Ringo Starr, el beatle de la sonrisa eterna que fue el menos valorado por los críticos y sus pares idolatran

Ingresó a la agrupación cuando despidieron a Pete Best. Tiene sólo tres canciones firmadas en Los Beatles y cuando se separaron comenzó una promisoria carrera en el cine, donde conoció a su segunda esposa. Tuvo serios problemas de adicciones, pero se recuperó y hoy se dedica a difundir “paz y amor”. La historia del beatle más querido por sus compañeros

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Ex-Beatle Ringo Starr at Liverpool's St George's Hall ahead of the launch night of the city's European Capital of Culture year. (Reuters)
Ex-Beatle Ringo Starr at Liverpool's St George's Hall ahead of the launch night of the city's European Capital of Culture year. (Reuters)

El 14 de agosto de 1962 dos vidas cambiaron para siempre. Una fue la de Pete Best: era el baterista de Los Beatles, había sido miembro de la banda durante la prueba de fuego de Hamburgo, cuando tocaban sin parar en los peores tugurios del puerto alemán. Cualquiera que hubiera atravesado ese período podía sentirse dueño de un lugar en el grupo. Sin embargo, John, Paul y George decidieron reemplazarlo cuando no aceptaron que tocara en su primera grabación. Y apareció, entonces, Ringo Starr, la otra vida que cambió para siempre en historia, bendecida desde que lo invitaron a hacerse cargo de las baquetas.

Aunque la formación se repite de memoria: John, Paul, George y Ringo, no habrá sido fácil digerir para el ego del baterista el constante menosprecio que debió soportar a sus cualidades como músico. Era, sin dudas, el único mortal entre tres genios (George Harrison, es cierto, lo demostró tardíamente). Fue, de hecho, el último de los cuatro en ingresar al Rock and roll Hall of Fame, donde fue el propio Paul McCartney quien le dio el discurso de bienvenida.

Circula en las redes una frase de John Lennon, una respuesta ante una pregunta sobre el talento de Starr: “Ringo no fue el mejor baterista de la historia. De hecho, ni siquiera fue el mejor baterista de los Beatles”. Por la acidez de la frase y el ingenio rápido podría haber sido un dardo despreocupado de John. Pero no lo fue. La frase fue dicha por un humorista televisivo inglés en 1983. John sabía que Ringo no era el mejor músico del mundo, pero lo consideraba indispensable para el grupo. En una de sus últimas entrevistas afirmó que Ringo no era el mejor técnicamente, pero reconoció su influencia decisiva en la evolución del grupo.

Ringo, la solidez detrás de todas las composiciones de Los Beatles.
Ringo, la solidez detrás de todas las composiciones de Los Beatles.

RIngo Starr no fue el mejor baterista del mundo. Pero fue, qué duda cabe, el mejor baterista posible para los Beatles. Fue el engranaje perfecto para que todo cuajara. Su manera de tocar era poco ortodoxa: un zurdo tocando una batería para derechos. De ahí su particular estilo.

En las listas de los mejores bateristas de la historia, casi siempre encabezadas por dos que se murieron en la plenitud de sus facultades, como John Bonham y Keith Moon, Ringo aparece entre los primeros 15 puestos. Sus colegas lo estiman, lo valoran como músico. Hay una frase de Keith Richards (otro al que la crítica discute como instrumentista), que le cae como anillo al dedo a Ringo: “Denme un jurado de mis pares”. Dave Grohl, en la introducción del Beatle en el Rock and Roll Hall of Fame, dijo: “¿Cómo definir al mejor baterista del mundo? ¿Es el que es técnicamente impecable? ¿O es alguien que atraviesa la canción con un sentimiento personal y con corazón? Ringo es el rey del sentimiento y del corazón”.

George lo explicó de esta manera: “Ringo era un gran baterista. No se destacaba desde lo técnico, pero siempre fue excelente. No entiendo por qué siempre se subestimó su capacidad”. Paul McCartney, por su parte, dijo: “Recién cuando hicimos el primer show en The Cavern con Ringo, recién ahí en 1962, fuimos una verdadera banda. Si Ringo estaba detrás, uno nunca tenía que darse vuelta. Sabía que todo iba a salir bien”.

Beatles, The End. El único solo de batería en la discografía de los Fab 4

En toda la discografía de los Beatles hay nada más que un solo de batería. Es en The End, el último tema del último disco grabado por la banda. Ringo odiaba los solos de baterías (como la mayoría de los mortales). “Creo que estaba obsesionado con que no era un buen baterista, por eso no quería hacer solos. Siempre odió a esos tipos que buscan lucirse y se ponen a hacer un solo interminable mientras sus compañeros van a tomar algo”, dijo Paul.

Era el mayor de los cuatro, el de menos formación e inquietudes intelectuales, y el único que venía de un hogar con severas necesidades. Su infancia había sido difícil. Sin padre, atravesado por graves enfermedades, casi sin educación formal. Su nombre real es Richard Starkey. El Ringo proviene de los anillos que usaba (rings). El apellido artístico, de la abreviatura de su apellido y el juego con estrella.

Ringo tocaba la batería con Rory Storm and the Hurricanes. Conocía a Los Beatles y ellos se llevaban mejor con él que con Pete Best, su primer baterista. Cuando lo despidieron, fue el hombre en quien pensaron (Reuters)
Ringo tocaba la batería con Rory Storm and the Hurricanes. Conocía a Los Beatles y ellos se llevaban mejor con él que con Pete Best, su primer baterista. Cuando lo despidieron, fue el hombre en quien pensaron (Reuters)

Tocaba la batería en distintos grupos de Liverpool. Se cruzó con los Beatles en Hamburgo mientras integraba Rory Storm and The Hurricanes. Allí se hicieron amigos.

Cuando entraron a grabar y George Martin les dijo que necesitaban otro baterista, que podían mantener el que tenían para los shows pero que en ese caso él contrataría un sesionista, John, Paul y George decidieron echar a Pete Best y llamar a Ringo. La decisión la tomaron de inmediato. Ringo era el mejor con su instrumento en Liverpool, tenía carisma, era amigo de ellos y les fascinaba su personalidad: la barba, el nombre artístico y su auto, un Zhepyr Zodiac.

Ringo no componía y apenas cantaba una canción por álbum (excepto en A Hard Day’s night -el título provino de un ringoism: una frase típica de él- y Let it Be). Paul y John le daban las canciones más sencillas, las que se adaptaban mejor a su limitado pero cálido rango vocal.

Así, por ejemplo, cantó Yellow Submarine o With a Little Help of my Friends en la que no teme entonar eso de “¿Qué harías si desentono al cantar?”. Pero era en las entrevistas y en las películas donde Ringo descollaba. Se mostró como el más simpático de los cuatro y como el que mejor se desenvolvía delante de las cámaras. Así en A Hard Day’s Night ganó el protagonismo. Él le sacó glamour a su actuación diciendo que aparecía más que los demás porque era el que lograba llegar más temprano a la filmación, pero que no hablaba en la película debido a la resaca que acarreaba al arribar al set y que no había chances de que se acordara la letra.

Los componentes del grupo The Beatles, Paul McCartney (bajista), George Harrison (guitarra), Ringo Starr (batería), y John Lennon (guitarra), durante un posado gráfico en los Estudiso de televisión de la BBC en Londres, en 1966. EFE/Peter Powell/Archivo
Los componentes del grupo The Beatles, Paul McCartney (bajista), George Harrison (guitarra), Ringo Starr (batería), y John Lennon (guitarra), durante un posado gráfico en los Estudiso de televisión de la BBC en Londres, en 1966. EFE/Peter Powell/Archivo

En Abbey Road, el último disco que grabaron (no el último que se editó, ese fue Let it be) Ringo firmó su mejor canción,Octopus’s garden”. Ese jardín de pulpos nació cuando en medio de la grabación del Álbum blanco, el baterista se cansó de las rencillas y de las subestimaciones y se fue del estudio. Dejó a los Beatles convencidos de que estaba tocando mal y que las relaciones personales de los cuatro amigos estaban en su peor momento. Él fue el primero en dejar la banda.

Los otros tres siguieron el trabajo (Paul grabó la batería en dos temas), pero algunos días después salieron a buscarlo. Le mandaron cartas, telegramas y lo llamaron insistentemente por teléfono. Uno de los telegramas decía que él era el mejor baterista del mundo y que no podían ni iban a seguir sin él, que por favor regresara. Los otros tres no concebían continuar sin Ringo Starr, el alma del grupo.

Pero no lo ubicaban por ningún lado. Hasta que alguien les avisó que Ringo estaba paliando la angustia de buena manera. Disfrutaba de unos días en el yacht privado de Peter Sellers mientras paseaban por Cerdeña.

A bordo de la embarcación, en un almuerzo, a Ringo le sirvieron pulpo y le contaron de algunas de las particularidades del animal. Por ejemplo que los pulpos tomaban piedras brillantes y las depositaban en las entradas de sus cuevas, así construían su propio jardín. El baterista recordó esos datos y curiosidades para componer su tema. En esa pista regresa el recurso utilizado en Yellow Submarine, para llevar el sonido del mar al surco del vinilo: Ringo soplando con una pajita en un vaso de agua para provocar burbujas.

Al volver al estudio, unas semanas después, el 4 de septiembre de 1968, George había cubierto la batería con flores y con ellas había escrito: “Bienvenido a casa”.

8th July 1966:  George Harrison y Ringo Starr en una conferencia de prensa al regresar a Manila.  (Photo by George Stroud/Express/Getty Images)
8th July 1966: George Harrison y Ringo Starr en una conferencia de prensa al regresar a Manila. (Photo by George Stroud/Express/Getty Images)

Disueltos los Beatles, su carrera solista tuvo una época de esplendor. Varios protagónicos en cine auguraban una carrera en Hollywood. Una seguidilla de discos que funcionaron bien en ventas y en la crítica. Uno de standards (Sentimental Journey), otro de country (Beaucoups of blues) y varios con pequeñas gemas pop. El álbum Ringo, de 1974, parece el mejor de ellos. Dos números uno y la participación de los otros Beatles. Algunos de sus hits de esos primeros años solistas: “It don’t come easy”, “Photograph”, “You are Sixteen”, “I’m the greatest”. A partir de ese momento su carrera solista se fue despeñando. Discos sin demasiado trabajo, perezosos, en los que solo sobresale la simpatía del protagonista. El alcohol, las drogas, las noches interminables pasaron factura. Su compañero permanente de juerga era Harry Nilsson. Pero también lo acompañaron Elton John, Lennon, Marc Bolan, Keith Moon y varias estrellas más.

Una de las grandes virtudes de Ringo es que siempre entendió qué era ser un beatle. Dijo que era una situación, un status, que ellos cuatro solo compartían con los pocos hombres que pisaron la Luna. No solo los emparentaba la época, sino la realidad incontrastable que habían llegado a un lugar al que nadie más accedería. En esa soledad residía el privilegio y gran parte del problema.

Paul y Ringo, los dos beatles que están vivos. Tienen una gran relación (Getty Images)
Paul y Ringo, los dos beatles que están vivos. Tienen una gran relación (Getty Images)

El 8 de diciembre de 1980, alguien lo llamó por teléfono. Ringo disfrutaba en Bahamas. Al escuchar lo que le decían, quedó inmóvil y el auricular cayó de su mano. Mark David Chapman había disparado contra John Lennon. Ringo fue el primer beatle en enterarse. Se sobrepuso al shock en unos minutos. Llamó a Maureen, su ex esposa. Sabía que en su casa de la campiña inglesa, Cynthia Lennon, la primera esposa de John, pasaba unos días con ella. Maureen le pasó el teléfono a su amiga. “Ringo te quiere decir algo”. Cynthia supo lo que pasaba cuando escuchó el llanto de Ringo del otro lado de la línea y comenzó a gritar con desesperación.

RIngo no sabía qué hacer. Hasta que, una vez más, decidió seguir su corazón. Tomó un avión hacia Nueva York. Al llegar, se dirigió hacia el Dakota. Atravesó la marea de curiosos y fans desconsolados, y subió a darle un abrazo a Yoko Ono. “¿Qué puedo hacer?”, le preguntó. “Hay que distraer a Sean”, dijo la reciente viuda. Y Ringo, con el corazón destrozado por la muerte de su amigo, se pasó toda la tarde jugando con el chico de cuatro años.

 Ringo Starr con su esposa, Barbara Bach (AP)
Ringo Starr con su esposa, Barbara Bach (AP)

Ringo se casó con Maureen Cox en medio del boom beatle, en febrero de 1965. Tuvieron tres hijos: Zak (baterista de The Who y de la banda de su padre), Jason y Lee. Se divorciaron diez años después, en medio de las épocas más tormentosas de Ringo. En 1980, durante la filmación de la película El cavernícola, con Peter Sellers, el músico conoció a Barbara Bach, ex modelo y Chica Bond. Desde ese momento permanecen juntos.

Un día, mientras intentaba recuperar su carrera, en medio de una resaca atroz miró a Harry Nilsson y le dijo: “Ya no somos músicos que toman alcohol y experimentan con drogas; nos convertimos en adictos que de vez en cuando hacemos música”.

En un momento se rapó, no dejó un pelo en toda su cabeza, hasta las cejas se rasuró. Las discográficas ya no confiaban en él y cancelaban sus contratos. Sus discos eran mediocres. Las ofertas para actuar en cine también se espaciaron. Las adicciones, parecía, habían ganado la partida.

Perdí años enteros, de los que no me acuerdo nada, en los que no hice nada productivo. Un largo blackout. No tengo idea de cómo me acostaba cada noche, de cómo llegaba a la cama”, dijo.

Agotó las noches de Los Ángeles, Londres, Nueva York y Montecarlo. Hasta que a fines de 1988 comenzó un proceso de rehabilitación junto a su esposa Barbara. Desde ese momento ya no tomó más alcohol ni consumió drogas. Recuperó su forma física, su sonrisa y proclamó en cada ocasión que pudo el lema “Paz y amor”. Las imágenes de Ringo Starr con los dedos en V y la sonrisa amplia y serena se han convertido en un ícono de estos últimos 30 años. Es cierto que ya no es el personaje explosivo ni abierto de antes; muestra también algunas excentricidades (nadie puede darle la mano, el saludo es un choque leve de hombros). A sus 81 años, con sus casi 350 millones de dólares de fortuna y su pasado beatle, sigue adelante, disfrutando sobre los escenarios.

Ringo, en plena pandemia, celebró sus 80 años ene 2020 tocando la batería.
Ringo, en plena pandemia, celebró sus 80 años ene 2020 tocando la batería.

Además de varias acciones benéficas, su principal labor profesional estas últimas tres décadas, sin contar los varios álbumes publicados de los cuales el mejor es Time takes times, fue la creación de la Ringo Starr and His All Stars Band. Una gran agrupación de la cual él es solo el maestro de ceremonias, en el que hay lugar para que todos se luzcan. Nils Lofgren, Joe Walsh (de los Eagles), Levon Helm (de The Band), Todd Rundgren y muchísimos otros han pasado por la formación que gira alrededor del mundo. Ringo casi no canta sus éxitos solistas, hace sus temas beatles (y hasta alguno de la carrera solista de los otros tres) y se corre del centro para que se escuchen los greatest hits de los otros. Una gran fiesta, un karaoke gigante, comandado por el beatle de la sonrisa enorme.

Luego de la separación de los Beatles, los resquemores entre ellos fueron evidentes. John y Paul se peleaban a través de las canciones y las declaraciones. George, al principio distanciado de Paul, terminó algo alejado de John (este no habría digerido demasiado bien el éxito solista de Harrison con el triple All Things Must Pass). Ringo fue el que sin dudas tuvo mejor relación con los demás en esos años. Al que todos acudían, al que todos invitaban a sus grabaciones (participó en discos de los tres y también en shows), y al que los demás le cedían composiciones. Ese era un logro que solo él podía conseguir.

Era, se debe reconocer, el más inofensivo en términos de competencia. Pero también el más afable, el que más propugnaba la unión. Era el corazón de los Beatles.

Ringo Starr cuando fue nombrado Caballero del Imperio Británico (John Stillwell/AP)
Ringo Starr cuando fue nombrado Caballero del Imperio Británico (John Stillwell/AP)

Ante los periodistas prefería evitar las hipocresías y las mezquindades. Nunca negó las peleas entre los cuatro: “No se debe simular que los hermanos no se pelean. Porque las peleas entre hermanos son las peores de todas, las más cruentas. Pero también las más fáciles para reconciliarse. Y nosotros fuimos cuatro hermanos”.

Cuando en la década del 90 le preguntaron cuál era el secreto, pese a los malos momentos, de esa unión que parecía indestructible: “Somos los únicos que nos conocemos. Ellos dos son los únicos que no me miran como a un beatle, sino como a Ringo y yo soy el único que los miro solo como George y Paul”.

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