. Cabe agregar que Fasano administra la única página oficial de Facebook “Dr. Tangalanga Oficial”, donde lo siguen más de 45.000 personas, y el canal de YouTube @TangalangaOficial, donde se encuentra disponible toda la colección remasterizada de los 54 CDs de las conversaciones del comediante. Recientemente sumó un compilado de hora y media de chistes sin ningún improperio: “Es apto para toda la familia, para escucharlo y reírse un montón; lo armé porque Julio en su vida personal no te decía ni una mala palabra, era un Señor con todas las letras”.

El Doctor Tangalanga muestra su colección de casetes originales, los que empezó a vender por consejo de Tato Bores en 1994 (Gentileza Roberto Fasano)

Otra de las personas que siente una gran admiración por el bromista telefónico es Luciana De Rissio, la nieta de Tangalanga, quien sintió el llamado de la vocación artística desde pequeña y actualmente avanza a paso firme en su carrera como cantante. En diálogo con Teleshow, la intérprete asegura que la personalidad de su abuelo se caracterizaba por la generosidad, y su alma de “justiciero” contra los chantas.

“Tengo los mejores recuerdos. Muchos domingos íbamos a la casa de mis abuelos, él se sentaba en la cabecera, y siempre estaba haciendo chistes. Siempre fue muy amoroso y de ayudar a la gente; estaba siempre rodeado de un séquito de amigos a los que ayudaba constantemente a todo nivel”, revela Luciana. “Me gustaban las salidas que hacíamos, me llevaba al cine, a escuchar jazz, Liza Minnelli, y todo eso a mí me gusta. Hasta el día de hoy que soy artista, lo llevo conmigo: siempre que se enteran que soy la nieta no lo pueden creer, y más en el ambiente de la música del rock donde él es como un dios”, agrega.

El Doctor Tangalanga se despidió del público en una última función en en La Trastienda a sus 94 años
El Doctor Tangalanga se despidió del público en una última función en en La Trastienda a sus 94 años

Trabajador incansable, el humorista ofreció su última función a los 94 años en La Trastienda porteña, y para ese momento ya sufría varios achaques de salud propios de la edad. “A pesar de todo, él le metía humor a la vida las 24 horas”, asegura Fasano. Y rememora un detalle que lo conmueve hasta las lágrimas: “Nunca me voy a olvidar que un día fui a su casa; él estaba en cama porque tenía dolor en las piernas, y cuando su mujer vino a saludarme él le dijo: ‘Oíme Norita, estás más linda que nunca’”.

La triste noticia del fallecimiento del hombre conocido como Tangalanga llegó el 26 de diciembre de 2013. Partió de este mundo a los 97 años, por causas naturales, y una última coincidencia sella su mágica historia de amor de nueve décadas: Nora falleció a la misma edad, siete años más tarde, el 12 de julio de 2020, en el mes que lleva el nombre de su amado. Vivieron la misma cantidad de tiempo, nacieron para encontrarse, para conocer el amor perpetuo y ganarse el cariño de todos los que alguna vez los vieron tomarse de la mano.

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