
El relevamiento trimestral de la Dirección General de Estadística y Censos de CABA estimó, sobre la base del valor de las Líneas de Indigencia que surge del costo de la canasta básica alimentaria y de pobreza, que agrega el componente de los servicios públicos y privados, que en junio quedaron debajo de esos umbrales, por nivel de ingreso, 26,1% de los hogares y 33,6% de los residentes en la jurisdicción; afectó a 482 mil personas en el primer caso y a 1.032.000 en el segundo.
Se trata de los registros más altos de la serie que se inicia en el primer trimestre de 2015, con sendos aumentos del 100,8% de la población indigente, 242 mil más en comparación con el nivel previo a la irrupción de la pandemia del COVID-19 y que diera lugar al decreto de necesidad y urgencia del Poder Ejecutivo Nacional que dispuso el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio que prohibió el ejercicio de actividades intensivas en empleo, como el servicio de hotelería, gastronómicos, doméstico y la construcción, principalmente, como el desplazamiento de los trabajadores declarados no esenciales a través de los medios públicos de transporte.
El efecto depresivo de la cuarentena sobre los ingresos de gran parte de las familias por esas medidas fue menos notorio en términos de pérdida de capacidad de compra de la canasta básica total de alimentos y servicios, por efecto del congelamiento de las tarifas, la brecha negativa se amplió en 46,8%, aunque involucró a 329 mil personas más que en marzo.
“Este período, signado por la fuerte caída en la ocupación y la reducción del ingreso real, resulta en un empeoramiento en la situación social de la población de la Ciudad. Unas 323.000 personas pierden su ocupación –la mayoría pasando a la inactividad–, el desempleo trepa al 14,7% con 221.000 personas desocupadas, y aquellos que conservan su ocupación ven caer sus ingresos reales (la variación de precios alcanza casi el 40%) e incluso muchas veces, también los nominales. En particular, dentro del menguado conjunto de ocupados, se produce un aumento significativo de los que no perciben ingreso (prácticamente se duplican, alcanzando las 63.000 personas)”, explica el informe de la Dirección Dirección General de Estadística y Censos de CABA.

Agrega el estudio oficial: “La asistencia del Estado a través de transferencias monetarias a los hogares, como la AUH y el IFE, se concentraron en los estratos más bajos (los que están en condición de pobreza y en vulnerabilidad) y amortiguan el deterioro en sus ingresos. Por su parte, las percepciones extraordinarias en las jubilaciones y pensiones de menor cuantía habrían impactado especialmente en los estratos vulnerable y frágil”.
Aun así, el relevamiento detectó: “Casi un tercio de los hogares en condición de indigencia (unos 48.000, en los que residen unas 95.000 personas) tuvieron ingreso cero en el período, como resultado del aumento en la desocupación y la inactividad de sus miembros”.

En la comparación interanual caen en la pobreza 119.000 hogares y 353.000 personas, lo que en puntos porcentuales representa un cambio de 8,9 pp en grupos habitacionales y 11,5 pp en personas. En particular, pasan a la indigencia unos 93.000 hogares y 292.000 personas.
El cuadro depresivo que afectó a la economía en su conjunto repercutió negativamente sobre los ingresos de todos los hogares de la Ciudad, al punto de que la participación de los sectores acomodados disminuyen su porción de 13,4% al 8,4%; y en el caso de las personas de 11,4% a 6,3% del total, en ambos casos en comparación con el primer trimestre.

Para determinar esos umbrales de pobreza e indigencia, el organismo de estadística fijó como referencia de “ingreso total familiar teórico” en junio último de hasta $22.425 como límite extremo en situación de indigencia; desde ese rango y hasta $44.011 para el siguiente definido “en situación de pobreza no indigente”; desde ese punto hasta $55.040 para los “no pobres, pero vulnerables”; el segmento siguiente hasta $68.801 para el sector “medio frágil”; y con un rango más amplio hasta $220.162 al que define “clase media”, y califica de “sectores acomodados” a los que reunieron en el grupo habitacional más de $220.162 en el mes.
Las perspectivas para este tercer trimestre que termina no parecen indicar una mejora del cuadro social, por la desaceleración observada en la modesta recuperación de la actividad y las medidas adoptadas por el Gobierno nacional en detrimento de la inversión por parte de las empresas.
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