La trama detrás de la caída del comisario Potocar

Fuentes cercanas al jefe de la Policía de la Ciudad hablan de una vendetta de camarillas de oficiales. Contradicciones en la causa, la denuncia anónima hecha por un gendarme, quién filmó la cámara oculta y la recusación en contra de Campagnoli

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José Pedro Potocar,  jefe de la Policía de la Ciudad, hoy preso.
José Pedro Potocar,  jefe de la Policía de la Ciudad, hoy preso.

José Pedro Potocar, jefe de Policía de la Ciudad, seguirá preso hasta nuevo aviso. Poco antes del miércoles al mediodía, el doctor Ricardo Farías, el juez que firma la causa que lo investiga, denegó el pedido de excarcelación presentado el día anterior por el abogado defensor Christian Poletti.

En su escrito, Farías ratificó los argumentos esgrimidos por el fiscal del expediente, José Campagnoli, cuando aseguró que "resulta insoslayable mencionar que la organización delictiva era dirigida por Potocar". Es decir, no sólo lo imputa de participar, sino también de ser el jefe de la oscura red de comisarios como el hoy prófugo Norberto Villareal, acusados de coimear a trapitos y comercios de Núñez y Saavedra a cambio de protección.

Farías también apuntó que el comisario "sólo se encuentra suspendido en su cargo de jefe máximo de una de las fuerzas de seguridad del país" y que tiene suficientes medios para "entorpecer el curso de la investigación". El juez afirmó que estar dos días preso no es algo desproporcionado. Luego, citó jurisprudencia sobre un viejo capo de la piratería del asfalto. Así, el juez mantuvo a Potocar encarcelado, negándole cualquier tipo de fianza.

Lo cierto es que Farías metió preso a Potocar con cierta prisa. Campagnoli había pedido su detención e indagatoria el miércoles de la semana pasada. Farías recién firmó la orden el día de ayer por la mañana, al comienzo del horario judicial, mientras Potocar entraba a Tribunales junto a su abogado y su hijo: un empleado redactó el pedido mientras el comisario subía las escalinatas. Que el jefe de la Policía porteña llegaba al edificio de la calle Talcahuano a ponerse a derecho era básicamente vox populi; ya lo habían anunciado varios medios de comunicación.

Curiosamente, Farías en su orden habla de que Potocar y otros imputados "no comparecerán voluntariamente e intentarán eludir el accionar de la Justicia". Lo irónico es que el comisario regresó de Estados Unidos, donde visitaba a su hermana, tras enterarse de su imputación la semana pasada.

La orden firmada por el juez hablaba de allanar a Potocar para que sea detenido y llevado a indagatoria. El comisario hasta ahora no fue indagado. Su domicilio en Morón sigue sin ser allanado, así como su despacho, algo llamativo de cara a la acusación de ser el jefe de una asociación ilícita. Mientras tanto, su defensa se refuerza.

Hoy no solo lo representan el doctor Poletti, que este jueves apelará la decisión de Farías junto al abogado policial Raúl Alcalde: se suman los abogados Gabriel Iezzi -que tiene un vínculo de más de 35 años con Potocar- junto a Hernán Vega y Víctor Varone, de cara a un expediente que ya tiene 17 cuerpos y más de cuatro mil fojas.

Por lo pronto, aseguran en la defensa, se presentarán pruebas que refutarían los dichos de los subcomisarios Hernán Kovacevich y Marcelo Stefanetti, los arrepentidos estrella en la causa de Campagnoli que actuaron en la comisaría 35º de Núñez, el eje de la causa, y que complicaron a Potocar con declaraciones hechas en marzo de este año, ampliaciones de indagatorias mientras estaban presos.

"Hay procesados con ocho causas que están libres", ironizan cerca del comisario. En más de 35 años de carrera, Potocar pasó por áreas como Drogas Peligrosas, fue comisario en la dependencia número 17º de Recoleta, también actuó en la 1º y en la 3º. Es difícil que un comisario en ejercicio no tenga una denuncia penal en su contra, al menos, por figuras como abuso de autoridad. Infobae consultó los registros de la Cámara Criminal y Correccional sobre la calle Viamonte: la única causa que menciona a Potocar como imputado es la de Farías y Campagnoli.

El cuaderno encontrado en el allanamiento a la comisaría 35º, comandada por el hoy prófugo Norberto Villareal, es un eje de polémica. Contiene la sigla "DGC" junto a una cifra. Campagnoli y su equipo infieren que corresponde a la Dirección General de Comisarías que Potocar comandaba al momento de iniciada la causa en 2016. A pocos centímetros de la sigla se pueden leer las iniciales "DA". El subcomisario Kovacevich habló al respecto ante Campagnoli: sus dichos constan en la foja 3037 del expediente, lado reverso, presente en el cuerpo número 16. "DA" no sería otro que Ricardo de Armas, el predecesor de Villareal en la 35º.

(NA)
(NA)

Kovacevich apuntó el 30 de marzo de este año. Lo que dice revela una supuesta práctica al menos turbia: "Se puede notar que en la columna de derecha arriba, donde dice las siglas 'DA', hace alusión al comisario anterior De Armas, el cual le habría pasado los montos que tenía que dar a cada uno de los allí nombrados. Esta situación no es un secreto a voces ya que en el mundillo policial los comisarios pagan por ir a las comisarías a cambio de elevar la cuota a los jefes que los colocan ahí".

De Armas fue removido de su silla en 2014, durante la gestión de Sergio Berni. La fiscalía de Campagnoli no le realizó pericias al cuaderno: está convencido que pertenece al comisario Villarreal. Potocar asumió la titularidad de la DGC en enero de 2016. Números de sumarios en el documento, afirman cerca del fiscal, pertenecen a ese año. Sin embargo, el nombre explícito o las iniciales del jefe de la Policía de la Ciudad no aparecen.

Campagnoli también habla de presuntos negociados en el marco de la "asociación de amigos" de la comisaría 35º. Las "asociaciones de amigos" fueron una institución histórica de las 54 comisarías porteñas, ligas de vecinos que nominalmente colaboraban con las dependencias con pequeños montos. Su cierre el año pasado con la llegada de la nueva Policía de la Ciudad molestó a varios comisarios. "Esa plata se usaba para pagar el wi-fi y el toner de la impresora", decía un jefe de independencia. Curiosamente, habría sido Potocar quien decidió cerrarlas, según afirman cerca del comisario.

"Con el talonario se podía hacer cualquier cosa, la idea era terminar con cualquier foco de sospecha", asegura un colaborador. La decisión fue avalada e impulsada por Martín Ocampo, el jefe político de Potocar.

El expediente contra Potocar, casualmente, se abre en su primer cuerpo con una actuación iniciada por Villareal y Kovacevich. La causa tiene dos vías de inicio. El primero, un posteo en un sitio de noticias, Precinto 56, que hablaba de negociados  en la comisaría 35º, con una supuesta carta enviada por vecinos a Campagnoli. La otra vía es un poco más llamativa: fue a través de una denuncia anónima recibida por el Ministerio de Seguridad de la Nación a mediados del año pasado.

El abogado Raúl Alcalde planteó la nulidad de la denuncia ante Casación. El escrito que presentó, al que accedió Infobae, revela la trastienda del informe. Su autor, hasta ahora desconocido, fue M.A.M, un sargento retirado de Gendarmería. El informe fue detallado, hasta incluía reportes comerciales de los implicados en la trama, Potocar incluido: el gendarme presentó tres números de teléfono usados por el jefe de la Policía de la Ciudad, en ese entonces titular de la DGC.

La Justicia pudo rastrear dos IPs de Internet usados por M.A.M para obtener esos reportes comerciales. Uno fue el de su propia casa; el otro, una unidad de Gendarmería sobre la calle Chilavert en Pompeya. Alcalde, por ejemplo, preguntó en su escrito si hubo superiores de M.A.M que estuvieran al tanto del informe, o si lo hizo a espaldas de sus jefes.

El gendarme retirado aseguró tener un buen amigo en la comisaría 35º: un policía con rango de suboficial. En los últimos días, varios canales de televisión mostraron una cámara oculta proveniente de una reunión protagonizada por el comisario Villareal.

La cámara oculta llegó a la Justicia adjunta en el informe del gendarme. De acuerdo con el escrito de Alcalde, que cita a las fojas 1471 a 1476 de la causa, así como fuentes en la fiscalía de Campagnoli, quien filmó y entregó el video a la Justicia no fue otro que el suboficial amigo del gendarme denunciante.

A ver quién tira

Si Potocar es realmente inocente, ¿qué enemigos puede tener para que causen su caída, para que un comisario por lo visto sin causas previas termine preso en una semana? Se habla de una trastienda política, o de una revancha venida de la Policía Federal tras el cisma entre PFA y la nueva fuerza.

Sin embargo, un comisario veterano afirma: "A los turbios los conocemos. Pisan cabezas para llegar, se ganan enemigos. Y cuando caen, los enemigos salen a tirar con todo. Acá a Potocar nadie le tira nada. No fui su amigo personal, pero le tuve mucho respeto como policía, hasta admiración".

Otros hablan de rencores por rango y jerarquía, una puñalada corporativa, la mano negra de una camarilla policial. "Potocar llegó a la DGC con más mando que tipos con más chapa que él. Para un civil es una boludez, pero un poli, y menos un comisario, no lo perdona", afirma alguien que conoce las internas de las comisarías y superintendencias.

Potocar, por ejemplo, fue una suerte de ahijado del comisario Juan Carlos Raffaini en su carrera policial. Raffaini había sido jefe de Drogas Peligrosas a fines de los 90. Su renuncia en 1998 generó un shock dentro de la fuerza. "Raffaini no le tenía paciencia a los corruptos, se fue por la corrupción en la fuerza y se hizo varios enemigos", dice otro conocedor: "Potocar heredó a esos enemigos". Raffaini, ya retirado, contactó al comisario por teléfono la noche antes de que sea detenido.

Por lo pronto, la defensa del jefe de la Policía de la Ciudad anuncia un paso agresivo que podrá causar un vuelco en el expediente: pedirá a la Justicia que Campagnoli sea recusado.