Son argentinos y emigraron a Hungría en busca de estabilidad económica: “No vinimos para hacernos ricos, sino para poder ahorrar”

Renunciaron a sus trabajos y, a principios de 2021, llegaron a Budapest. “Si trabajás en tecnología, podés conseguir empleo en cualquier parte del mundo. Todas las ideas que teníamos sobre cómo es vivir afuera se están cumpliendo”, le dijo Lucila Di Vanni Frick a Infobae

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Emigraron a Hungría pero advierten: “No vinimos para hacernos ricos, sino para poder ahorrar todos los meses”
Emigraron a Hungría pero advierten: “No vinimos para hacernos ricos, sino para poder ahorrar todos los meses”

Hace cinco años que Lucila Di Vanni Frick (29) y Jeremías Vozzi (32) están en pareja y, luego de convivir durante un año y medio en un departamento de Villa Urquiza, decidieron que era hora buscar un nuevo horizonte.

Ella es licenciada en comunicación, mientras que él es ingeniero electrónico. A pesar de que ambos tenían trabajo en Argentina, comenzaron a buscar otros rumbos laborales en internet. Primero, apuntaron a Alemania, ya que Jerónimo habla el idioma y Lucila lo estaba aprendiendo, pero las vueltas de la vida los llevaron a la encantadora ciudad de Budapest, capital de Hungría, donde hoy viven, trabajan y son felices.

El 4 de enero pasado, Jeremías llegó solo a Budapest y, el 14 de febrero, Lucila siguió sus pasos y se reencontraron. Ambos tienen la ciudadanía italiana y, vía internet, consiguieron trabajo antes de emigrar: él como ingeniero de Soporte, mientras que ella hoy se desempeña en otra empresa como UX Designer.

“Queríamos tener la experiencia de vivir y trabajar afuera, pero también fuimos en busca de la estabilidad económica y para olvidarnos de la inseguridad. El transporte público funciona bárbaro y con puntualidad: se mezcla lo antiguo con lo moderno ya que, por ejemplo, usan los tranvías viejos y los nuevos. Además, los episodios de inseguridad no son tan comunes como en Argentina”, le dijo Lucila a Infobae.

Lucila Di Vanni Frick (29) y Jeremías Vozzi (32)
Lucila Di Vanni Frick (29) y Jeremías Vozzi (32)

A pesar de que llevaron sus ahorros, no necesitaron usarlos porque ambos llegaron con empleo, así que solo tuvieron que destinar un mes para el alquiler y otro para el depósito. “Budapest es una ciudad con un costo de vida bajo, pero, a la vez, tiene sueldos más bajos que otros países de Europa. Podés conseguir un lindo departamento entre 450 y 600 dólares. La compra mensual acá no existe: la hacíamos en Buenos Aires para aprovechar las ofertas y evitar el aumento de precios. Hoy, compramos todas las semanas y gastamos unos 250 dólares mensuales. Cada uno gana mil dólares y podemos vivir bien. La gran diferencia, aunque vivas ajustado, es que los precios no aumentan y podés planificar tu economía. No vinimos a Hungría para hacernos ricos, sino para poder ahorrar un poco todos los meses. Y acá podemos hacerlo, porque no hay cambios bruscos como en la economía de Argentina”, explicó.

Lucila dice que se encontró con un país en el que, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, se puede planificar a corto y largo plazo. Pero no se refiere solo a nivel económico, sino también a nivel personal ya que, esperando ganar un mejor sueldo, por ejemplo, muchos argentinos posponen formar una familia o, ni siquiera, piensan en la posibilidad de poder comprar una vivienda porque sus valores altos y la falta de crédito las hacen prácticamente inaccesibles.

“En Buenos Aires, mis compañeros de trabajo recién estaban empezando a tener hijos. En Budapest, todos tienen su familia armada y eso tiene que ver con la capacidad de planear. Podés asegurar que, de acá a cinco años, te vas a comprar un departamento o vas a poder mantener a un hijo. Y lo vas a poder sostener porque, tu realidad de hoy, va a ser la misma que la de mañana. En Argentina, tenés que estar pensando si van a aumentar los sueldos para ver si vas a poder pagar la suba del alquiler. Esa es la matemática fina que aprendés a hacer para ‘planear’ en Argentina, porque a la ahora de planificar algo, tenés que contemplar un montón de factores. En pocos meses, cualquier variable te puede dar vuelta el tablero, cuando acá las variables son las básicas de la vida, como cambiar un trabajo por uno mejor -o, claro, quedarte sin empleo- pero podés vivir relajado y no estar pensando qué día tenés que ir al supermercado para agarrar un descuento”, destacó.

Desde principios de 2021, dejaron su departamento de Villa Urquiza y emigraron a Budapest
Desde principios de 2021, dejaron su departamento de Villa Urquiza y emigraron a Budapest

Los húngaros se quejan porque el año pasado pasaron de tener 3.5 a 4 % de inflación. ¡Cuando les decís los valores de Argentina no lo pueden creer! Otro tema que me parece muy importante es el respeto y la tolerancia que veo. La semana pasada, en la marcha del Orgullo Gay se manifestaban grupos opuestos, pero nunca se enfrentaron. Cada uno se expresó: se reían y gritaban pero seguían de largo. A nadie se le ocurrió agredir o pegar. Por otro lado, cruzás la calle y ves el respeto hacia el peatón, algo que no solo se ve en Europa: lo ves en el país de al lado, en Uruguay”, afirmó.

“La salud es pública y funciona bien, incluso, para nosotros que no somos húngaros. Vas al supermercado, las cosas no aumentan y tenés una gran variedad de cada producto, además, todos los días hay algo nuevo. Finalmente, las internas políticas no afectan al ciudadano en su vida diaria y las cosas funcionan... pero a los argentinos nos cuesta mucho separar esas cuestiones”, expresó.

Otro punto que le llamó la atención es el uso casi nulo que los húngaros hacen de las tarjetas de crédito, ya que prefieren ahorrar durante algunos meses y, luego. comprar lo que necesitan sin privarse de tener, por ejemplo, el último celular de moda.

No gastan más de lo que tienen: no existe la tarjeta de crédito y es solo para un nivel muy alto. No necesitan ostentar, ni viven consumiendo: ahorran para comprar lo que quieren. Juntan uno o dos meses y, al tercero, van y compran porque saben que el precio va a ser el mismo. Todo el mundo tiene su iPhone y las mismas empresas telefónicas te dan planes de financiación”, indicó.

Una postal de cuando recién llegaron a Budapest y aún el uso del barbijo era obligatorio
Una postal de cuando recién llegaron a Budapest y aún el uso del barbijo era obligatorio

Respecto a las ofertas laborales, destacó la importancia de hablar inglés y dijo que el dominio del idioma húngaro solo es necesario si se busca un empleo en turismo o atención al cliente.

“Hay muchas oficinas de empresas grandes así que, como es más barato, traen a muchas personas para trabajar, sobre todo, en tecnología, donde siempre hay laburo. También, hay muchas ofertas laborales en atención al cliente y, ahora que todo volvió a abrir, hay trabajo en gastronomía, recreación y turismo. Se necesita saber inglés pero, si te querés dedicar al turismo o a atención al cliente, tenés que aprender húngaro o, al menos, tener una base”, dijo.

Ambos integrantes de la pareja trabajan en tecnología, lo que Lucila considera una ventaja a la hora de conseguir un trabajo, ya que es uno de los rubros más requeridos en todo el mundo y, además, brinda muchas comodidades en cuanto a la flexibilidad de la jornada laboral.

“Si trabajás en tecnología, conseguís empleo en cualquier parte del mundo. Podés hacerlo desde cualquier lugar y solo tenés que tener en cuenta la diferencia horaria. Las empresas se dieron cuenta que lo que importa es que hagas tu trabajo: no les importa ni dónde, ni cuándo, ni cómo. No les interesa que estés “calentando la silla”. Creo que las empresas de tecnología lo entendieron más rápido y ojalá lo entiendan todas las demás. Se trabaja por objetivos, no por horario. No hace falta que estés físicamente. Incluso, podés viajar y trabajar en cualquier otro país, sin usar tus vacaciones. Esas cosas te abren las puertas”, sostuvo.

Feliz con su presente en Budapest, cuenta que, por el momento, planea seguir viviendo en Hungría, mientras aprovecha el tiempo libre para viajar y conocer otras ciudades de Europa. Hoy, Argentina parece muy lejana, salvo para visitar a la familia.

“Estamos muy cómodos y nos gusta mucho. Queremos quedarnos acá y aprovechar a viajar, ya que los dos estamos vacunados y todo está cerca. Todas las ideas que teníamos de cómo es vivir afuera se están cumpliendo. No hay nada que extrañe horrores, ni que me dan ganas de volver... Si en Argentina todo sigue igual que ahora, dudo que volvamos. Posiblemente, el año que viene vayamos de visita”, aseguró.

“Nos decían que iba a ser un shock cultural, pero nos encontramos con muchas cosas parecidas, como la gente que sale todo el tiempo a los bares y restaurantes para tomarse un cafecito, una cerveza o a comer algo; salen los domingos y algunos cenan tarde como nosotros. Se extraña, pero tenemos muchas ventajas por la tecnología, así que seguimos haciendo videollamadas con nuestros familiares y amigos, tal como hacíamos el año pasado en Buenos Aires por la pandemia. Me cuesta más la diferencia horaria de cinco horas, que la distancia física. Vimos la final de la Copa América en un bar, y nos sorprendió la cantidad de argentinos y brasileños”, expresó.

Lucila trabaja como UX Designer, mientras que Jeremías se desempeña como ingeniero de Soporte
Lucila trabaja como UX Designer, mientras que Jeremías se desempeña como ingeniero de Soporte

En cuanto a la pandemia de COVID-19, destacó la excelente campaña de vacunación que se realizó en Hungría, donde no solo las personas ya no usan barbijo sino que. a partir del próximo mes, quienes lo requieran van a poder darse una tercera dosis de refuerzo. Tanto ella como su pareja, pudieron elegir entre todas las opciones de vacunas disponibles en el mundo, incluso la Sputnik V y la Sinopharm, pero prefirieron la Pfizer.

En Hungría, la pandemia no existe más. Ya no se usa barbijo, aunque algunas personas tienen miedo que se repita lo del año pasado, porque en noviembre hubo otra ola. Pero la diferencia es que ahora está la vacuna, que acá viene muy bien. Incluso, a partir de agosto, quien se quiera dar la tercera dosis lo va a poder hacer. Deben realizarse un chequeo médico para ver cuál les conviene y tienen haber pasado 4 meses desde la segunda dosis. Las vacunas sobran y, la gente que hasta ahora no se vacunó, es porque no quiere hacerlo”, sostuvo.

A quienes tengan intenciones de emigrar, aconseja que se tenga en claro la actividad que van a llevar a cabo y, sobre todo, que cada uno se conozca muy bien a nivel personal, porque el desarraigo puede ser duro.

No es todo color de rosa: hay que informarse mucho y saber adónde vas a caer. Pero no hay que frustrarse tanto si las cosas no salen: siempre hay que recordar cuál es la motivación que te movió para salir de donde estás. A veces, extrañás y dudás si hiciste bien, pero es mejor quedarse con la certeza de que algo no te gustó, que tener la duda de si te hubiera gustado. Más allá de las ganas de irse o de querer cambiar la situación, también hay que saber si uno se lo va a poder bancar. La pandemia nos hizo una gran prueba con esto de no ver a la gente y no salir seguido. Si la pasaste mal toda la pandemia, emigrar no es para vos”, advirtió.

“Estuvo bueno animarnos a venir a una ciudad que no conocíamos, aunque la investigamos un montón viendo videos y entrando a grupos de gente que emigró a Budapest. Si venís informado, con las expectativas necesarias y sabiendo qué vas a hacer, el balance siempre es bueno: aunque extrañes y sepas que no vas a tener la posibilidad de volver mañana a tu casa”, finalizó.

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