El efecto mariposa: "El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo", en eso consiste. Porque la física indica que las pequeñas acciones pueden ayudar a crear grandes cambios, un principio que también aplica a las acciones sociales.
Infobae conversó con Daniela Kreimer, directora ejecutiva de Ashoka, ONG pionera en el campo del emprendimiento y la innovación social. Esta red global cuenta con 35 años de experiencia y más de 3.300 emprendedores sociales que implementan soluciones de cambio sistémicos a problemas humanos y ambientales, en 93 países del mundo.
Así, identificamos 3 líneas de acciones en las que ellos trabajan y que pueden inspirarnos a ser parte de un cambio que nos necesita a todos. Porque de la suma de lo que parecen ínfimos aportes individuales, pueden obtenerse resultados que mejoren la vida de millones de personas.
1. Fomentar y ayudar a los emprendedores sociales
Ganar dinero no debe estar reñido con las posibilidades de que un proyecto empresarial sea también ético, responsable y que contemple, entre sus objetivos, alentar el crecimiento de sectores más desfavorecidos. Esto es algo muy relevante a la hora de contemplar la importancia de los emprendedores sociales: no regalan pescados, enseñan a pescar.
"Cada vez más vemos emprendedores que se animan a crear empresas sociales. Esto es, empresas con formatos empresariales sostenibles -económica y financieramente – pero que buscan solucionar un desafío social. El fin del empresario social no es multiplicar su dinero, sino generar más soluciones positivas para la sociedad a través del formato empresarial que hace que esas soluciones puedan escalarse", cuenta Daniela. "Un emprendedor social de Ashoka, es alguien que tiene una idea innovadora que genera impacto social o ambiental positivo y que tiene una visión de cambio sistémico. Son personas que vienen a solucionar una problemática social y le ponen una mirada transformadora para que todos puedan acceder a esas soluciones".
Un ejemplo local: Pablo Ordoñez, emprendedor social de Ashoka de Mendoza. Pablo creó El Arca, una asociación civil que reúne a productores del Gran Mendoza. Se trata de familias que contaban con una o dos máquinas de coser en la casa, conocimientos de costura y mucho potencial. A Pablo se le ocurrió ir a grandes empresas a buscar trabajo para ellos. Así, empezó a trabajar y le ofreció a Arcor hacer todos los uniformes para sus fábricas en la Argentina. Después de un proceso de diálogo, aceptaron. Hoy Arcor compra 25.000 uniformes a El Arca, que -con un formato de empresa social – hace de buen intermediario entre una gran compañía argentina y pequeñas familias en Mendoza que ahora tienen trabajo y un ingreso, gracias a la iniciativa de Pablo.
Otro ejemplo internacional: Thorkil Sonne, de Dinamarca, creó Specialisterne. Thorkil era un consultor en temas de tecnología para grandes empresas. Uno de sus hijos fue diagnosticado con síndrome de Asperger. Un día vio a su nene dibujar – perfectamente y de memoria – el mapa de Europa, a pesar de que era muy pequeño. Ahí se dio cuenta de que no se trataba de una discapacidad, sino de habilidades diferentes.
Notó que muchas personas con Asperger tienen una gran capacidad de atención, son detallistas y tienen un coeficiente intelectual alto… casualmente, las mismas habilidades de los ingenieros con los que él trabajaba. Así fue que creó esta empresa social que brinda servicios tecnológicos a grandes compañías y en la que solo se contrata a jóvenes con Asperger. Ya generó más de 1.000 puestos de trabajo, cuenta con oficinas en 19 países de Europa, y está desembarcando en Sudamérica, con mucho éxito.
2. Empoderar a niños y jóvenes: educarlos para que se transformen en agentes de cambio.
Desde Ashoka hicieron un análisis sobre las características de los emprendedores sociales y notaron cuentan con ciertas habilidades sociales innatas, muy marcadas en su personalidad. Una de ellas es la empatía. "El ser humano es empático por naturaleza, nacemos así. Pero luego, con los años, esa habilidad se va durmiendo. Pero es la empatía lo que nos permite conectarnos verdaderamente con el otro, ponernos en su lugar y, a partir de ahí, es que queremos buscar una forma de acompañar a esa persona".
Así nace la categoría de agente de cambio: "Para nosotros, un agente de cambio es alguien que tiene la habilidad de ponerse en el lugar del otro, que puede traer cosas positivas a la sociedad, que construye bien común junto con otros. Se trata de personas con un liderazgo horizontal, que invitan a otros a ser protagonistas. Saben colaborar, les gusta sentarse en una mesa – ya sea del sector público, privado, social – y trabajar en equipo en pos de una solución consensuada y buena para la sociedad. Los agentes de cambio tienen convicción e iniciativa, no se quedan solo en las ideas, sino que pasan a la acción", explica Daniela .
Pero ¿Cómo se crean "agentes de cambios" en una sociedad? ¿Cómo se entusiasma a niños y a jóvenes para que no pierdan esta "empatía natural" y para que mantengan en alto el compromiso y sensibilidad social; esa sed de justicia y energía para cambiar el mundo, propios de la juventud?
Ashoka basa su estrategia en la educación, ya que consideran que – si bien se trata de habilidades que tenemos por ser seres humanos – es necesario entrenarlas desde el jardín de infantes, en la primaria y en la secundaria. "Es importante demostrarle a los jóvenes que pueden ser protagonistas del cambio, tanto en referencia a su vida, como a la de los demás."
3. Generación de impacto social
Cualquier empresa puede generar un gran impacto social y darle a la sociedad más valor aún que el referente a la generación de riqueza y de puestos de trabajo. ¿Cómo? Garantizado una cadena de valor virtuosa y ética, y eligiendo como proveedores a cooperativas o empresas sociales.
Las empresas están cambiando, porque también sus clientes lo están haciendo. Los consumidores, cada vez más, quieren comprender el origen de los productos que adquieren y los valores que están por detrás de las empresas a las que le dan su dinero. Estamos en una etapa superadora de la RSE (responsabilidad social empresaria).
"Esta tendencia nos ayuda", confiesa Daniela "porque nos permite crecer más allá de un puñado de casos de éxitos y escalar en el mercado gracias al cambio de consciencia de los consumidores. Todo ciudadano consume muchísimas cosas, todo el tiempo, debemos ser conscientes del poder que tenemos a la hora de usar nuestro dinero y hacer esa elección de compra.
¿Qué producto estoy comprando? ¿Qué cadena de valor estoy avalando? ¿Cuál es la historia detrás del producto? ¿Qué vidas tocó ese producto y de qué manera?" Un ejercicio que debería acostumbrarnos a hacer porque somos la parte fundamental de una cadena que puede ser virtuosa o, por el contrario, fomentar horrores como la explotación, la esclavitud, el trabajo infantil.
"El consumidor final también tiene responsabilidad" remarca Kreimer "las nuevas generaciones lo entienden, saben de su poder de compra y esto va a ayudar a muchas más empresas sociales a salir al mercado".
Ejemplo local: una emprendedora social de Ashoka, Adriana Marina, creó Animaná. Bajo esta marca vende ropa hecha con tejidos del sur de la Argentina y con alpaca. Para la confección contrata a tejedoras del Norte y garantiza una cadena de valor totalmente sustentable. Su caso en muy interesante porque demuestra que sí es posible, en la industria textil, generar valor respentando la integridad de las personas y ayudándolas a generar una fuente de ingreso.
"Es cierto que es mucho más complejo y quizás hay que rescindir ciertos márgenes de ganancias pero, al final, ganamos todos: aquellos que están involucrados en la empresa, pero también quien lo consume", explican desde Ashoka.
Por otra parte, a la largo de la cadena de valor hay muchas instancias en donde una empresa puede elegir, por ejemplo, comprarle a una cooperativa o a una empresa social. Daniela nos da un ejemplo: "Hay compañías que están comprando muchos productos a empresas sociales que emplean a personas con capacidades diferentes – que en la Argentina hay varias, entre ellas, Red de Activos, creada por Bea Pellizari, una emprendedora social Ashoka.
Como vemos, estamos hablando de compras que las empresas igualmente tienen que hacer. ¿Por qué no preferir a quienes generan una cadena de valor mucho más virtuosa, que lleva oportunidades a sectores más desfavorecidos?
"A nivel económico es más redituable contratar al sector de las empresas sociales porque no busca la maximización del lucro, sino generar impacto social. En ellas, hay temas de márgenes del negocio que no se exigen: el precio de la empresa social está para cubrir el salario de las personas y sostener la estructura que posibilita ese impacto social", advierten.
¿La gran aliada? La tecnología, que con sus herramientas permite mostrar productos y soluciones, y generar ventas en todo el mundo. Esto hace escalar negocios, proyectos y formatos, al tiempo que contagia buenas ideas.
Pero aún quedan varios desafíos. "El desafío nuestro es llegar a la sociedad y poder contarle que esto es posible" dice Daniela "pero también necesitamos una ley que de un formato jurídico a la empresa social y que regule estas nuevas estructuras para que puedan multiplicarse en el mercado"
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