Desconcierto en La Rosada

En la intimidad de la Casa de Gobierno, casi todos coinciden en que no hay salida alguna si la política no se ordena

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Alberto Fernández en la quinta de Olivos
Alberto Fernández en la quinta de Olivos

En el Gabinete de Alberto Fernández reina el desconcierto. Cada uno de los ministros procesa la desolación como quiere o puede. Después del turbulento fin de semana crece el desasosiego.

El clima es dramático. Nadie sabe a qué atenerse. Los que se reconocen nominados para dejar “la casa”, los “funcionarios que no funcionan” en el lenguaje de CFK, los señalados por el dedo exterminador de la Vice, sienten que han quedado a la buena de Dios. No todos reaccionan de la misma manera. Pero casi todos se auto perciben girando en el vacío.

Si el Presidente no pudo preservar a Martín Guzmán, su ministro de economía, el hombre al que había atado su suerte frente a la andanada K, cómo y por qué podría proteger a todos y cada uno de los sobrevivientes del arrasador tsunami interno.

“El Presidente está en dificultades”, susurra un alto funcionario de acceso directo al Jefe de Estado. Repreguntado acerca de sus dichos habló de desgaste, de deterioro, de un estado general de extrema debilidad política.

El Presidente estaría complicado en todos los frentes. La escalada sobre cuestiones demasiado privadas -”Yo puedo mostrar mi teléfono, no todos pueden mostrar sus chats”, la sugestiva advertencia cristinista- marca un punto fuerte de inflexión en la virulencia del enfrentamiento y ya tendría repercusiones en la intimidad de Olivos.

Entre los que logran mantener la cabeza en su lugar mientras el resto la pierde, hay plena conciencia de la gravedad de la crisis que enfrenta el Gobierno. Casi todos coinciden en que no hay salida alguna si la política no se ordena.

“No fue una mala cena la del lunes”. Al menos se juntaron, hablaron. Está claro que no hubo acuerdo. Alberto Fernández bajó la idea de que es el momento de “mirar hacia adelante”. Nadie tiene claro qué quiso decir.

Cristina Kirchner y Alberto Fernández
Cristina Kirchner y Alberto Fernández

“No estamos sabiendo cómo se sigue, nadie quiere que esto fracase, nadie quiere que esto vuele por los aires, pero se han hecho cosas muy graves”. Quienes esto dicen señalan que desde este domingo Cristina Kirchner, al tomar control de la conducción económica, pasa a ser absoluta responsable de lo que ocurra de aquí en más.

Cristina Kirchner está enojada. Este no es el proyecto que ella tenía en la cabeza. Se ensañó de manera brutal con Alberto Fernández y logró su objetivo.

“Ya lo gastó”, asegura nuestro interlocutor. La tarea de demolición se le fue de las manos. Está claro que el daño causado a la figura presidencial le empieza a jugar en contra.

Algunos creen, a modo de consuelo, que con Silvina Batakis La Cámpora ya está dentro del manejo de la economía y que eso va a dar un tiempo de tranquilidad a los funcionarios que vagan como zombies por los desolados pasillos de la Casa Rosada. Mal de muchos, consuelo de algunos.

Alberto Fernández está absolutamente aislado. Los consultados indican que ya no hay “mesa chica”. Apenas un pequeño grupo de sus estrechos colaboradores lo rodea sin lograr contenerlo.

Tampoco hay “mesa política”. No hay nadie pensando en común la gestión. Desde que empezó la fuerte refriega con CFK, hace algo más de cuatro meses, el hombre se fue ensimismado. El sábado, con la renuncia de Guzmán, perdió el ancla al que se había aferrado. Pero Guzmán quería disponer del tablero de control y él no se lo pudo dar.

La idea de sumar a Sergio Massa a la Jefatura de Gabinete entusiasmaba a varios de los ministros. Esperaban que la presencia del líder del Frente Renovador aportara algo de racionalidad y estrategia, además de contar con el apoyo de parte del empresariado. No pudo ser.

Silvina Batakis, ministra de Economía
Silvina Batakis, ministra de Economía

Cristina Kirchner le bajó el pulgar. Es extraño. La relación del Presidente de la Cámara Baja con Máximo Kirchner pareció no tener fisuras, al menos hasta aquí.

A pesar de este derrape es poco probable que Sergio Massa vaya a romper con el Gobierno. “Hace mucho frío afuera”, desliza irónico alguien que lo conoce bien.

Batakis demora sus decisiones. Corren las horas sin plan y sin equipo. La situación general se agrava. Lo que la flamante Ministra dice en los medios contradice los firmes convencimientos de la lideresa K, quién este sábado aseguró que no le preocupa el déficit fiscal, ni cree que la emisión sea la causante de la inflación.

La flamante ministra reivindica las retenciones al campo y también se la escuchó decir que hay que dar el debate sobre el salario básico universal. Una medida que a viva voz le reclaman desde las veredas del Instituto Patria. La iniciativa que demandará una erogación de un billón de pesos al año se sumaría a los planes sociales ya conocidos. Entre ellos el Potenciar Trabajo, un programa que está en el centro de la disputa de la Vice con las organizaciones sociales afines al gobierno. Plan Platita II.

Este próximo viernes CFK vuelve al púlpito. Muchos ya tiemblan pensando en la nueva homilía de la sacerdotisa. Esta vez lo hará en Calafate. Va a dejar inaugurado un cine. Sus últimas apariciones públicas se llevaron puestas a dos ministros. Muchos se preguntan quién será el próximo.

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