
Hace muchos años, un importante empresario de la ciudad asistió con su hijo a una función de circo, y se sorprendió al ver al equilibrista pasar de una punta a la otra a través de una soga que unía ambos postes a unos 8 metros de altura. Al finalizar todas las funciones, se acercó le preguntó: ¿Cómo lo haces, a tanta altura, solo pisando una soga y con riesgo de vida si caes, pues no hay red de contención? El equilibrista le respondió: “con firmeza y tranquilidad, hago foco, foco en mi objetivo que es la otra punta a la cual debo llegar, y no saco mi vista ni mi mente de ese objetivo.”
Esta enseñanza en algún punto contribuye a explicar parte de los motivos sobre la actual situación macroeconómica del país y posiblemente una parte del pasado, porque para delinear un plan macroeconómico, no solo consistente en términos técnicos, sino perdurable en el tiempo, es condición necesaria que exista claridad respecto del modelo de país que se pretende lograr.
Hay un sector político y social que quiere un país con un Estado presente en las actividades privadas, en los mercados, regulando, interviniendo y redistribuyendo ingresos. Un Estado “paternalista”. Por otro lado, hay quienes desean una sociedad con menos intervención del Estado, donde los incentivos privados puedan generar actividades rentables, generar riqueza y trabajo. Un Estado que asegure ciertas actividades que el mercado privado no resuelve en forma eficiente.
Los modelos de gestión macroeconómica para ambos casos son totalmente diferentes. Y eso es lo que hoy se observa en forma mucho más marcada que en otros momentos de la historia económica el país.
Hoy el país se encuentra con niveles de inflación que rondará entre el 90% y 92% a lo largo del 2022, el nivel más alto en los últimos 30 años; las reservas netas cayeron al nivel más bajo de los últimos 11 años; el déficit fiscal consolida muchos años de descontrol presupuestario y el cual es el principal causante de la alta inflación, debido a la monetización. Desde 2016 se ha registrado déficit financiero todos los meses.
Además, la coalición gobernante tiene diferencias en su visión sobre los motivos que generaron el deterioro de la situación macroeconómica y por ende de las soluciones.
La salida necesaria
No hay que inventar nada. La situación de corto plazo precisa facilitar las exportaciones de bienes y servicios para acumular reservas y poder estabilizar el tipo de cambio sin tanta volatilidad; y luego planificar la forma de considerar un tipo de cambio único como la gran mayoría de los países.

Entre otras consecuencias, esto permitirá generar las divisas necesarias para poder importar insumos, bienes y servicios de forma tal que la economía pueda crecer, pues muchos bienes de uso intermedio para la industria nacional son de origen extranjero.
Es un mundo globalizado, no se puede evitar, es preciso acompañar el proceso y adaptarse como país. Controlar el déficit fiscal de forma consistente a corto y a largo plazo, para evitar la monetización de este y evitar que se traduzca en inflación. Tal cual se comprometió con el FMI. Es fundamental comprender y hacer “carne” que la economía se mueve a través de expectativas y de hechos, en la Argentina y en todo el mundo.
También es necesario eliminar la distorsión de precios relativos para que los recursos se asignen a las actividades que realmente la sociedad valora. Esto significa entender que la intervención en los mercados no funciona y que genera más problemas que soluciones.
Brindar el marco adecuado jurídico e impositivo para que las empresas puedan generar puestos de trabajo sostenibles en el tiempo. Lo mismo para los emprendedores pequeños, medianos y grandes.
El capital humano argentino es de muy buena calidad, solo hay que darle el marco de desarrollo. El crecimiento de las empresas, y por ende de la demanda de trabajadores, mejorará el salario en términos reales, sin medidas de intervención por parte del Estado para este fin,
La coyuntura actual exige y no permite tregua, requiere foco como un equilibrista, con pasos firmes y seguros, brindando señales, la economía siempre ajusta por algún lado y presiona también a que la política se alineé, el ministro de Economía Sergio Massa tiene un gran desafío por delante, porque el tiempo para hacer los deberes se extingue de forma acelerada para no caer “de la cuerda al piso”.
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