Malvinas: aclaraciones que oscurecen

Facundo Rodríguez

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En jornadas previas al debate general del 71° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaraciones reflejadas en el portal de la Cancillería brindan mayores detalles sobre el acuerdo Foradori-Duncan adoptado por los Gobiernos argentino y británico el pasado 13 de septiembre.

Para hacer frente a las críticas que arreciaron desde todo el arco político y que señalan que el acuerdo alcanzado excluye la cuestión de la soberanía, la explicación oficial afirma, en palabras de la canciller: "El aspecto de la cuestión Malvinas empieza por la referencia a la soberanía, y hace mención al acuerdo de 1989". Sin embargo, en la lectura del comunicado conjunto del 13 de septiembre, en ningún lado se hace referencia alguna a la existencia de una disputa de soberanía. Tampoco se expresa que la soberanía vaya a ser objeto de las negociaciones solicitadas por las resoluciones de las Naciones Unidas, las mismas a las que se refirió el presidente Mauricio Macri en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU. El acuerdo Foradori-Duncan sólo menciona el párrafo 2 de la declaración conjunta de 1989, el famoso paraguas, por el cual ambas partes preservan sus respectivas posiciones. Tampoco la declaración estipula que la cooperación en estos temas deba generar un clima para discutir el tema de soberanía. Y no se trata de todos los temas, sino de los que se mencionan expresamente en una prosa llamativamente traducida de la nota de la primera ministra Theresa May de agosto pasado.

Más alarmante resulta afirmar o siquiera insinuar: "Últimamente, en el Comité de Descolonización (de la ONU), la posición ha sido volver a la cuestión del derecho de los habitantes de las Malvinas —o sea, la autodeterminación— y salirse del tema de la soberanía, que es tan fundamental para nosotros".

Jamás el Comité de Descolonización, conocido como el C24, ha sostenido semejante cosa respecto de Malvinas, sino, más bien, todo lo contrario. Y no sólo basta leer las decenas de resoluciones adoptadas sobre la cuestión. Hasta los propios británicos, incluidos sus representantes isleños, critican al órgano por no reconocerles la autodeterminación que pretenden.

El C24 adopta anualmente una resolución que, entre otras consideraciones, solicita a ambos Gobiernos afianzar el actual proceso de diálogo y cooperación mediante la reanudación de las negociaciones, a fin de encontrar, a la mayor brevedad posible, una solución pacífica a la controversia de soberanía. Y allí se refiere a los intereses de la población de las islas; no a los deseos de un presunto pueblo que, de configurarse y estar sujeto a colonialismo, sería titular de la autodeterminación.

Absolutamente ninguna de las más de cuarenta resoluciones de la Asamblea General y del Comité de Descolonización de la ONU ha reconocido jamás la existencia de un pueblo separado en el territorio quebrantado a la Argentina en violación, precisamente, del otro principio en juego: el de la integridad territorial que prevalece por sobre la pretensión del Reino Unido.

La doctrina de la ONU es clara y sólida sobre el modo de descolonizar este caso atípico que define como "especial y particular". La razón es simple, hay una disputa de soberanía motivada por la acción colonial. A diferencia de los casos comunes de colonialismo, no hay un pueblo sojuzgado que padece al poder colonial. En el caso Malvinas, se trata del desplazamiento de un joven Estado independiente de una parte de su territorio, de naturaleza insular, escasamente habitado y sin una población originaria, por la máxima potencia colonial de la época. Para mayor claridad, la Asamblea General rechazó el intento del Reino Unido de incorporar una expresa mención al derecho de la libre determinación en lo que a posteriori pasó a ser la resolución 40/21 del 27 de noviembre de 1985.

Como viene de reafirmar el presidente Mauricio Macri, la manera de poner fin a esta disputa es la negociación entre la Argentina y el Reino Unido, tal como exhortan las resoluciones de las Naciones Unidas.

Es auspiciosa la presencia de la señora canciller ante el Congreso de la Nación a efectos de aclarar todos los puntos controvertidos. Máxime teniendo en cuenta que podría llegar al cargo de secretaria general de la ONU, que es, además, presidente provisional del C24 y titular de un mandato de buenos oficios en la cuestión Malvinas. Nada menos. Su participación, amén de fortalecer las instituciones de la república al darle participación al Poder Legislativo, sin duda ayudará a comprender de forma cabal las acciones de la administración del presidente Macri en relación con el objeto de salvaguardar el objetivo central e irrenunciable de esta política de Estado que es la recuperación del ejercicio de la soberanía de las islas Malvinas.

Como bien lo expresó el senador Federico Pinedo: "Con Malvinas, hay que ser muy prudentes".

 

El autor es abogado en derecho internacional (UBA) y coautor del libro "Las Malvinas entre el derecho y la historia" (Eudeba).