Esos amigos fit

Son nuestros súper amigos porque los queremos mucho y porque están físicamente impecables, ¡mejor que a los 15! Amigos fit, crossfiteros y corredores.

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 Empezá sin mí

por QUENA STRAUSS,

Ella siempre fue una típica "chica de gym", de esas que entrenan en domingo, en vacaciones, en medio de la tormenta y en cualquier otro momento en que chicas como nosotras (como yo, lo admito) aprovechamos para taparnos hasta las orejas y seguir engrosando nuestros adipocitos. Justamente por eso, cuando una ya comienza a acusar el impacto del paso de los años, exhibiendo una cara que parece replicar el mapa de rutas de toda la Argentina, la tipa sigue mostrándose fresca, tónica y turgente como una magnolia recién cortada. Es verla caer en los cumples de amigos o en esas demoníacas "juntadas" con los excompañeros del secundario y querer matarse: parece la hija de algunas y la nieta de otras, todas mujeres con las que la Chica que Entrena comparte año de nacimiento y trayectoria escolar.

Y la pregunta del millón es siempre la misma: ¿cómo hace? ¿Cómo puede ser que la vida siempre la encuentre contenta y trotando, espolvoreando endorfinas por aquí y por allá mientras a una se le expande la cintura, se le comban las ancas, se le cae la nariz y hasta se le secan las rodillas? Pero, de lejos, lo peor de todo es que para colmo de males ella es tan perfecta y tan amorosa que hasta se ofrece a socorrernos.

Dice que nos va a ayudar a ser así, como ella. Entonces, el horror: nos propone entrenar a su lado. Dar vueltas y vueltas a la plaza, pasar tardes enteras caminando la cinta. Es en ese momento cuando decimos a todo que sí, que claro. Pero también le advertimos que, si ve que a la hora fijada todavía no llegamos, ¡que arranque nomás! Que seguro en una o dos reencarnaciones nos cruzamos en el gimnasio.

Amigos fitness

por LUIS BUERO, periodista

ilustración VERÓNICA PALMIERI

Son nuestros súper amigos porque los queremos mucho y porque están físicamente impecables, ¡mejor que a los 15! Amigos fit, crossfiteros y corredores. He visitado al traumatólogo de mi obra social por varios dolores (juanetes, espolón, meniscos) en distintos momentos y su receta es siempre la misma: mandarme a hacer elongaciones. ¿Elongaciones yo? Todos los médicos por televisión recomiendan al público la actividad física, pero yo aprovecho toda hora libre que me queda en el día para dormir, y por más de seis cuadras me tomo un taxi.

Mis deportes de primavera son toser, y a veces estornudar, por la alergia. Pero mis queridísimos amigos no son así. Con distintas excusas, razones, necesidades o pasiones, entrenan en gimnasios, corren en plazas, juegan al fútbol en canchas de 5, 6, 7 y 11, nadan doscientos largos por hora en la pileta, y cuando todo está cerrado porque hay paro nacional, se van a Palermo y caminan varias vueltas al lago. Yo anhelo que venga la noche para ver en la tele esa serie que tanto me gusta, apoltronado en mi sofá. Ellos sueñan con llegar perfectos a la vejez y obviamente vivir más de 104 años, superando al encendedor eléctrico de hornallas que se promocionaba años atrás (Magiclick).

Además, cuando entrás a la cocina de todos estos hermanos de la vida los ves tomarse un vaso inmenso con un líquido verde y te quieren convencer de que cambies tus costumbres, enumerándote los aspectos negativos de una vida pasiva y los excelentes resultados del ejercicio saludable que ellos realizan con un placer casi sexual. Lo que ellos no pueden entender es que yo crecí dibujando historietas y escribiendo por horas en una máquina antigua, y luego en la PC. Y que soy feliz así, sedentario como personaje de chiste santiaguino.

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