En la vida matrimonial, los desacuerdos y tensiones son inevitables. Sin embargo, ciertos patrones de comunicación pueden convertirse en un aviso temprano del deterioro de la relación.
El psicólogo Mark Travers, en un artículo publicado en Forbes, describió y analizó cómo la interacción de críticas, actitudes defensivas, desprecio y obstruccionismo puede conformar el llamado “ciclo del divorcio”.
Estos comportamientos, conocidos como los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, fueron definidos por los psicólogos John Gottman y Julie Gottman como una metáfora de los estilos más destructivos en la convivencia de pareja.
Su aparición no suele ser aislada: con frecuencia, se encadenan en una secuencia que alimenta una espiral de deterioro emocional y comunicacional difícil de detener.
1. Crítica: el inicio del ciclo
El primer signo del ciclo es la crítica, que se manifiesta cuando los problemas se presentan como defectos personales y no como conductas modificables. Una queja puntual puede expresar una molestia sin atacar al otro, mientras que la crítica convierte a la persona en “el problema”.

Ejemplos como “siempre llegas tarde” o “nunca haces nada bien” no abren una vía de solución, sino que refuerzan la idea de que el carácter del otro es inadecuado.
Según Travers, la diferencia entre una queja y una crítica, aunque parezca sutil, produce efectos radicalmente distintos: mientras una queja favorece la reparación, la crítica perpetúa la sensación de que no existe salida posible.
Este tipo de comunicación genera que la pareja criticada anticipe el ataque y adopte un mecanismo de defensa. Es allí donde surge el segundo jinete.
2. Actitud defensiva: el escudo frente a los ataques
La defensa se activa como un reflejo natural frente a la crítica. Travers detalló dos formas principales de respuesta: las excusas y los contraataques.

En el primer caso, la persona intenta demostrar su inocencia recurriendo a explicaciones externas, como el tráfico o las obligaciones laborales. En el segundo, desvía la atención hacia los errores del otro y responde con una crítica en espejo.
Aunque puedan parecer recursos válidos, estas actitudes no resuelven el problema inicial. Al contrario, transmiten la idea de que la culpa recae en la pareja, lo que alimenta aún más las críticas. De esta manera, la conversación se transforma en un intercambio de reproches que abre paso al siguiente escalón del ciclo: el desprecio.
3. Desprecio: el predictor más grave
El desprecio es considerado el más destructivo de los cuatro patrones, ya que comunica disgusto y superioridad hacia la pareja. Según el psicólogo, puede expresarse a través de frases cargadas de sarcasmo o burla. También se refleja en gestos no verbales, como miradas de desdén o sonrisas irónicas.
El desprecio suele aparecer cuando la crítica y la defensividad no logran resolver los conflictos, acumulando resentimiento en la dinámica de pareja.

En este punto, las discusiones dejan de tener un objetivo constructivo y se convierten en un terreno dominado por la hostilidad. La prolongación de esta etapa provoca un desgaste emocional que puede derivar en el cuarto jinete: el obstruccionismo.
4. Obstruccionismo: la evasión como recurso
El obstruccionismo, también llamado stonewalling, consiste en el cierre mental y emocional durante una discusión. La persona que recurre a esta conducta se desconecta del intercambio, ya sea guardando silencio, respondiendo con monosílabos, fijando la vista en otro objeto o incluso abandonando la conversación.
Travers señaló que este comportamiento suele coincidir con un fenómeno conocido como “inundación emocional”, en el que los niveles de estrés alcanzan un punto tan alto que bloquean la capacidad de razonar. En ese estado, retirarse parece la única forma de soportar la interacción.

Sin embargo, la pareja suele interpretar el silencio o la evasión como indiferencia, lo que alimenta nuevas críticas y reactiva el ciclo. Así, la dinámica regresa a su punto de partida.
Un círculo autosostenible
Los cuatro patrones descritos, crítica, defensividad, desprecio y obstruccionismo, conforman un ciclo que se retroalimenta. Cada uno desencadena al siguiente y, en conjunto, erosionan la comunicación y la confianza en la relación.
Travers advirtió en su análisis para Forbes que el riesgo radica en que este círculo es autosostenible y puede repetirse de manera indefinida si no se identifica y corrige a tiempo.

Reconocer estos patrones a tiempo resulta fundamental para evitar que la relación ingrese a una senda irreversible. Los especialistas señalaron que el primer paso implica observar silencios hostiles, respuestas automáticas y frecuentes ataques personales como señales de alerta, más que como meras rutinas domésticas.
Identificar estos comportamientos puede motivar a buscar apoyo profesional o conversar desde otro enfoque, antes de que los “Cuatro Jinetes” ocupen de forma definitiva la convivencia. Comprender el ciclo permite romper el automatismo, recuperar la empatía y abrir la posibilidad de reconstruir el diálogo.
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