La situación del campo en Argentina

A pesar del intervencionismo poco deseado, en comparación a otros sectores económicos el productor sobrevive a la crisis económica. De otra manera no se explica que su voz todavía no se haya hecho sentir

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Retenciones, cepo cambiario, limitaciones a las exportaciones de la producción argentina y trámites burocráticos no son nuevos en la historia de Argentina. Se repiten desde los gobiernos kirchneristas con un pequeño alivio en los primeros años del macrismo, pero vueltas a implementar, para quedarse definitivamente en el mandato de Alberto Fernández. Con la finalidad innegociable de que el consumidor argentino pueda acceder a la carne, símbolo de bienestar, y bajo el entendido de que limitando las exportaciones se controlaría la inflación; volvieron a ser parte de la vida del productor las recargas impositivas y las trabas burocráticas. Claro que productores rurales no hay tantos y quizá no estén en la agenda prioritaria del gobierno. Se estima la cifra en 250 mil y sin embargo son grandes generadores de riqueza para el país. Allí donde el negocio no es rentable, hay una migración hacia el campo uruguayo y paraguayo por parte de los argentinos que fueron modernizando en los últimos años las estructuras productivas de dichos países.

Uruguay actualmente está siendo beneficiado por las políticas restrictivas del campo argentino. En este sentido, el país oriental obtuvo un ingreso de divisas de 2.300.000.000 de dólares, lo que significó un 53% más que en 2020 (Fuente INAC). No sólo mejoraron las ventas para el Uruguay, sino que cabe destacar la situación de Paraguay que bate sus propios récords; por un lado obtuvo USD 1.598.931.311, aumentando el 43.3% respecto al 2020 y exportó 326.698 toneladas p/e. aumentando el 20.3%, otra marca histórica para los paraguayos (Fuente Senacsa).

Mercado interno argentino

El objetivo de que el ciudadano argentino acceda a la carne llevó, entre otras medidas, a que el Ejecutivo prohibiera la exportación de siete cortes populares: el asado, el vacío, el matambre, la falda, la tapa de asado, la paleta y la nalga. A pesar de la inestabilidad de los precios producto de la inflación, Argentina sigue siendo el país con más consumo de carne per cápita, seguido de Uruguay y Estados Unidos (Fuente USDA). Etchepare destaca que promedialmente, cada argentino consume 115 kg de carne al año; pero por el incremento de precios en el mercado interno, solo 48kg corresponde a carne vacuna, el resto es porcina y aviar. Si comparamos con Uruguay, el consumo per cápita es de 88 kg en 2021, siendo 46.6 kg el correspondiente a carne vacuna. Argentina se sigue manteniendo como un gran consumidor de carne pese al aumento de precios y a la inflación anual del 50.9% en 2021. El comportamiento social en el consumo de carne no parece tener correlación clara con el dato índice de pobreza del 40.6% (Fuente INDEC). Parecería que el argentino no está resignado a abandonar el consumo de carne vacuna. Aunque haya disminuido en términos históricos, sigue siendo mayor en relación a los demás países.

Para Uruguay es mejor que a la Argentina le vaya bien. Históricamente solía decirse que la Argentina era el mejor ministro de agricultura de Uruguay, pero por el contrario, si bien puede parecerlo en los últimos años, porque Uruguay ha logrado colocar más productos, también tiene límites productivos muy marcados por su pequeña extensión. Vierheller, con experiencia productiva en ambas márgenes del Río de la Plata, asegura que Uruguay tiene un techo de volumen de producción cercano a la producción actual. No puede crecer mucho más de lo que ya está creciendo. Uruguay tiene más para ganar cuando su socio natural, Argentina, abre mercados, ya que su producción a gran escala permite innovar, generar valor agregado, producir carnes naturales de pastizal con identificación y con denominación de origen. La riqueza productiva de Argentina sumando a la inteligencia de las políticas de estado uruguayas, como la estabilidad financiera y jurídica haría de ambos países un complemento ideal. En Paraguay consideran que la inversión en tecnología y capacitación, están al nivel de los requerimientos del mercado europeo. Esto lo convierte en un competidor serio, independientemente de la situación de la región, especialmente porque Paraguay no tiene como comprador mayoritario a China, como es el caso de Argentina y Uruguay, explica el productor agropecuario Alejandro Díaz Arce.

¿Qué esperar para Argentina?

Argentina por su parte generó divisas por USD 2530.000.000, y los incentivos para invertir disminuyen. A pesar del intervencionismo poco deseado, el productor en comparación a otros sectores económicos sobrevive a la crisis económica. De otra manera no se explica que la voz del campo no se haya hecho sentir. Como señalaron Arturo Vierheller(h) y Carlos Etchepare, el gremialismo rural mantiene al campo dividido y las protestas acalladas. Al menos por ahora. El campo está representado por cuatro gremiales diferentes. Este es uno de los motivos por el cual el gremialismo agropecuario ha fracasado, porque representan intereses distintos: chicos, medianos, grandes y cooperativas. No han sabido, encontrar líneas de trabajo en común y para muchos gobiernos ha sido fácil dividirlos. Es posible que este año la combinación de la sequía y el ahogo por los impuestos haga que el campo reaccione. Como mínimo tiene que recurrir a la Justicia porque la carga impositiva es confiscatoria, 60-70 % es insoportable para el bolsillo, además de inconstitucional. Si el campo fuera a la Justicia esta tendría que fallar a favor y el Congreso se vería obligado a reducir los impuestos. En este contexto, donde el gobierno apoya una marcha en contra de la Corte Suprema, haría que la justicia se ponga más firme contra el gobierno, y no esté tan permeable a fallar a favor del ejecutivo. La combinación de la sequía más la carga de impuestos, hará que por primera vez recurramos a la Justicia, señala Vierheller.

Mientras la realidad permanezca incambiada, la situación del campo en Argentina, sobre todo en lo que a ganadería se refiere, podría provocar en cuestión de semanas un dolor de cabeza para el gobierno de Alberto Fernández.

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