Cómo el aceite procesado puede confundir tu reloj biológico

Una investigación revela que el balance de grasas en la dieta influye en la forma en que el cuerpo se adapta a las estaciones, afectando señales cerebrales que regulan el metabolismo

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Un estudio de la Universidad
Un estudio de la Universidad de California, San Francisco, relaciona los aceites hidrogenados con la incapacidad del metabolismo para adaptarse al invierno (Imagen Ilustrativa Infobae)

El cuerpo humano puede perder el sentido de las estaciones sin que lo notemos. La composición de las grasas en los alimentos influye directamente en el reloj biológico. No importa la cantidad de grasa consumida, sino el equilibrio entre grasas poliinsaturadas y grasas saturadas, ya que este balance activa señales en el cerebro y determina si el metabolismo se adapta al frío o al calor.

Un estudio realizado por la Universidad de California, San Francisco (UCSF) demostró que la proporción de ciertas grasas en la dieta puede confundir el sistema biológico encargado de regular el metabolismo estacional. Según resultados, este equilibrio de grasas funciona como una señal clave para que el cuerpo adopte un metabolismo propio del verano o del invierno.

Aceites procesados y dificultades de adaptación

El equipo de investigación, liderado por Ying-Hui Fu, Louis J. Ptáček y Daniel Levine, analizó cómo diferentes tipos de grasa afectan la capacidad de adaptación de los ratones ante cambios simulados de estación mediante la luz ambiental.

Study Finds destacó que los animales alimentados con aceites procesados, en especial aceites hidrogenados, tuvieron dificultades para ajustarse a condiciones invernales: sus relojes internos permanecieron en modo veraniego, con temperaturas corporales elevadas y respuestas metabólicas poco habituales frente al entorno simulado.

Investigadores de la UCSF comprobaron
Investigadores de la UCSF comprobaron que los aceites procesados dificultan la adaptación metabólica a las condiciones de frío en los ratones (Imagen Ilustrativa Infobae)

Uno de los hallazgos principales fue el papel de las grasas poliinsaturadas (PUFA) y las saturadas. En la naturaleza, muchas especies incrementan la acumulación de poliinsaturadas en los tejidos durante el invierno, lo que favorece la flexibilidad celular y la adaptación al frío.

Una dieta rica en PUFA indica al organismo que se trata de condiciones invernales, mientras que un consumo bajo de estas grasas señala la llegada del verano, cuando los animales tienden a almacenar energía. Cuando los ratones consumieron menos poliinsaturadas, se adaptaron más lentamente a los ciclos de luz invernales y aceleraron su respuesta a condiciones veraniegas, lo que demuestra que la composición de grasas funciona como un “calendario estacional” para el cerebro.

Solo la composición grasa modifica la adaptación

El estudio también comprobó que, al comparar dietas con igual cantidad de calorías pero diferentes tipos de grasa, solo la composición grasa modificó la velocidad de adaptación de los ratones a los cambios de luz.

Study Finds informó que los análisis de tejido cerebral mostraron que las dietas bajas en poliinsaturadas provocaron un cambio específico en el hipotálamo, la región cerebral responsable de regular el metabolismo y los ritmos diarios, lo que llevó a una mayor producción de moléculas de señalización y a un aumento de la temperatura corporal.

Para profundizar, los investigadores ofrecieron a distintos grupos de ratones dietas ricas en aceite de maíz natural (alto en poliinsaturadas) y en aceite de maíz parcialmente hidrogenado, donde parte de las poliinsaturadas se transforman en saturadas.

Estudio compara el efecto del
Estudio compara el efecto del aceite de maíz natural y parcialmente hidrogenado en la temperatura corporal de ratones (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los ratones que recibieron aceite hidrogenado presentaron el mismo patrón que el modo verano: mayor temperatura, dificultad para ajustarse al invierno y menos señales de frío. El equipo subrayó a Study Finds que “los aceites hidrogenados eliminan la señal de ‘invierno’ que está presente en los alimentos de temporada”.

Genes, restricción calórica y señales independientes

El estudio empleó ratones modificados genéticamente, que lograron adaptarse a los cambios estacionales sin verse afectados por el tipo de grasa consumida, a diferencia de los ratones normales, cuyo metabolismo sí dependió de la composición grasa. Esto demuestra que tanto el tipo de grasa como el aporte calórico influyen de manera independiente en la adaptación del organismo al entorno.

El consumo habitual de alimentos
El consumo habitual de alimentos ultraprocesados y la exposición a luz artificial podrían provocar obesidad y trastornos del sueño por la confusión del reloj interno (Imagen ilustrativa Infobae)

Según Study Finds, en humanos existe una vía biológica similar, aunque aún no está claro si el efecto es el mismo. Los investigadores advierten que el consumo constante de alimentos procesados y la luz artificial podrían provocar una confusión estacional, desincronizando el reloj interno y favoreciendo problemas como obesidad y trastornos del sueño, aunque se requieren estudios directos en personas para confirmarlo.

Los investigadores destacaron que las grasas poliinsaturadas, responsables de enviar la señal invernal, poseen una estructura química frágil. Por este motivo, la industria alimentaria recurre al procesamiento para conservar alimentos como snacks, productos horneados y frituras, lo que modifica involuntariamente las señales biológicas de temporada de quienes los consumen.