Encuentro cercano con los espectros de Fisher y su indudable peso específico cultural

La reciente publicación de “Egreso, sobre comunidad, duelo y Mark Fisher” (Caja Negra), de Matt Colquhoun, permite acercarse a la vida y obra de un personaje fuera de lo común en el siglo XXI

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Mark Fisher
Mark Fisher

El 10 de septiembre del 2004, el crítico, editor y escritor Mark Fisher (1968-2017) escribió en su blog K-Punk: “No hay tarea más urgente, en este planeta infernal, que la producción de colectividades racionales”. Lo fascinante de estas palabras es que funcionan en dos sentidos. Por un lado representa la tarea (una verdadera aventura) de toda la vida intelectual de Mark Fisher que fue de la teoría musical a llamar la atención sobre la salud mental de la clase trabajadora y, de paso, establecer el realismo capitalista como concepto de lectura y decodificación del presente. Y por otra parte: esta tarea, aún hoy quince años después de ser enunciada de esa manera, sigue siendo de una urgencia impostergable y, sí, espeluznante. No solo porque el mundo continúa siendo un lugar infernal (Elon Musk se adueña del espacio y también de Twitter, por ejemplo), sino porque la crítica, hoy en día, parece ser desalentada por el clima de época.

Mark Fisher se suicidó el viernes 13 de enero del 2017. Un día después, por un tuit de la editorial Repeater Books, se enteraron sus alumnos en la Universidad Goldsmiths, de Londres. En el libro Egreso, sobre comunidad, duelo y Mark Fisher (Caja Negra), que acaba de aparecer en la mesa de novedades, el escritor Matt Colquhoun recuerda su reacción al enterarse: “Nos sentamos en silencio, tratando de seguir con el trabajo entre breves y consternados estallidos de incredulidad. Después de unos minutos nos detuvimos. Alguien dijo: “¿Qué estoy haciendo? ¿Qué sentido tiene ahora?”. La salida de Egreso viene a poner en relevancia algo evidente: la potencia del pensamiento de Fisher que dejó su huella en cercanos y lejanos, o como la llama el autor: La función Fisher llegando a lugares inesperados y contaminando, por suerte, todo lo que toca. Sin ir más lejos un país llamado Argentina.

"Egreso, sobre comunidad, duelo y Mark Fisher" (Caja Negra), de Matt Colquhoun, viene a poner en relevancia algo evidente: la potencia del pensamiento de Fisher que dejó su huella
"Egreso, sobre comunidad, duelo y Mark Fisher" (Caja Negra), de Matt Colquhoun, viene a poner en relevancia algo evidente: la potencia del pensamiento de Fisher que dejó su huella

Cuenta Ezequiel Fanego, editor de Mark Fisher en nuestro país: “Lo descubrimos en el 2006, 2007, aproximadamente. Lo conocimos en ese entonces principalmente como crítico de rock y por sus escritos sobre música. Llegamos a él por recomendación de Pablo Schanton. Y lo primero que leímos de Fisher fue un texto suyo sobre Ian Curtis y Joy Division, que tiempo después integraría Los fantasmas de mi vida. Nos encantó ese escrito. Y a partir de ahí comenzamos a meternos a su blog K-Punk durante varios años. Lo seguimos en tiempo real. Hasta que Fisher publica Realismo capitalista en el 2009. Lo leímos inmediatamente. Era un libro que traducía a formato libro muchas reflexiones que Fisher iba publicando de manera más fragmentaria o dispersa en su blog. Lo quisimos editar en seguida pero no fue posible porque no existía un contexto ni la colección Futuros Próximos de Caja Negra. Pero el libro de Fisher fue la semilla de ese nacimiento porque sentimos la necesidad de que esa colección exista. Desde ahí surge la necesidad de sacar esa clase de ensayo contemporáneo. Pudimos sacar Realismo capitalista en el 2016.”

Mark Fisher fue un tipo de crítico musical que tenía muy claro algunas cosas a la hora de escribir sus opiniones contundentes: la música es parte del tejido social que define sensibilidades y formas de acción concretas, a partir de las canciones-discos-artistas se pueden pensar muchos de los devenires y las transformaciones sociales, políticas y económicas de la historia, la música no está exenta ni afuera de la lucha de clases, no se deja la pertenencia ideológica (en el caso de Fisher: la izquierda) fuera del texto, la filosofía (Hegel, Bataille, Spinoza y Derrida) es una herramienta fabulosa para sumar niveles de análisis. Escribió en el prólogo de Jacksonismo (Caja Negra, 2014): “Últimamente se ha hablado mucho, también, sobre otra muerte: la del periodismo musical. Es cierto de muchos de los antiguos lugares donde solía escribirse material de calidad han desaparecido o se encuentran sumidos en un decadente colapso. Pero este libro demuestra que todavía se puede escribir sobre música de forma inteligente, abarcadora y comprometida.”

Es desde esta plataforma sólida (porque la música puede explicar el mundo de manera “inteligente, abarcadora y comprometida”) que Fisher crea su propia pista de despegue para comprender el presente histórico, el funcionamiento opresivo y omnipresente de la economía en todos los aspectos de la existencia, la situación obrera en este contexto desangelado y cómo todos los factores contribuyen para crear la tormenta perfecta y destruir la salud mental (el Burnout, según Byun-Chul Han) de las mayorías.

Los tres volúmenes de "K-Punk", de Mark Fisher, editados por Caja Negra
Los tres volúmenes de "K-Punk", de Mark Fisher, editados por Caja Negra

Dice Fanego: “La de Fisher era un tipo de ensayística nueva que se estaba gestando. Y de algún modo estaba renovando el pensamiento político, estético, de una forma no académica. Con una voluntad de interpretar la cultura popular. La lectura que hubo en Latinoamérica de Fisher nos resulto, y todavía nos resulta, sorprendente. Fue una grata sorpresa. Creo que el fenómeno tiene que ver con que el momento histórico que Mark Fisher elige pensar con bastante insistencia es el fin de un período histórico de la cultura de masas, obrera y el paso hacia la instauración definitiva del neoliberalismo como el único horizonte posible. Y su transformación posterior que es lo que hoy conocemos como capitalismo comunicativo. Estos procesos en Latinoamérica dejaron y dejan una huella muy importante. Y, además, dejan un trazo muy profundo en nuestra cultura política. Y si bien Mark Fisher está pensando en su propio contexto anglosajón y británico, aún así, muchas de las cosas que dice, tienen una resonancia muy particular sobre la cultura latinoamericana y argentina. Ahí se da una traducción posible que es muy productiva parta nuestro pensamiento político.”

—¿Cómo fue la relación entre Fisher y ustedes?

—Nuestra relación con Fisher empieza cuando queremos publicar Realismo capitalista. Pero también lo habíamos contactado como editor porque seguíamos mucho su trabajo en Zer0 Books, su propia editorial. Cuando estábamos por sacar Realismo capitalista le hicimos una propuesta de incluir dos textos más porque sentíamos que el libro no terminaba de reflejar toda la potencia de su escritura. Los incluimos a modo de cierre: “La privatización del estrés”, donde profundiza sobre la salud mental, y “Deseo poscapitalista”, que muestra una posible salida a la asfixia del Realismo Capitalista como concepto. Por su parte, Los fantasmas de mi vida tenía una fuerte marca británica, y le propusimos a Fisher reorganizarlo y rearmarlo, incluso agregando textos de su blog K-Punk, siempre pensando en función de un lector más de acá, más latinoamericano. Tuve la chance de encontrarme personalmente con Fisher en Inglaterra y conversar sobre esta edición. Ahí me comentó que estaba con un nuevo libro, Comunismo ácido, y que estaba teniendo unos problemas para terminar de escribirlo o para avanzar. Finalmente quedó inconcluso.

—¿Cómo te enteraste de su muerte?

—Mientras estábamos laburando en la edición de Los fantasmas de mi vida nos enteramos del suicidio. Por supuesto, fue una noticia muy dura. Decidimos seguir adelante con la edición de ese libro, le agregamos algunos textos finales para reflexionar más sobre las cuestiones de salud mental.

***

El último libro que publicó en vida Mark Fisher fue Lo raro y lo espeluznante (Alpha Decay, 2016). Cuenta en el prólogo: “Lo que tienen en común lo raro y lo espeluznante es una cierta preocupación por lo extraño. Lo extraño; no lo terrorífico. La idea de que “disfrutamos de lo que nos asusta” no acaba de dar cuenta del atractivo que poseen lo raro y lo espeluznante. De hecho, tiene más que ver con la fascinación por lo exterior, por aquello que está más allá de la percepción, la cognición y la experiencia corrientes. Esta fascinación suele conllevar una cierta aprensión –pavor incluso–”. Se trata de una serie de ensayos donde Fisher intenta enjuiciar la realidad y cuestionar qué tanto podemos interpretarla. Partiendo del concepto de Freud unheimlich (entidades dobles, mecánicas, con apariencia humanas, prótesis) se desliza hacia la música, la literatura y el cine para tratar de delimitar estos dos conceptos que nos rodean enmascarados de diversas maneras: lo raro y lo espeluznante. En relación con Realismo capitalista y Los fantasmas de mi vida, esta obra parece una evolución natural hacia el cuestionamiento de ciertos consumos culturales y ver de qué forma afectan e interpelan la visión. Vuelve sobre la misma pregunta de siempre: ¿estamos leyendo bien la realidad que nos circunda? El tono nunca de ser el del ensayista que trata de ser lo más riguroso posible. Sin saberlo, porque se encontraba trabajando en nuevos libros, Lo raro y lo espeluznante fue la obra crepuscular de Fisher. Sin embargo, no fue la última. Poco tiempo después salen los tres tomos de K-Punk que, en muchos sentidos, resignifican lo anterior. Ya que son libros que muestran una nueva faceta (un nuevo camino muchísimo más aventurero) en la prosa de Fisher: totalmente desatada, agudísima, rítmica, espontánea, por momentos hilarante y por momentos hiriente, y llevando hasta las últimas consecuencias la idea del blog (una entidad hoy arcaica) como laboratorio de ideas, conceptos, impresiones y reacciones al calor del instante. K-Punk es Mark Fisher saltando sin red al corazón de la experiencia. La experiencia con su época, con su clase social, consigo mismo. En este aspecto, para Fisher el blog tiene el mismo espíritu de taller mecánico que tenía el Diario para Kafka: un espacio donde poder probarlo todo. Pero a diferencia de Kafka, Fisher quería conectar con una comunidad pensante. La idea de crítica, en este aspecto, era más una posibilidad de encontrar puntos en común (el lazo, el vínculo) que confrontar y gestar distancia. La crítica, nos propone Fisher, también puede ser un agenciamiento de la afectividad.

—¿De qué manera pensaron los tres tomos K-Punk?

—Tengo mis dudas de que Fisher hubiera decidido sacar estos tomos en vida. Esa obra estaba viva en el ecosistema del blog. Me pregunto si él los hubiera publicado así porque estos textos Fisher lo usaba como insumos para escribir otra cosa. No sé si le hubiera interesado algo tan arqueológico sobre su propia obra. Al momento de su suicidio estaba muy abocado a la escritura de cosas nuevas. Tanto Comunismo ácido como un escrito sobre el músico Kanye West. Su cabeza estaba yendo más por ese lado. Pero poder acceder a esos textos, a esa escritura infinita, y a tiempo real de intervención y diálogo con otros, expande el universo Fisher.

"Egreso, sobre comunidad, duelo y Mark Fisher" (Caja Negra), de Matt Colquhoun
"Egreso, sobre comunidad, duelo y Mark Fisher" (Caja Negra), de Matt Colquhoun

—¿Cómo leés vos la salida de un libro como Egreso de Matt Colquhoun en relación con el mundo de Fisher?

—Es un libro fundamental para ingresar al mundo Fisher porque cumple varias funciones: lo posiciona a Fisher no solo como escritor y pensador sino también en su vertiente de activista cultura, pone muy en relación su vida y su obra y procesa problemáticas centrales en la obra de Fisher como, por ejemplo, el vínculo comunitario en la vida contemporánea (esos lazos que se tejieron en vida de Fisher y a partir de su muerte).

—A cinco años de su muerte, ¿cuáles te parece que fueron sus mayores aportes?

—Hay ejes muy importantes que desarrolló para comprender la vida actual. La salud mental es uno, el modernismo popular es otro, el realismo capitalista, la hauntología (esto de la cancelación del futuro o la imposibilidad de pensar otros futuros), entre otros. Son aportes y abordajes fundamentales y cruciales para pensar políticamente el presente. Creo que la imagen más poderosa de Fisher es la indeclinable necesidad de construir una comunidad crítica a lo largo de toda su vida. Fisher fue escapando un poco a la figura clásica de autor y reactivó una pregunta que está en las tradiciones de izquierda: ¿cuál es la función social y política de la crítica? En su caso eso está actualizado a los desafíos del presente. Más allá de los valiosos conceptos que deja lo que aporta es una fuerte ética sobre el trabajo colectivo.

***

La obra de Mark Fisher debe ser leída en diálogo con la del filósofo Byun-Chul Han (su concepto de capitalismo tardío entra muy en relación con el de realismo capitalista) y la del filósofo Paul B. Preciado (donde se tensiona el lugar que ocupa la salud pública, la salud metal y la fármacopornografía –el concepto es de Preciado– en la vida cotidiana desde un costado muy atractivo que se vincula muy bien con la mirada de Fisher en este tema) porque configuran un tridente de resistencia crítica en tiempos aciagos y fugaces donde muchas veces no pareciera haber salida ni poder de interpretación. Estas tres obras, a su manera, parecen armar una máquina de guerra contra la liquidez del ahora y la sensación de languidez perpetua e indefensión constante del presente.

En términos de lectura, cada vez que se abra un libro de Fisher algo –o más bien mucho– de lo que él era sigue adelante recorriendo este suelo. Y eso, más allá del cuerpo de los autores, es una forma de vida. Los textos quedan en pie.

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