Milanesas de ala de pingüino y una casa precaria: la epopeya de los 5 argentinos que hace 116 años poblaron la Antártida

El 22 de febrero de 1904 el gobierno argentino se hizo cargo de la estación meteorológica en las Orcadas, transformándose en la primera base de un país en el continente blanco. En homenaje a tan importante acontecimiento y a los hombres que debieron sobrevivir aislados, desde 1974 se conmemora el Día de la Antártida

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William Speirs Bruce y su equipo, en Las Orcadas.
William Speirs Bruce y su equipo, en Las Orcadas.

Fue en marzo de 1903 cuando el escocés William Speirs Bruce, de 36 años, al mando de una expedición científica financiada por la Real Sociedad de Geografía de Escocia desembarcó en la Isla Laurie, la segunda más grande de las que componen las Orcadas del Sur.

Su nombre refiere al cartógrafo Richard Holmes Laurie, quien trazó el primer plano de la isla. El marino británico James Weddell, que marcaría el récord de haber llegado lo más cerca del Polo Sur hasta entonces, posteriormente haría otro.

Bruce y su gente llegaron a bordo del Scotia, un barco ballenero noruego que había sido adaptado para navegar por las heladas aguas del sur. La idea original era llegar al continente blanco. Luego de hacer una escala en las Islas Malvinas, consideró conveniente atracar en las Orcadas.

Construyó una caseta, a la que bautizó el 1 de abril de 1903, como Omond House, en honor a Robert Omond, el director del Observatorio de Edimburgo y uno de los patrocinadores del viaje. La hizo de piedra, que sus hombres acarrearon en trineos desde un glaciar cercano, mientras que para el techo se las arregló con lona cubierta por brea. Además, levantó un depósito para guardar el instrumental. En ese lugar, instaló un observatorio, el primero que tendría la Antártida.

La casa construida  por Bruce en la Isla Laurie.
La casa construida por Bruce en la Isla Laurie.

En manos argentinas

Como el Scotia precisaba ser reparado, pusieron proa a la ciudad de Buenos Aires. Y Bruce le ofreció al gobierno argentino venderle la estación meteorológica por 5000 pesos. Era lo que podían hacer, ya que la expedición carecía de mandato para reclamar ese territorio para su país. El presidente Julio A. Roca, a través del decreto 3073 del 2 de enero de 190, aceptó el ofrecimiento y autorizó a la Oficina Meteorológica -que dependía del Ministerio de Agricultura- a mantener la estación.

A bordo del Scotia, los nuevos integrantes que se ocuparían de la estación meteorológica, a miles de kilómetros de sus hogares, se dirigieron a las Orcadas. Ellos eran Edgard Smula, que estaría al frente de la oficina meteorológica; el uruguayo nacionalizado argentino Luciano Valette, empleado de la oficina de zoología; y el estafeta Hugo Alberto Acuña que, a sus 19 años, su responsabilidad sería la flamante Estafeta Postal Orcadas del Sur. Los acompañarían en su nuevo destino el meteorólogo Robert Mossman y William Smith, integrantes del grupo de Bruce.

Serían el primer grupo en toda la historia en vivir en forma permanente en la Antártida.

El 22 de febrero de 1904 le tocó a Acuña izar la bandera argentina, por primera vez, en las Orcadas.

En soledad

Durante un año, vivirían aislados, en una casa de 9,50 por 5,50, sin atención médica de ningún tipo y debiendo procurarse sus alimentos. Cazaban cormoranes a tiros de escopeta, mientras que a los pingüinos y focas los mataban a palazos. Solían preparar alas de pingüino en milanesa y huevos fritos en grasa animal.

En 1928, comenzarían a tener la compañía de perros. Uno de los primeros se llamaba Chichilo.

Los restos de la casa hecha por la gente de William Bruce. La foto es de 1933, tomada por Soiza Reilly y publicada en Caras y Caretas.
Los restos de la casa hecha por la gente de William Bruce. La foto es de 1933, tomada por Soiza Reilly y publicada en Caras y Caretas.

Los integrantes del grupo se turnaban para medir la temperatura, la humedad, la presión, la nubosidad, la intensidad de los vientos, la altura de la nieve y hasta las horas en que había luz solar. Estos datos, algunos de ellos relevados cada cuatro horas, lo volcaban en una planilla. Los estudios hidrográficos, meteorológicos y de magnetismo terrestre, que ya el escocés Bruce había comenzado a anotar, sentarían las bases para los futuros estudios sobre el cambio climático.

La Corbeta Uruguay, con sus 30 años de servicio a cuestas, fue la que se encargó a partir de 1904 de los relevos. Llegaría a cubrir 12 temporadas.

En 1905 se inauguró la primera estación telegráfica antártica, con lo cual comenzaron a enviarse datos científicos al continente. Además, se amplió la precaria base, al traerse de Buenos Aires una casa prefabricada de madera, que se armó en dos semanas. Pasaría a llamarse Casa Moneta, en honor a José Manuel Moneta, técnico del Servicio Meteorológico, quien realizó diversas expediciones a las Orcadas. Moneta volcaría sus impresiones en el libro “Cuatro años en las Orcadas del Sur”.

La casa de Moneta, hoy convertida en museo.
La casa de Moneta, hoy convertida en museo.

En 1906 el gobierno de Figueroa Alcorta dispuso el nombramiento de funcionarios para distintos puntos de las Orcadas, como el observatorio, y que dependiesen de la gobernación de Tierra del Fuego.

Si bien la oficina de correos había sido cerrada, se la reactivó en 1942 para incluirla como un argumento más en los reclamos de soberanía de nuestro país ante las continuas protestas inglesas, quienes sostenían que Bruce le había vendido a nuestro gobierno la estación meteorológica y no la isla.

El lugar cuenta con un cementerio, que alberga una docena de tumbas. El primer entierro data de 1903.

El primer contingente turístico

Las Orcadas también fue el primer punto de la Antártida en recibir un contingente turístico, y obviamente fue fruto de la casualidad. En las continuas misiones desarrolladas por la Marina, en 1933 el Transporte Pampa partió de Buenos Aires con destino a Ushuaia. Llevaba un grupo de turistas, entre los que estaba el periodista de la revista Caras y Caretas, Juan José de Soiza Reilly, quien viajaba con su esposa y su hija. A esta altura de su vida era reconocido por los reportajes y notas que escribía, y solía entrevistar a personajes de toda laya, como fue el caso del Petiso Orejudo, Mateo Banks, entre tantos otros.

El buque había hecho escala en Mar del Plata y cuando llegó a Ushuaia su capitán, el Teniente de Navío Angel Rodríguez, propuso a los pasajeros que lo acompañasen en su viaje a las Orcadas, a las que debía llevar provisiones y relevar al personal.

Cuentan que el único que no accedió fue el agregado naval norteamericano, quien permaneció en la ciudad fueguina. Pero el resto sí pudo hacerlo, y en la edición del 29 de abril de 1933 de Caras y Caretas hay una nota de tres páginas, con varias fotos, de la isla Laurie.

“Aquí, Orcadas”

En 1925, Moneta y su grupo intentó, sin éxito, instalar una estación radiotelegráfica. Pero el 30 de marzo de 1927, lo lograrían. Así lo cuenta en su libro: “De improviso sonaron unas notas graves que hirieron los oídos y saltamos de los asientos para ponernos de pie. Era el Himno de la patria lejana que nos llegaba del norte, de cuatro mil kilómetros…”.

La base argentina, en la actualidad.
La base argentina, en la actualidad.

“Nosotros, allí en el sur, bloqueados por los hielos, lo escuchábamos de pie. Vi que los ojos de Casariego se empañaban por las lágrimas, y cuando miré a Fállico y a Baldoni, estaban profundamente emocionados. Los labios de Jaramillo se agitaban como queriendo decir algo y me di cuenta que quería entonar las estrofas del Himno patrio, hasta que sobreponiéndose a la turbación de su alma, dejó oír su cálida voz de tenor. Todos de pie, inmóviles, lo seguimos y a no dudarlo debió ser extraño el grupo que formábamos coreando aquella canción, cuya música nos llegaba al alma del éter”.

Fuentes: Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina / Cuatro años en las Orcadas del Sud, de José Manuel Moneta / Revista Caras y Caretas

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