Política exterior: tiempo de diversificarse y no confrontar

Lautaro Rubbi

Compartir
Compartir articulo

El realismo periférico de Carlos Escudé, teoría derivada de la particular perspectiva latinoamericana de los Estados periféricos, inspiró la política exterior argentina durante la década de los 90. Parte de la base de entender que habitamos un mundo más bien jerárquico, donde los costos de actuación son siempre mayores para los Estados débiles, que se ven obligados a aceptar la jerarquía interestatal, bajo pena de sufrir sanciones ruinosas por parte de las potencias dominantes. La capacidad de confrontación, como si fuera un bien escaso, debe ahorrarse.

En palabras del autor, para un país periférico, vulnerable, empobrecido y poco estratégico para los intereses vitales de las potencias, la única política exterior moral es aquella que reduce los costos y los riesgos eventuales, maximiza beneficios y, por sobre todo, atrae inversiones. La única confrontación admisible es aquella necesaria para no empeñar el desarrollo económico propio, que debe ser la meta primordial de la política exterior de un país en tales condiciones.

A 30 años del nacimiento de la teoría el sistema internacional se ha tornado un escenario multipolar y más complejo, dificultando la actuación de los Estados más débiles. Sin embargo, el presidente Mauricio Macri ha buscado llevar adelante una estrategia que apunta a recomponer y en otros casos potenciar los vínculos económico-comerciales con las principales potencias. Así, la Argentina llegó al G20 en buenos términos con Estados Unidos, China, Europa y Rusia, los grandes actores del sistema internacional actual, alejándose de los alineamientos incondicionales.

Que en la conferencia de prensa que dio cierre formal al evento Macri calificara de "amigo" a Donald Trump, al mismo tiempo que resaltó el fortalecimiento de los lazos con el gigante asiático tal vez fuese la mejor forma de aplicar el realismo periférico al mundo multipolar de hoy. Otro gesto claro en esta línea fue evitar inmiscuirse en la guerra comercial entre ambas potencias, negando haber calificado de "depredatoria" la actitud de China en la región.

La estrategia tuvo sus frutos. Luego de 17 reuniones bilaterales en 48 horas, sumadas a las reuniones multilaterales, se logró la firma de varios convenios de comercio, financiamiento e inversión, principalmente en materia energética, de infraestructura, transporte y defensa con actores tan variados como Francia, Alemania, el Banco Europeo de Inversiones, Rusia, Japón, China y los Estados Unidos. En total, las inversiones y el financiamiento esperados se cuentan por varios miles de millones de dólares. Respecto de los Estados Unidos, además del respaldo político que otorgó durante las negociaciones con el FMI, que una figura como Trump haya calificado al presidente argentino como un "gran amigo" no es un detalle menor.

Vivimos en un mundo jerárquico, multipolar, complejo, incierto y conflictivo. Mirándolo tal como es y no como nos gustaría que sea, la Argentina hace bien en diversificarse y evitar la confrontación, siempre costosa y no siempre necesaria. No debemos olvidar que, aunque Macri se reunió en el mismo salón con líderes que representan cerca del 85% del PBI mundial, la Argentina representa menos del 1% de ese total.

El autor es profesor investigador del Instituto de Ciencias Sociales de UADE. Conicet.