Osvaldo Baigorria: lo ridículo del mundo, sus márgenes y cómo “disfrutar del erotismo sin arder en la hoguera”

“La gracia me resulta inevitable ante algunas peripecias de la existencia humana”, dice en esta entrevista el escritor argentino, autor de “El ladrido del tigre”, su nueva novela editada por Blatt y Ríos

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Osvaldo Baigorria (Foto: Télam)
Osvaldo Baigorria (Foto: Télam)

Con su última novela, El ladrido del tigre, Osvaldo Baigorria se propuso el desafío de incursionar por primera vez en una obra de género, en este caso policial, que se inicia con la enigmática desaparición de una mujer y sus siete perros, en una isla del Tigre, ámbito propicio para seres que buscan sobrevivir en los márgenes. Dominada por la conjetura y la intriga, la historia se tiñe de la lobreguez propia del río marrón que baña las costas del lugar, plagado de seres que no siempre son lo que parecen, y a los que se suman nuevos habitantes de oscuros orígenes y oficios que sobreviven de los intercambios sexuales o de la estafa.

En esta obra, donde también sobrevuela el clima de pandemia, Baigorria construye un narrador que, como un investigador, irá atando cabos y reconstruyendo los hechos para llegar a determinar el destino de la mujer desaparecida, en un escenario, donde el río irá devolviendo cuerpos, sumando muertes y misterio. Pese a esa atmósfera dominada por lo siniestro, el relato gana en humor a través de la galería de personajes que atraviesan la historia elaborada con solidez e inteligencia, y en la que la sexualidad está unida al disfrute de los cuerpos. “La gracia me resulta inevitable ante algunas peripecias de la existencia humana, con su pretensión de solidez, sustancia, sus ilusiones de grandeza y sueños quiméricos”, sostiene el autor de esta obra, editada por Blatt y Ríos.

Baigorria —Buenos Aires, 1948—, quien entre 1974 y 1993 residió en Perú, Costa Rica, México, Estados Unidos, España, Italia y en Canadá, donde fue traductor, asistente en programas de ayuda a refugiados latinoamericanos y miembro fundador de una comunidad rural en los bosques de las Montañas Rocosas, es autor de Georges Bataille y el erotismo, Un barroco de trinchera, En pampa y la vía, Sobre Sánchez e Indiada, entre otros libros.

El ladrido del tigre es una novela que se asienta en el misterio y el policial. ¿Esta novela inaugura el género policial en tu narrativa?

—En esta obra me predispuse al desafío de probar la escritura de una novela de género, a ver si con ese límite autoimpuesto podía producir un resultado diferente. En la mayoría de mis libros los límites se borronean con experimentos, juegos, cruzas y tensiones entre la biografía y la autobiografía, el ensayo y el cuento, el poema y el documento, y esta vez quise experimentar cómo era la inmersión en un género que para mí no es habitual, con pautas y fronteras precisas. Se verá si esto inaugura algo o no, pero lo cierto es que siempre me inclino por probar lo nuevo, de lo contrario me aburro.

“El ladrido del tigre” (Blatt y Ríos) de Osvaldo Baigorria
“El ladrido del tigre” (Blatt y Ríos) de Osvaldo Baigorria

—La obra está situada en el Delta del Tigre donde, según leí, viviste unos años. ¿Es el Delta un lugar que abrió tu imaginación para esta historia o es realmente un ámbito de personajes variopintos, con apego al delito y al engaño?

—El Delta del Paraná, tal como se denomina a este ecosistema en términos geográficos, es un lugar más bien opaco y sería peregrina la pretensión de reflejar su clima, su atmósfera, aunque algo he intentado en un libro de crónicas deltaicas que publiqué en 2019, Estrés de pez. Quizá por haber escrito antes en base a mi experiencia pudo haberse creado la impresión de que no suelo inventar nada, cuando en realidad la imaginación con frecuencia interviene, consciente o inconscientemente, en el relato de lo vivido. Me parece que la dicotomía entre una escritura de la imaginación y una escritura de la experiencia es algo que merece ser desafiado, si bien es cierto que hay escritores que gravitan más hacia un polo que al otro. En este caso, el haber vivido en la zona solo me dio conocimiento de primera mano sobre el escenario en el que se desarrolla esta historia de ficción.

—¿Qué te resultó atractivo de la vida “en los límites o los bordes” que aparece en esta novela?

—Hay una tradición en la literatura sobre las islas que de alguna manera se ha olvidado ante el avance arrollador del turismo. Marcos Sastre, Sarmiento, Lobodón Garra, Conti, Arlt, observaron que esta región de sombras, meandros, arroyos e islotes perdidos siempre ha sido ideal para ocultar prófugos, exiliados, contrabandistas, seres que buscan los márgenes y que se ven obligados a sobrevivir de cualquier modo. Todavía me asombra que mucha gente vaya de vacaciones al lugar en desconocimiento de esa tradición. Es una realidad de la que se habla poco y también me ha despertado curiosidad, sin duda, porque los márgenes me resultan atractivos.

—El relato que se va conformando a lo largo de la historia se construye en base a lo que “se dice”, se comenta, se cuenta como apoyo de la intriga. ¿Cómo fue conformar la trama?

—Me interesaron los rumores, chismes, sobreentendidos y malentendidos como recursos para crear suspenso y pausar la narración hasta su desenlace. Como no tenía suficientes lecturas en géneros de misterio tuve que improvisar bastante, y en vez de buscar inspiración en maestros como Stephen King, por ejemplo, me entretuve con Gombrowicz y Guy de Maupassant, entre otros, porque soy un lector fragmentario y errante, una falla que se siente mucho al sumergirse o navegar en aguas que uno conoce poco.

—La historia que se cuenta se inicia con la desaparición de siete perros y una mujer, y puede leerse como la historia de un femicidio. En ese sentido, ¿tiene origen en algún hecho o suceso de la realidad?

—No, los hechos son todos de ficción y los personajes imaginarios, a veces compuestos por pedazos, retazos, fragmentos de recuerdos de seres que transitaron por las islas aunque también por otros lugares en los que he vivido, como los personajes de mi libro de cuentos Indiada, que para algún lector pueden parecer de carne y hueso por la manera de presentarlos, poniendo un pie en mi autobiografía para pegar un salto hacia la ficción. En mis libros suelo dar algún guiño para indicar en la lectura cuándo se está pasando de la ficción a la no ficción y viceversa, pero El ladrido… es una novela de principio a fin.

Osvaldo Baigorria (Foto: Télam)
Osvaldo Baigorria (Foto: Télam)

—El libro hace mención a los desaparecidos durante la última dictadura: los cuerpos de personas asesinadas que aparecían flotando en el río. ¿Hay algo de esas historias de desaparecidos que te toca en lo personal?

—No en el sentido de que haya perdido familiares o seres queridos cercanos, pero sí me toca cronológicamente el duelo por la pérdida de esa generación masacrada con tanta crueldad en tiempos nefastos. Tiempos que retornan cada vez que se escuchan discursos negacionistas. Es una historia de la que una y otra vez debemos hacernos cargo, porque hay cadáveres, como escribió Perlongher, en los muelles, los malecones, los canales, en esas olas que se desvanecen.

—Pese a los hechos siniestros que atraviesan la obra, la novela tiene una gran carga de humor. ¿Cómo integrás ese recurso en el momento de la escritura, y por qué te interesa que esté presente ese recurso?

—No lo pienso como recurso, es algo que me sale automáticamente, sin pensarlo. Si lo pensara un poco más, quizá no haría ningún chiste, porque sé que el humor tiende a tener sus fechas, a perder vigencia, pero la gracia me resulta inevitable ante algunas peripecias de la existencia humana, con su pretensión de solidez, sustancia, sus ilusiones de grandeza y sueños quiméricos. Es todo a veces tan ridículo que no puedo más que reírme, con una risa que se descarga sobre mí mismo, desde luego, ya que nunca estuve a salvo de equivocarme y de caer en las estupideces más habituales y por otra parte los personajes que atraviesan situaciones cómicas salieron de mi propia cabeza.

—La sexualidad es un aspecto que aparece con gran fuerza en la historia, como parte de tu narrativa también. ¿Considerás que la sexualidad tiene poca cabida y por lo tanto, un alto grado de impugnación en la sociedad?

—La mirada social sobre las orientaciones sexuales en las últimas décadas ha cambiado bastante, oscilando entre la represión y la aceptación, y nunca estará dicha la última palabra sobre los grados de impugnación o inclusión de todas las prácticas. Pero si relato escenas eróticas es sobre todo porque disfruto escribiéndolas, porque me gusta compartir y extender ese placer a quienes las lean. Si lo que escribo sirve para abrir espacios de libertad y tolerancia hacia lo diferente, bien. Y si la sociedad se vuelve, como se ve actualmente, cada vez más conservadora y punitiva, por lo menos me divertí armando un relato en tiempos en los que aun se puede disfrutar del erotismo sin arder en la hoguera.

Funete: Télam

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