Representó a Versace, Armani y Valentino, es bandoneonista y creó en el Riachuelo un centro donde le enseña a los chicos los secretos del tango

En el legendario Puente Alsina, Carla Algeri fundó un proyecto musical inédito: grandes maestros se convirtieron en maestros de niños y ancianos. Pero su vida no fue solo música: estudió ingeniería textil y fue representante en la Argentina de las grandes marcas de la alta moda. Hoy dirige una orquesta de tango, el jueves 24 dará un recital en el CCK y en noviembre tocará en el Teatro Colón

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Entrevista a la bandoneonista y compositora

Carla Algeri parece una Audrey Hepburn canyengue, con el flequillo absoluto que acompaña todos sus gestos. Tiene unos ojos tan celestes que casi es imperdonable que los cierre cuando toca el bandoneón:

-Se dice que Aníbal Troilo cerraba los ojos para verlo todo. A mí me pasó que cuando mi hijo Nicolás era muy chiquito yo estaba estudiando en casa. Él pasó por el cuarto jugando y me pidió que le hiciese upa. Entonces me preguntó: “¿Mami, por qué cerrás los ojos cuando tocás?”. Yo no me había dado cuenta. Le pedí que me preguntara otra vez, mientras pensaba qué contestarle. Y le dije: “Porque de esa manera se puede ver la música por dentro”. Entonces me pidió el bandoneón, se lo puse sobre su regazo, lo abrió, cerró los ojos y tocó una tecla. Y me dijo: “Mamá, tenés razón”. Y siguió jugando. A mí me pasa que cuando toco y cierro los ojos somos solamente mi bandoneón y yo.

Le pregunto por su bandoneón. Y se emociona al contarme la historia, que arranca en su infancia:

-Este fue mi primer bandoneón. Vos sabés yo soy de Burzaco, en Almirante Brown. Yo iba a un conservatorio desde muy pequeña, tenía 5 años. Era una casa que estaba en un casco muy grande, en el medio de un bosque de pinares y en los tiempos libres salía como a corretear.

-¿En ese conservatorio qué instrumento tocabas?

-Primero la guitarra y inmediatamente el piano. Un día, andaba por ahí jugando en ese parque, entre esos pinares. Había un bebedero de mármol y allí me topé con un bandoneonista, él estaba con su pie apoyado en la conexión de agua del bebedero, estaba con su bandoneón, tocando. Y yo quedé extasiada. Llegué a mi casa y no paré de decirle a mis padres que yo quería tener un instrumento como ese bandoneón. Te imaginás que pasó mucho tiempo hasta que eso fue posible.

-¿Y cómo llegó el bandoneón?

-Vecino de mi casa era el maestro Alejandro Barletta, gran bandoneonista clásico. Mi padre fue un día a lo de don Alejandro y le dijo: “Quiero comprar un bandoneón para mi hija”. Y entonces fueron a lo de Don Isaac, que era la única casa de música que había en el municipio. El negocio se llamaba “Casita de música”. Allí había muchos bandoneones. Don Alejandro probó cada uno de esos bandoneones, la gente se amontonaba en la entrada para escucharlo. Y Alejandro le dice a mi padre: “Mire Miguel Ángel si tuviese dinero compraría este bandoneón”. Y este es el bandoneón que de las manos de Alejandro Barletta llegó a mi casa cuando yo ya tenía 16 años. Y hasta el día de hoy lo tengo conmigo.

-¿Es un doble A?

-Sí, es un doble A, del año 1929, nacarado, de la serie de los 10.000 a los 20.000. Un instrumento que hasta ese momento había tenido sólo una afinación. Es un gran bandoneón.

El sueño de carla se fue cumpliendo, y en el Polo Bandoneón se dictan clases gratuitas de bandoneón, clarinete, flauta, violín, viola, violonchelo, contrabajo, canto, guitarra, piano, baile, orquestación, arreglos, interpretación, práctica orquestal, historia del tango y filete
El sueño de carla se fue cumpliendo, y en el Polo Bandoneón se dictan clases gratuitas de bandoneón, clarinete, flauta, violín, viola, violonchelo, contrabajo, canto, guitarra, piano, baile, orquestación, arreglos, interpretación, práctica orquestal, historia del tango y filete

Se me ocurre que no podría haber un ambiente mejor para hablar de bandoneones que el lugar en el que estamos: Puente Alsina.

Allí donde el los autos y los colectivos que salen de la ciudad de Buenos Aires por la Avenida Sáenz cruzan el Riachuelo y llegan a Valentín Alsina, donde la calle se transforma en Remedios de Escalada. En ese lugar del que Carlos de la Púa dijo “sos como un tajo en la jeta de la ciudad”. Y del que Raúl González Tuñón aseguró “los ladrones y los poetas no te tenemos miedo”.

Porque en esa construcción inconfundible, de paredes blancas y frisos amarillos, con los capiteles que ratifican su estilo neocolonial, tiene su sede el Polo Bandoneón.

-¿Qué es esto, cómo nació?

-El Polo Bandoneón es un centro cultural que nació como un compromiso ante la UNESCO, cuando redactamos la petición para que el tango fuese proclamado Patrimonio de la Humanidad. Había que comprometerse a determinadas acciones y cuando logramos la aprobación de la UNESCO el ingeniero Hernán Lombardi, que era el ministro de Cultura en ese momento, me llama y me dice “y ahora qué…”. Y yo le dije ahora tenemos que cumplir con aquello que nos comprometimos.

-¿Y qué le propusiste?

-Poner un centro cultural. Y me dijo “¿y dónde te gustaría?”. Le respondí como decía Jorge Luis Borges: “En los confines de la ciudad de Buenos Aires, en el edificio del Puente Alsina”.

-¿Qué había en el lugar?

-En ese momento estaba ocupado, todo destruído, vandalizado. Se hizo un estudio completo, se reubicó a las familias y se hizo la puesta en valor. Eso, en cuanto al edificio. Para mí era muy importante que este lugar tuviese primero clases totalmente gratuitas de todo lo vinculado con el lenguaje del tango y que tuviese la posibilidad de que los grandes referentes de nuestra lengua madre le dieran clases a toda la comunidad, desde un nivel inicial.

El plan se fue cumpliendo y hoy en el Polo Bandoneón se dictan clases gratuitas de bandoneón, clarinete, flauta, violín, viola, violonchelo, contrabajo, canto, guitarra, piano, baile, orquestación, arreglos, interpretación, práctica orquestal, historia del tango y filete.

Carla es el motor de la idea y la cuenta con pasión:

-Tenemos tres orquestas… Una que es la del semillero, luego un nivel intermedio para aquellos que ya tienen intenciones de seguir en la música y finalmente algo que nos estaba faltando y que nos falta en muchos lugares del mundo, que es un nivel de especialización A veces uno sale de los conservatorios y no está preparado para ganar concursos o para entrar en las orquestas. Quería darle a los jóvenes y a toda la comunidad porque es para todo el rango etario, aquello mismo que yo había recibido.

-¿Quién es el alumno más veterano?

-Manuel, que estudia el bandoneón y tiene 92 años… ¡Toca como los dioses!

Pese a que el lugar no tiene demasiada difusión, la convocatoria es muy grande:

-Superamos los 700 inscriptos y hemos llegado a tener 1500. La cantidad de anotados en bandoneón es sorprendente y también hay muchos alumnos en guitarra y en canto. No podemos recibir menores de edad si no están acompañados de sus padres, porque no tenemos la infraestructura. Antes, cuando teníamos las escuelas, recibíamos desde los 6 ó 7 años en adelante y cada escuela no bajaba de 100 integrantes. Teníamos en Soldatti, en Cildáñez…

Carla Algeri y su bandoneón se presentarán en el CCK el 24 de octubre y el noviembre tocará en el Teatro Colón
Carla Algeri y su bandoneón se presentarán en el CCK el 24 de octubre y el noviembre tocará en el Teatro Colón

Carla no oculta que los cambios de funcionarios provocaron dificultades:

-Muchas. Cuando se fue Lombardi tuvimos continuidad con Darío Lopérfido. De hecho terminó con la puesta en valor del edificio, hizo crecer este proyecto enormemente. Luego vino el ministro Ángel Mahler y realmente perdimos todo: el presupuesto, la seguridad, cerraron las escuelas que teníamos en Soldatti y en Cildáñez que eran el semillero. Allí empezábamos, porque queríamos que los chicos que tal vez no tienen los medios para estudiar con grandes maestros, lo puedan hacer con Colángelo, con De la Vega, con Gíntoli, con Nozzi, con Pugliano, con Rivas. Por eso tengo un profundo agradecimiento para ellos, porque sin cobrar honorarios por mucho tiempo, cada maestro ha venido y dado sus clases siempre, siempre, siempre.

La luz entra a raudales por los ventanales de la torre del Puente Alsina, en la avenida Sáenz 1480. Abajo, en el 32 o en el 128, alguien repite el gesto cotidiano de viajar en colectivo por encima del Riachuelo.

El Polo Bandoneón, propone una actitud integradora. Y Carla tiene especial interés en subrayarlo:

-Está abierto para todo el mundo, incluso para el que quiere venir a ver cómo es y que no va a ser músico. Y algo muy especial: también tenemos chicos jóvenes y adultos con capacidades diferentes. Trabajamos con eso y es muy emocionante ver cómo progresan.

Miembro de honor del Consejo Internacional de Arte de la UNESCO, Carla ha tocado en Francia, Alemania, Hungría, Estados Unidos, España y viaja varias veces por año a Portugal y a Colombia, donde ejerce su tarea como docente de tango. Su próxima actuación en Buenos Aires será el jueves 24 de octubre en la sala Argentina del CCK, donde interpretará el concierto para bandoneón y orquesta de cuerdas:

-Tendré el honor de tocar junto al director y concertino Rafael Gíntoli y grandes solistas invitados. Y el sábado 9 de noviembre estaremos en el Teatro Colón.

Quienes asistan a esos conciertos, advertirán que -como Joss Stone, Cesaria Évora y Marikena Monti- Carla actúa descalza:

-El bandoneón siempre fue planteado para los hombres, si bien en su momento estuvo Paquita Bernardo, una de las pioneras de nuestro oficio. El bandoneonista de orquesta toca sentado y tiene zapatos, como lo usan los hombres. Para el tango es necesario que los pies del bandoneonista estén planos sobre el piso, bien apoyados. Y como no puedo usar los tacos de los zapatos de mujer, me descalzo.

Esta confesión sobre el calzado puede sorprender, pero no tanto como una referencia a la ropa, a la moda, que Carla evoca como parte de su vida :

-¿Qué tienen que ver con tu vida las marcas Valentino, Versace, Salvatore Ferragano, Max Mara, Armani, Hugo Boss?

-Bueno yo estudié ingeniería y me dediqué al producto textil. En un momento acá en la Argentina había un background muy interesante en la industria textil que tenía que ver con la sastrería masculina, con empresarios muy serios que tenían muy claro todo lo referente a la fabricación en sí misma. Yo me capacité con Sergio Finet que tenía la empresa De-De. Y ya en la década de los 90, cuando estaba abierta la importación aquí en la Argentina, junto con quien es el padre de mis hijos, un gran empresario, trajimos y pusimos todos los locales de Giorgio Armani, Max Mara, Salvatore Ferragamo, Versace… El primero que llegó fue Valentino. Algo increíble, una gran experiencia.

Pero esa fructífera etapa empresarial y el consiguiente bienestar económico no la hacían feliz:

-Era un momento de la vida en el que yo tenía como una profunda nostalgia por el tango, porque en medio de esa vorágine no había tiempo ni espacio para la música. Y un día dije “yo tengo que volver a mi música y tengo que volver a estar con el tango”. El bandoneón estaba en la casa de mi abuelo Sebastián. Lo fui a buscar y empezó una nueva etapa en mi vida.

-Ahí fue que tomaste contacto con Rodolfo Mederos.

-Sí. Yo quería formarme al lado de alguien que hubiera estado en la orquesta de Osvaldo Pugliese. Comencé a estudiar el bandoneón con él en 1997, estuve en su orquesta hasta 2006, cuando me citó en el bar “El Celta”, de Sarmiento y Rodríguez Peña y me dijo: “Te llegó el momento, tenés que irte de la orquesta, tenés que crecer”.

"El tango es patrimonio de la humanidad y nuestro país tiene que ser la vanguardia de su conservación y de su difusión. Y a veces, en el exterior tenemos más eco", dice Carla
"El tango es patrimonio de la humanidad y nuestro país tiene que ser la vanguardia de su conservación y de su difusión. Y a veces, en el exterior tenemos más eco", dice Carla

En la biografía de Carla Algeri no faltan los momentos difíciles. La desvinculación de la orquesta de Mederos coincidió con su separación matrimonial:

-Y las marcas internacionales ya no estaban.

-No, no estaban. Ya estaba separada del papá de mis hijos, que eran chiquitos, para mí no fue simple. Me encontré parada en esa esquina, con mi bandoneón al lado mío y yo dije y ahora qué. Y aprendí otro oficio, porque yo era un músico de atril. Y me dije: “Tendré que aprender a acompañar cantores”. Yo ya había empezado mi relación de pareja con un gran cantor, Eduardo Pulis. Entonces empecé a ir con Eduardo a los lugares en los que él actuaba y esperaba que terminara la vuelta de la noche y le preguntaba a los bandoneonistas. Allí en ese momento estaba Hugo Pagano, el gran bandoneonista de D’Arienzo. “Maestro yo le puedo pedir algo”. “Sí como no, querida”. “Usted lo puede acompañar a Eduardo un poquito en ‘Lo que vos te merecés’” ¡Te imaginás, a las tres de la mañana!

-Vos para mirar.

-Claro, Eduardo cantaba “Lo que vos te merecés” cuando estaba todo terminado. Hugo tocaba eso y yo miraba, iba a mi casa para tocarlo y le decía a Eduardo si lo podía cantar. Así empecé a darme cuenta de cómo era y fui aprendiendo ese otro oficio de la música de tango.

Hoy, consagrada bandoneonista, directora, compositora y arregladora, Carla Algeri se multiplica como artista y como docente. Y mantiene sus ideales:

-Esto es una apuesta a largo plazo. Lo que sí me importa es poder transmitir, construir. El tango es patrimonio de la humanidad y nuestro país tiene que ser la vanguardia de su conservación y de su difusión. Y a veces, en el exterior tenemos más eco.

La mujer de los ojos celestes sigue soñando nuevos proyectos. Aunque al mismo tiempo trata de conseguir una conexión de agua corriente para su espacio de trabajo, en la cúpula del Puente Alsina: “La venimos pidiendo desde hace mucho”.

Por las ventanas se ve al Riachuelo, que más que separar une a Pompeya con Valentín Alsina.

Y aunque el barrio ha cambiado mucho, la voz de Jorge Vidal sigue invicta junto a la orquesta de Osvaldo Pugliese, repitiendo los versos de Benjamín Tagle Lara:

“Viejo puente, solitario y confidente, sos la marca que, en la frente,
el progreso le ha dejado
al suburbio rebelado
que a su paso sucumbió”.

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