A seis meses del desalojo de Guernica: dueños alerta, peleas entre vecinos y el drama de los que siguen sin techo

Infobae recorrió el predio donde el 29 de octubre de 2020, más de 4 mil policías bonaerenses echaron a los últimos mil ocupantes ilegales de casi 100 hectáreas en una batalla campal. En total, la cantidad de intrusos que permanecieron 101 días superó los 4 mil. Guido Giana, concejal de Presidente Perón y uno los propietarios, señala: “Esto sirvió para que en la Argentina se dejara de discutir si propiedad privada sí o no”

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Vilma Enríquez, una de las propietarias de la tierra que tomaron hace 6 meses en Guernica

“Recién a los dos o tres días que sacaron a la gente de la toma salí a caminar por el campo, a la mañana. No sabe la alegría que tuve, lo lindo que fue”, dice Vilma Enríquez mientras transitamos su terreno de Guernica. La mujer tiene 58 años y la cara surcada por miles de madrugadas con escarcha y mediodías al rayo del sol. Es chaqueña, llegó con su marido hace 40 años y compró -cuenta- sus 30 hectáreas criando y vendiendo chanchos: “en ese tiempo no había asignación, no había ayudas, todo lo hicimos trabajando”. Hace seis meses exactos, el 29 de octubre de 2020, el predio donde caminamos fue un campo de batalla. Al alba, después de 101 días de ocupación, 4.095 efectivos de la policía bonaerense a las órdenes de Sergio Berni echaron a las mil personas que aún resistían la orden de desalojo del Juzgado de Garantías número 8 de Cañuelas, a cargo del Dr. Martín Miguel Rizzo.

Vilma recorre la llanura con la vista y va explicando de qué se trata: “¿Ve esa zanja? De ahí para la derecha en Numancia. Para acá es mi tierra y desde allá (se refiere a la calle Islas Malvinas) es el barrio San Martín. Después del arroyo hay un alambrado. Atrás ya es de Gervasio y después de aquellos árboles que ve al fondo, es de Guido”. Cuando compró, todo era un descampado. En 1990, luego de la crisis hiperinflacionaria del ‘89, se poblaron Villa Numancia y el barrio San Martín, los asentamientos que rodean sus tierras. Dos de los

Hoy, el predio de Guernica desde el aire (drone: Thomas Khazki)
Hoy, el predio de Guernica desde el aire (drone: Thomas Khazki)

“Gervasio” es Gervasio Pérez Pesado, el titular de El Bellaco S.A., firma que posee unas 360 hectáreas y construye el country club San Cirano: por ahora se ven los postes de las canchas de rugby y el trazado del barrio. “Guido” es Guido Giana, uno de los titulares de Liorsel S.A., que tiene unas 350 hectáreas. Giana es, además, concejal de Presidente Perón por Juntos por el Cambio y director del Sanatorio Güemes. En el orden de propietarios luego se encuentran Vilma, que posee según cuenta unas 30 hectáreas y mantiene una disputa legal con Andrés Ríos, que dice ser dueño de un sector y ya comenzó a lotear y vender terrenos. Resta una pequeña parcela, donde María Medina Romero erige una capilla de la Virgen de Caacupé.

Vilma Enríquez, dueña de 30 hectáreas que fueron ocupadas en julio del año pasado, sentada sobre el tronco de un árbol que cortaron los intrusos (Foto: Adrián Escandar)
Vilma Enríquez, dueña de 30 hectáreas que fueron ocupadas en julio del año pasado, sentada sobre el tronco de un árbol que cortaron los intrusos (Foto: Adrián Escandar)

Ellos son los dueños de los terrenos donde ingresaron más de cuatro mil personas a partir del 20 de julio, cuando se inició la ocupación. Primero intrusaron la parte de Vilma lindante con Numancia. Al improvisado barrio le pusieron el nombre de la fecha que irrumpieron: 20 de Julio. Cuando la noticia empezó a correr, se sumaron familias de varias localidades del sur del Conurbano. A continuación ocuparon la zona que daba a la calle Islas Malvinas: al sector, como si fuera una continuidad del barrio existente, lo bautizaron San Martín. El tercer terreno fue el contiguo a las obras del country, al que llamaron La Lucha. Y por último se dirigieron -también en tierras de El Bellaco S.A.- a la zona que denominaron La Unión. Del total de hectáreas de la empresa constructora ocuparon 60. Intentaron, esa vez, ingresar al campo de Guido, pero desde el establecimiento se lo impidieron.

“Yo vivo ahí todos los días, es mi casa. está atrás del Parque de las Naciones y al lado del barrio San Martín. A veces miro las fotos del primer o segundo día de la toma y me cuesta creer cómo pude atravesar aquello de forma tan entera -le cuenta Guido Giana a Infobae- La imagen más pura que tengo fue cuando llovía y recorrí con el grupo GAD (Grupo de Apoyo Departamental) los costados de la toma, ellos protegieron mi casa esa noche, los desalojó de mi tierra. Había tiros y demás, es la imagen más fuerte. Lo que vivimos -no solo yo, sino los vecinos del barrio San Martín y los de Numancia, fue terrible. Hay un club, una cancha, y durante la toma no se podía salir. Afilaban los machetes en las esquinas de los barrios, la gente estaba adentro de sus casas todo el día…”.

Un perro flaco juega entre las chapas de lo que fue una casilla durante la toma de Guernica (Foto: Adrián Escandar)
Un perro flaco juega entre las chapas de lo que fue una casilla durante la toma de Guernica (Foto: Adrián Escandar)

El recuerdo de Vilma es similar: “Lo pasamos mal, feo, como si estuviéramos en una guerra, un infierno. Si salías de tu casa te lastimaban. Esa era gente que necesitaba. Pero había gente buena y gente mala, ¿entiende? Hicieron muchos abusos, hasta adelante de los efectivos. A ellos les hicieron mucha guerra también. Quedó una sensación muy fea. Tuve tres tomas. Y esta fue la más grande que tuve. De las tres, las dos primeras fueron bastante tranquilas, esta fue la más grande. Tuvimos muchas pérdidas nosotros”. La mujer tiene seis hijos y diez nietos. Su marido está postrado, sufrió un ACV el año pasado y es cardíaco. “A ellos siempre les enseñé a no tocar lo de otros. Nosotros siempre trabajamos”, cuenta.

A cada paso, como reliquias de una guerra, aparecen pedazos de chapas, gomas, restos de pequeñas zanjas que delimitaban los lotes que trazaron los ocupantes, palos, algún inodoro destrozado y hasta osamentas de ovejas y vacas. También depredaron muchos árboles. En algunos se ve cómo los retoños se aferran a los troncos cortados. Otros no pudieron sobrevivir. “Yo perdí muchos animales. Nos comían las vacas, las ovejas, se llevaron como 30 caballos -cuenta Vilma-. Tuve que sacarlos de ahí. Las ovejas se estaban muriendo de hambre, y sus bebés también, porque las mamás no tenían suficiente leche. No es lo mismo para ellas comer pasto seco que verde. Ahora tenemos terneritos que nos quedaron guachos, que los criamos a mamadera para que puedan vivir”.

Por todo el predio aparecen restos de lo que lo fue la usurpación de los terrenos (Foto: Adrián Escandar)
Por todo el predio aparecen restos de lo que lo fue la usurpación de los terrenos (Foto: Adrián Escandar)

En los últimos días de la toma, desde el ministerio de Desarrollo para la Comunidad que dirige Andrés Larroque informaron que habían censado a unas 1.400 familias constituidas por 4.417 personas. La propuesta del gobierno bonaerense, en ese momento, fue de entregar un subsidio de 50 mil pesos y poner -dice el documento presentado- “a disposición dispositivos de transición abiertos -uno de los cuales tiene una dimensión de aproximadamente cinco hectáreas- y que en total poseen una superficie cercana a las 11 hectáreas y media, situados en el partido de Presidente Perón y destinados al alojamiento transitorio de las familias reubicadas. A su vez, se proporcionan 2 dispositivos cubiertos para el hospedaje de las personas en situación de especial vulnerabilidad”.

De las negociaciones formaron parte dirigentes del Polo Obrero, principalmente, y otras expresiones políticas y sociales de izquierda como el Frente Popular Darío Santillán, Barrios de Pie-Libres del Sur. En aquel momento, Larroque informó que el 80 por ciento de los ocupantes había suscripto el trato. Supuestamente, quedaban entre “150 y 200 familias” cuando las fuerzas policiales se dispusieron a actuar.

Guido Giana, uno de los propietarios del predio que fue intrusado hace seis meses (Foto: Maximiliano Luna)
Guido Giana, uno de los propietarios del predio que fue intrusado hace seis meses (Foto: Maximiliano Luna)

Según Giana, “el mayor porcentaje de esas personas tenían donde vivir. Los que eran de Guernica volvieron a sus casas. Los lugares que dispuso como albergue el municipio de Presidente Perón para que vivieran los que no tenían lugar estuvieron vacíos. La mayoría eran oportunistas. Fue una toma organizada. A las claras, y a las pruebas me remito: los albergues estuvieron vacíos”.

El concejal señala que “hoy la tranquilidad volvió a Guernica. Tenés la delincuencia normal, pero con ellos la tranquilidad no existía. Tiros de noche para disputarse un lugar, violencia, barra bravas y droga. Hoy la policía de la provincia y la del municipio custodian bastante las entradas del predio”. Algo que el jueves 27, cuando Infobae recorrió el lugar, no se percibió.

-¿Hubo algún intento de intrusión en estos seis meses?

-Las tres semanas que siguieron estuvimos en alerta, pero no hubo otro intento. En general, esto sirvió para que en la Argentina se dejaran de dar estas discusiones sobre propiedad privada si o no. En ese momento fue como discutir cosas del pasado, y cualquiera sea el gobierno, está claro que la propiedad privada tiene que ser sagrada. Ahora en el distrito vas a ver obras, autopistas, ese es el desarrollo que van a generar empleo genuino. Lo que hace crecer a los distritos. Sobre la ruta 16 están terminando la autopista, la 16 la están ampliando. Eso va a traer más gente y más countries. Si la toma hubiera prosperado, esas inversiones no se estarían llevando a cabo.

Vilma cruza el improvisado puente de un arroyo cavado a propósito para evitar las inundaciones crónicas del terreno, esencialmente un bañado. (Foto: Adrián Escandar)
Vilma cruza el improvisado puente de un arroyo cavado a propósito para evitar las inundaciones crónicas del terreno, esencialmente un bañado. (Foto: Adrián Escandar)

Giana se refiere a que esa zona es un bañado que se inunda con facilidad, aunque los arroyos que cavaron logran en parte el objetivo de escurrir el agua. La noche anterior a que los ocupantes fueron desalojados había llovido. De madrugada, los más de 4 mil efectivos de la policía de la provincia de Buenos Aires, llegados en 27 micros de larga distancia, se aprestaron a entrar en acción.

A las 4.30 de esa mañana cortaron la luz en toda la zona. Enseguida ingresaron. En dos horas, el desalojo fue consumado. De un lado hubo gases y balas de goma. Del otro botellazos y piedras. Siguieron algunas escaramuzas por las calles del barrio Numancia. Hubo alrededor de 25 heridos y 39 detenidos, que fueron liberados poco después. La mayor parte de ellos pertenecía a organizaciones sociales.

Los caballos de Vilma Enríquez, hoy cabalgan en libertad. En la toma, dice ella, le robaron 30 ejemplares (Foto: Adrián Escandar)
Los caballos de Vilma Enríquez, hoy cabalgan en libertad. En la toma, dice ella, le robaron 30 ejemplares (Foto: Adrián Escandar)

A seis meses de aquel día, un informe del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires al que accedió Infobae señala que “hasta el momento 1.458 personas firmaron el Acta, esto incluye a las familias que firmaron antes y después del desalojo. Se tramitaron 1.321 subsidios desde Provincia, y 320 ayudas urgentes en articulación con Nación. Se otorgaron 15 módulos habitacionales y se entregaron materiales de construcción a 66 familias. A su vez, se entregó mobiliario a más de 30 familias y se llevaron adelante articulaciones para garantizar un acompañamiento con cooperativas a 18 personas. Estos números se modifican, aumentando diariamente, debido a la continuidad del trabajo del MDC en el territorio”.

Por esas actas, el Ministerio se comprometió adjudicar lotes en lugares son servicios como electricidad, agua y apertura de calles a los 180 días de completar los informes socio ambientales de las personas entrevistadas y que estén en situación de vulnerabilidad. Por supuesto, el acuerdo quedaría nulo si el lote asignado no es usado para vivienda, con la prohibición de “ceder, vender o transferir” el mismo.

Para Vilma, el momento en que el predio quedó vacío fue “Lindo. Un poco medio chocante porque había mucha gente que necesitaba. Pero ahora hay tranquilidad. Nosotros teníamos atrás de mi casa a esa gente que estaba comiendo mis animales. Ahora se puede descansar. Lo mismo cuidamos todo. Pero la semana pasada hubo gente de vuelta acá queriendo tomar. Siempre tenés que estar cuidando”.

Vilma Enríquez, la mujer que hace 40 años pelea día tras día por sobrevivir y fue la principal perjudicada por la toma del predio de Guernica (Foto: Adrián Escandar)
Vilma Enríquez, la mujer que hace 40 años pelea día tras día por sobrevivir y fue la principal perjudicada por la toma del predio de Guernica (Foto: Adrián Escandar)

En este punto, la mujer discrepa con Giana. Para ella si hubo nuevos intentos de usurpación: “Yo estaba dando de comer a los animales, porque tengo muchas gallinas y patos, Me llamó mi hijo y me dijo “mamá hay unas cuantas personas, como seis o siete”. Salí y les dije que no se puede meter al predio. Estaban marcando todo. Si no salían por las buenas llamaba al 911 para que los saquen. Yo no soy mala, pero ya me hicieron mucho daño”. Además, tiene su propia pelea personal con un vecino: “Vino un abogado a nombre de don Ríos después de la toma. Me llamó y me amenazó, me dijo que me iba a sacar todo. Ya están loteando, haciendo casitas. Ellos saben que soy una mujer sola, que mi marido está muy enfermo y postrado, que mi hijo de 16 años fue operado del corazón. Y con la pandemia, peor”. Sus abogados son Darío Saldaño y Juan Barragán, éste último le contó a Infobae que “esta señora es muy humilde y honesta, no tiene picardía. Cuando pasó el problema de la usurpación aportó pruebas en la fiscalia y le hicieron hacer un croquis. Cuando desalojaron y le dieron la posesión a ella, apareció algún abogado que se aprovechó de Ríos, al que dejaban que sus animales estuvieran en ese terreno, y están vendiendo parte del campo. El problema es que la señora no tiene dinero, y debe hacer un plano de posesión por cada parcela pero claro, hablamos de entre dos y dos y medio millones de pesos. Vamos a intentar una medida cautelar en sede civil. Pero como condición sine qua non, necesita ese dinero y ella no cuenta con él. Imaginate que venden uno o dos caballos para poder comer”.

El combate que se desarrolló el 29 de octubre en Guernica. (Foto: Adrián Escandar)
El combate que se desarrolló el 29 de octubre en Guernica. (Foto: Adrián Escandar)

Como siempre, los problemas terminan siendo peores para los más pobres. También quienes fueron desalojados con sus pocas cosas aquella mañana, a seis meses, la están pasando mal.

Aquel 29 de octubre, Mónica regresó al mediodía, cuando la locura había pasado, para buscar sus pocas pertenencias. Una foto suya que publicó Infobae, sentada en su cama mientras detrás pasaba una hilera de policías, fue una de las más emblemáticas de aquella jornada. La mujer, de 43 años, llegó allí después de dos meses de iniciada la ocupación, con 25 puntos de sutura a cuesta de una operación que le hicieron en el hospital Argerich. “Vi en la tele de un bar que había lugar acá y me vine”, contaba entonces mientras subía sus cosas a un carro que conducía Marcelo, su pareja. Mientras lo hacía lloraba e indicaba un poste: “Ahí estaba yo, donde está el palo de luz, en la esquina. Era mi terrenito”. Casi toda su vida lo pasó en la calle. Antes de Guernica, dormía bajo la autopista que une el Puente Pueyrredón con la 9 de Julio en la avenida Garay, en Constitución. Allí fue abusada por no dejar que tocaran a sus hijos más chicos. Nunca tuvo un hogar, y aún sigue buscándolo.

Después del desalojo, las grúas destruyeron las precarias casillas de los ocupantes (Foto: Adrián Escandar)
Después del desalojo, las grúas destruyeron las precarias casillas de los ocupantes (Foto: Adrián Escandar)

Hoy, Mónica está otra vez como entonces: juntando sus cosas para volver a dejar un lugar. Es un círculo infernal del que ella, como mucha gente, no puede salir. “Cuando nos fuimos de la toma un familiar nos dejó guardar nuestras cosas en su casa. Estuvimos un tiempo ahí, pero era chico y nos teníamos que ir. Ahí apareció un chabón que vendía bolsas en la calle y nos dijo que tenía un lugar. Así que nos vinimos”. El sitio era un terreno en la localidad de Ingeniero Allan, sobre la ruta 2, en Florencio Varela. Pero la alegría duró poco.

“Al tiempo ya nos dijo que nos teníamos que ir. Pero nosotros le limpiamos el terreno, se lo cuidamos para que nadie entrara, pusimos plata acá y nos están desalojando de vuelta. Las 30 lucas que me dieron en Desarrollo más 20 que consiguió Marcelo trabajando con el carro. ¿Quién me las devuelve ahora?”. Desde el gobierno bonaerense, cuenta, le entregaron ese dinero, una heladera pequeña, una cama y una bolsita con mercadería. “Y después no me llamaron nunca más ni me anotaron en un plan de vivienda. Seis meses pasaron de Guernica y seguimos en la nada”.

Mónica tiene 43 años, toda su vida vivió en la calle. La desalojaron de Guernica y hoy vuelve a ser echada de un nuevo lugar que consiguió para vivir (Foto: Adrián Escandar)
Mónica tiene 43 años, toda su vida vivió en la calle. La desalojaron de Guernica y hoy vuelve a ser echada de un nuevo lugar que consiguió para vivir (Foto: Adrián Escandar)

La nueva esperanza es un club en Adrogué que su pareja limpió, donde lo contrataron como sereno y cuidador. Van a tener que dejar los dos caballos y el carro al cuidado de un amigo. Y llevarán lo que puedan en la camioneta del nuevo patrón de Marcelo. “Pero todo no entra”, lamenta.

Mónica es la otra cara de este drama. Su ilusión, confiesa, es tener una vivienda, un terreno, un lugar donde por fin enterrar su amargura y su bronca. Pero ahora debe emprender un nuevo éxodo: “Estamos cansados de ir de un lado para otro… Seguimos sin techo, sin solución, sin nada”.

Video y drone: Thomas Khazki

Edición de video: Lihuel Althabe

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