
Pocas frutas generan tanta controversia en torno al control glucémico como las bananas. Para muchos, figuran en la lista de alimentos restringidos por su supuesto exceso de azúcar, pero la ciencia ofrece un panorama distinto.
De acuerdo con un análisis de EatingWell respaldado por dietistas y educadores en diabetes, el efecto real de las bananas sobre la glucosa es mucho más dinámico y depende de distintos factores, no solo de la cantidad de azúcar natural presente en la fruta.
Factores que influyen en la respuesta glucémica
Diversos elementos determinan cómo responde la glucosa tras consumir bananas, entre ellos el índice glucémico, la carga glucémica, el nivel de madurez y el contenido de fibra.
La educadora en diabetes Whitney Stuart, citada por EatingWell, señala que el índice glucémico mide la rapidez con la que un alimento eleva el azúcar en sangre en una escala de 0 a 100. En el caso de las bananas, este parámetro varía en un rango moderado de 42 a 62. Sin embargo, advierte que este valor solo indica la rapidez, no la magnitud total del impacto.

La carga glucémica aporta una perspectiva más precisa, al contemplar tanto el índice glucémico como la cantidad de carbohidratos de una porción típica. Stuart resalta que la respuesta glucémica se ve condicionada tanto por la cantidad de banana ingerida como por la combinación con otros alimentos.
Una pieza mediana presenta una carga glucémica moderada, lo que disminuye la probabilidad de picos rápidos de glucosa, especialmente cuando forma parte de una dieta balanceada.
El papel de la madurez y la fibra
Un estudio publicado en la revista Nutrients comprobó que consumir una banana pequeña o mediana junto a una comida equilibrada no eleva significativamente la glucosa en sangre en personas con prediabetes o diabetes tipo 2, en comparación con otros alimentos con igual cantidad de carbohidratos pero menor valor nutricional. Los expertos advierten que, para lograr este resultado, es fundamental controlar la porción y considerar el contexto de la comida.
El nivel de madurez de la banana también incide: las verdes aportan almidón resistente, un carbohidrato que favorece el control glucémico porque resiste la digestión. A medida que la fruta madura, el almidón resistente disminuye y aumentan los azúcares, lo que puede acelerar el efecto sobre la glucosa, aunque menos que los dulces procesados.

La fibra que contienen las bananas —soluble e insoluble— contribuye a evitar subidas rápidas de glucosa y a mantener una digestión saludable. Stuart resalta que menos del 10% de la población estadounidense llega a la ingesta diaria recomendada de este nutriente, y las bananas pueden ayudar a cubrir esa necesidad.
Beneficios adicionales de las bananas
Más allá de la glucosa, las bananas son fuente de múltiples beneficios nutricionales. Stuart las describe como auténticas potencias por su aporte de potasio, mineral que favorece la salud cardíaca y regula la presión arterial.
Además, concentran antioxidantes como catequinas y dopamina, vinculados a la reducción de la inflamación. Rose Francis destaca que las bananas también proporcionan vitamina B6, esencial para más de cien reacciones enzimáticas ligadas al sistema nervioso, la inmunidad y el metabolismo de las proteínas.

Su accesibilidad, bajo coste y disponibilidad durante todo el año las posicionan como una opción nutritiva y sostenible dentro de una dieta saludable.
Para quienes desean aprovechar las bananas sin afectar el control glucémico, los expertos citados por EatingWell sugieren diversas estrategias: combinar la banana con proteínas y grasas saludables, como yogur estilo griego lo que ralentiza la digestión y modera el aumento de glucosa; sumar alimentos ricos en fibra, como avena o pudín de chía, para estabilizar aún más los niveles de azúcar.
Elegir porciones adecuadas —preferiblemente bananas pequeñas o medianas— y optar por frutas menos maduras, con tonalidades verdes, que incorporan más almidón resistente.

Integrar bananas en la alimentación diaria es posible y seguro si se aplican estas estrategias, como seleccionar piezas menos maduras, controlar las porciones y combinarlas con otros alimentos ricos en fibra, proteínas o grasas saludables. Así, se puede disfrutar de sus beneficios sin temor a desequilibrios en el azúcar en sangre, según concluye EatingWell en su revisión.
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