
Uno de los episodios más turbios de la historia del arte, la muestra de “arte degenerado” que los nazis montaron en 1937 en Múnich, es reproducida parcialmente por el Museo Picasso de París.
Son cerca de 60 cuadros y esculturas vanguardistas, o simplemente “diferentes”, muestras de la “corrupción artística” que, a ojos de los nazis, había invadido Alemania y Europa en las primeras décadas del siglo.
Para la histórica exposición, que estará abierta hasta el 25 de mayo, el museo cuenta con importantes donaciones, como “Metrópolis” de George Grosz (1916-17), del museo Thyssen de Madrid, una visión expresionista del caos de una gran ciudad.

O el cuadro “Libro, frutero y mandolina” (1924) del propio Pablo Picasso, una obra que tuvo un itinerario singular: antes de la II Guerra Mundial era el único cuadro del pintor español colgado en un museo alemán, concretamente en el Museo Nacional de Berlín.
Cuando los nazis llegaron al poder, en 1933, empezó una campaña oficial de “limpieza” de las artes, según los criterios del propio führer, Adolf Hitler, y de su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels.
Esa campaña consistía en ridiculizar y sacar de las colecciones públicas las obras de unos 1.400 artistas considerados “degenerados”, en su mayoría germanos.

Más de 20.000 obras fueron así retiradas de los museos. “Unas 5.000 fueron destruidas”, explica el curador de la exposición, Johan Popelard.
El cuadro de Picasso es retirado del museo y almacenado en una caja fuerte del banco Thyssen hasta 1939. Al día siguiente de estallar la guerra, el 2 de septiembre de 1939, la obra es vendida por apenas una cuarta parte de su valor a un coleccionista privado.
La obra permanecerá escondida, dentro del territorio alemán. Finalmente volverá a ser colgada, en el museo nacional bávaro de Múnich, en 1971.

Un éxito fenomenal
Fue esa misma ciudad la que eligieron los nazis para montar en 1937 esa exposición del arte “entartete” (“degenerado”). Fueron cerca de 700 obras de artistas alemanes como Otto Dix o extranjeros, como Vincent Van Gogh o Marc Chagall.
La muestra fue montada como una burla y una advertencia, pero lo cierto es que tuvo un éxito fenomenal: más de dos millones de visitantes a lo largo de poco más de cuatro meses. Luego de Múnich fue paseada por otras ciudades alemanas.

La exposición del museo Picasso muestra fragmentos de la época. “Hay muchos rostros serios, se puede sentir la oposición. La gente no dice casi nada”, anotó la artista plástica alemana Hannah Hoch al visitar la exposición, en septiembre de ese año. Hitler, por su parte, optó por reírse ante las cámaras, mientras se pasea por las salas de la muestra.
La exposición del museo Picasso se abre con los nombres de los 1.400 artistas vilipendiados, despedidos o asesinados, como Otto Freundlich, que murió en el campo de concentración de Sobibor.

Debajo de la lista, cuatro esculturas “degeneradas” que fueron halladas durante las obras de una línea de metro en Berlín en 2010.
“De cierta manera son dos exposiciones en una: intentamos hacer una exposición sobre las obras maestras del arte alemán de la primera mitad del siglo XX, y una exposición sobre esta historia del arte degenerado”, explica el comisario.
El pintor alemán George Grosz escribió a su amigo Felix Weil en 1933: “Generaciones futuras contemplarán más adelante mis cuadros como contemplamos hoy en día las escenas inmortales de atrocidades de Goya: “yo lo vi y viví, esa era mi Alemania, esa era la verdad”.
Fuente: AFP. Fotos: STEPHANE DE SAKUTIN / AFP
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