Las escenas se repitieron en el Cilindro de Avellaneda y en el Ducó, dos de las canchas en las que el River de Gallardo desplegó su enorme potencial para golear 6-1 a Racing y 4-0 a Huracán. Entre golpeados y admirados, los plateístas de ambos equipos oscilaban entre las loas para con el actual campeón de América y la impotencia por lo que estaban viendo. River, el equipo del momento, se deja ver como el conjunto de mejor funcionamiento de la Argentina y acaso del continente. Ahora bien, ¿gana tan seguido como sugiere esa condición de equipo tan seductor? Llamativamente, la respuesta es "no".
¿Quién hubiera imaginado que este River que parece insuflarle temor a todos sus rivales, incluido Boca, iba a ganar menos de la mitad de los partidos que jugó en el semestre? Pues eso es lo que, llamativamente, ocurrió. De los once que jugó, se quedó con la victoria en apenas cuatro: Cerro Porteño en el Monumental, por la Copa Libertadores, y Racing, Lanús y Huracán por la Superliga. De los siete encuentros restantes, empató seis (los dos con Cruzeiro, al que eliminó por penales en Belo Horizonte), la revancha frente a Cerro Porteño, contra Gimnasia de Mendoza por la Copa Argentina (también pasó por penales), y ante Argentinos y Boca por la Superliga. El único partido que perdió fue como local y ante Talleres de Córdoba, que jugó muy bien en el Monumental pero que además supo aprovechar el hecho de que Gallardo puso una formación alternativa en la antesala del desquite copero ante Cerro.
Es cierto que frente a Boca, en el Monumental, mostró una mejor cara que la de su timorato rival y que la falta de eficacia en la definición le impidió quedarse con ese triunfo que mereció, pero en varios de los otros encuentros que igualó, todavía no había encontrado su mejor nivel.
Posiblemente mucho tuvo que ver en aquellos empates iniciales del semestre que el equipo recién volvía a jugar después de la pretemporada en Estados Unidos, tal como se notó claramente en los partidos ante Gimnasia de Mendoza, Cruzeiro (tanto en el Monumental como en el Mineirao) y Argentinos.
Una vez que pasaron esos cuatro o cinco encuentros que Gallardo siempre dice necesitar para que el funcionamiento del equipo se vuelva más aceitado y confiable, el juego de River creció. Y creció tanto que hoy el debate en la mayoría de los programas de radio y televisión es uno solo: ¿cómo jugarle al equipo de Gallardo para no salir dañado y rescatar al menos un punto?
La sensación es que esa fórmula no está clara: Talleres, uno de los que más se le animó, se llevó los tres puntos del Monumental con absoluta justicia, más allá de que es insoslayable que River no jugó con su equipo de gala sino con mayoría de suplentes. Como contrapartida, Lanús intentó jugarle de igual a igual en Núñez y la pasó mal con un 3-0 en contra.
De los equipos que le jugaron casi exclusivamente a defenderse, los que salieron indemnes fueron Cruzeiro y Boca al rescatar sendos empates en el Monumental. Cerro Porteño, en cambio, sufrió un 2-0 que le volvió muy empinada la cuesta para la revancha en Asunción, que finalizó 1-1.
River ofrece la sensación de que ya tomó impulso futbolístico en el tramo final del semestre, justo cuando se avecinan las semifinales de la Libertadores ante Boca. Pero también sabe que muchas veces con la postura ambiciosa no alcanza y que de ahora en adelante deberá agudizar mucho el ingenio para superar a rivales que le plantearán piquetes futbolísticos, como el que seguramente encontrará esta noche ante Godoy Cruz al buscar un lugar en los cuartos de final de la Copa Argentina.
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