No hay que tenerle miedo a la palabra “invertir”

Tener miedo a invertir solo complica el camino para concretar los objetivos de cada uno. Hay que animarse a entender este mundo

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Una imagen de la Bolsa de Comercio Buenos Aires
Una imagen de la Bolsa de Comercio Buenos Aires

La Argentina de hoy (y en concreto, el mundo actual) empujan a la necesidad de potenciar nuestros ahorros, o al menos, y como un primer objetivo, no dejar que se desvaloricen. Y en este marco, es donde “invertir” debe ser un concepto al que se le debe tener respeto, pero no miedo. Hay que entender la inversión de esos ahorros como un paso para lograr los objetivos personales, sean estos un auto, una casa, un viaje o simplemente vivir mejor en un futuro (cercano o no). Comprender que las oportunidades son muchas, y que sólo hay que construir los caminos para que sean una realidad.

No importa el tamaño de esos ahorros, pero sí algunas otras variables. De hecho, será clave la meta que uno se propone, ser consciente de los tiempos para lograrlo, y sin dudas, como paso previo, ordenar las finanzas personales para poder tener un excedente en el presupuesto que nos permita comenzar a soñar. Para lo último, el orden, la planificación y la constancia son reglas a cumplir. Se tiene que comprender que ser metódicos y prolijos con nuestras finanzas personales tiene detrás un concepto mucho más amplio que es la libertad, y que ser “sanos” en su manejo nos permite una tranquilidad que va mucho más allá del beneficio económico directo de esos ahorros.

Hay que comprender que las oportunidades son muchas, y que sólo hay que construir los caminos para que sean una realidad

Dicho esto, queda claro que “ganar” esos ahorros e invertir para buscar obtener una ganancia adicional en pos de un objetivo, debe ser -antes que nada- una decisión de uno. No de la pertenencia, por ejemplo, a un determinado grupo social.

Pero tomada esa decisión clave, tengamos en cuenta al menos tres puntos para comenzar a invertir (que servirán, además, para una mayor tranquilidad a la hora de dar los primeros pasos).

1 - Conocer mi perfil (de inversor). Para ello, uno deberá responderse algunas simples preguntas como la edad, el conocimiento en el tema, los ingresos, la estabilidad laboral, el porcentaje de los ahorros que piensa invertir, el plazo posible y la tolerancia al riesgo, medido de forma intuitiva, como % de esos ahorros, que podría perder en un determinado momento, sin que eso sea una preocupación que pese en mi día a día. En paralelo, lógicamente, a cuál es mi objetivo. ¿Qué me permitirá este paso? Identificarme con uno de los tres que (tradicionalmente) son opciones: conservador, moderado y agresivo. Y encuadrarse en uno de ellos, permitirá encontrar el mejor camino para la meta detrás. Por ende, ¡no vale mentirse!

El “no poner todos los huevos en la misma canasta”, forma parte del ABC del mundo de las inversiones

2 - Conocer las potenciales alternativas (o inversiones). Si bien el universo es muy amplio, no todos se ajustan a todos los tipos de personas; desde ahora, inversores. En consecuencia, acá está la razón de porqué conocer mi perfil es el primer paso. La selección de activos para una estrategia conservadora no debe ser la misma que para una agresiva. FCI, acciones, bonos, futuros y Cedears, son algunas palabras con la que uno debería familiarizarse para, justamente, perder el “temor” que puede generar lo desconocido (si es principiante).

Descubrir en cada activo las ventajas y potenciales riesgos ayudarán a la tranquilidad (un concepto que debe cruzar toda esta nota). Incluso si uno no se siente capacitado para autogenerarse ese conocimiento -que hoy es igual fácil a través de las múltiples plataformas de educación financiera-, lo importante será buscar un asesoramiento profesional (que genere la confianza necesaria, ya que se depositará en el proceso ni más ni menos que el cumplimiento de objetivos personales).

Por ende, ¡no hay que dejar de “apabullarse” por los conceptos, sino buscar entenderlos! Es fácil, se los prometo…

3 - Diversificar. Sin mucho misterio, el “no poner todos los huevos en la misma canasta”, forma parte del ABC del mundo de las inversiones. La diversificación ajusta el riesgo de una estrategia, y en consecuencia ayuda a conseguir la meta planteada. Es un punto que en las coyunturas con fuerte incertidumbre redobla incluso su importancia…

En conclusión, el miedo no trae nada bueno, como dirían las abuelas. En otras palabras, tener miedo a invertir solo “complica” el camino para concretar los objetivos de cada uno. Hay que animarse a entender este mundo…

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