La ciudad de Trujillo enfrenta una nueva ola de violencia alimentada por la disputa entre organizaciones criminales que buscan controlar el cobro de cupos a colectiveros. Los choferes, que ya convivían con extorsiones diarias, ahora deben decidir a qué banda pagar para evitar represalias. La situación ha escalado a tal punto que los delincuentes han difundido videos con amenazas directas, armamento de alto calibre y plazos de 48 horas para “alinearse” o afrontar las consecuencias.
Dos grupos se enfrentan por el dominio del transporte informal: “La Nueva Jauría”, liderada por alias John Jairo, y una facción de “Los Pulpos”, conocida como “Los Talibanes”. Ambas redes criminales han intensificado su presencia en las calles con mensajes que dejan claro su poder y despiadada intención de eliminar a quienes colaboren con la organización rival.
Dos bandas, una ciudad sitiada
En los últimos días, videos difundidos a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería han revelado el grado de violencia con el que operan estas mafias. En uno de los clips, se escucha la voz de un hombre que da un ultimátum a todos los transportistas de Trujillo: "tienen 48 horas para dejar de pagarle a la banda rival y sumarse a su organización". El mensaje está acompañado de imágenes en las que cinco sujetos exhiben armamento pesado, como rifles de asalto y pistolas automáticas.

Alias John Jairo, cabecilla de “La Nueva Jauría”, aparece como el rostro más visible de este grupo, imponiendo su autoridad a través del terror. Sus amenazas no solo van dirigidas a los conductores, también menciona directamente a integrantes de la banda enemiga, anunciando su muerte como si se tratara de una advertencia ejemplar. La consigna es clara: quien mantenga vínculos con los “Pulpos” será ejecutado.
Colectiveros entre el miedo y la extorsión
Para los colectiveros de Trujillo, la jornada laboral comienza con una decisión de vida o muerte: a qué banda pagar para evitar un ataque. Varios transportistas han confesado que ya no basta con entregar un solo cupo. Si en un momento pagaban a un grupo para poder circular con tranquilidad, ahora reciben amenazas del otro, exigiendo su propia cuota. En la práctica, deben repartir sus ingresos entre dos mafias enfrentadas, que exigen pagos iniciales y montos diarios por cada vehículo.
“Primero fueron S/ 5 mil por la inscripción, luego nos piden dos soles diarios por cada carro. Si no cumplimos, vienen las amenazas”, reveló un chofer en condición de anonimato. En algunos casos, los propios extorsionadores les colocan stickers con nombres como Andy, Fran o Tony Montana, símbolos que los identifican como parte de una organización. Sin embargo, estos distintivos también los convierten en blanco de la banda rival.

Capturas sin alivio
Pese a la gravedad de las amenazas, la respuesta de las autoridades ha sido limitada. En la madrugada del miércoles, la Policía Nacional capturó a alias Tony Montana, presunto implicado en atentados extorsivos ocurridos en el distrito El Porvenir. Su detención fue anunciada como un golpe a la criminalidad, pero los colectiveros aseguran que no ha cambiado nada. “Nosotros seguimos pagando por seguridad, y ellos siguen enviando mensajes diciendo que nos matarán”, señaló otro conductor.
Mientras tanto, John Jairo continúa libre. Desde la clandestinidad, ha enviado más mensajes intimidatorios a través de WhatsApp. En uno de ellos, muestra su enojo por haber quedado fuera del “reparto de cuotas”, lo que revela que incluso entre bandas hay conflictos internos por el dominio del cobro. Para los choferes, no existe escapatoria clara. Las autoridades locales, aunque han prometido operativos, no han logrado frenar el avance de estas redes.
Una amenaza que no se detiene
La expansión de estas mafias no solo pone en riesgo la integridad de los colectiveros, también afecta a sus familias y al entorno urbano en general. La ciudad ha sido testigo de explosiones, ataques armados y asesinatos vinculados a esta guerra por el control del transporte informal. Las amenazas han alcanzado a todos los niveles del rubro, desde choferes independientes hasta pequeñas empresas.

Uno de los mensajes más escalofriantes fue dirigido a “los profesores de todo Trujillo”, un término que usarían para referirse a los líderes de otras bandas o agrupaciones. El tono del video era directo: “Nosotros matamos porque matamos”. En este contexto, los colectiveros han dejado de ver a la policía como un respaldo y sienten que solo les queda sobrevivir día a día, sin garantías de protección.
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