Esteban Bullrich y la ética del bien común

Con su renuncia, el senador nos mostró que nos estaba representando, más allá que lo hayamos votado o no

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Esteban Bullrich (Franco Fafasuli)
Esteban Bullrich (Franco Fafasuli)

La Ética es la disciplina de la Filosofía que se ocupa de la moral. Etimológicamente la palabra ética significa costumbre, hábito (ethos, del griego). Aquel que actúa de acuerdo con la moral social será virtuoso y quién no, será inmoral. Por ello es erróneo hablar de amoral, ya que nadie se abstiene de la moral.

Si bien en la sociedad hay un código moral común, un conjunto de normas que regulan la convivencia, las sociedades actuales tienden a ser pluralistas, donde no hay reglas uniformes para todos, sino que se adecuan a las creencias, valores y estilos de vida. Es más, pareciera que hay una ética a la carta donde cada uno elige lo que le conviene más.

Uno de los conceptos básicos de la Ética es el concepto de bien, el cual ha hecho correr ríos de tinta. Desde los comienzos mismos de la disciplina se aspiró a definirlo. Cuando a Sócrates le piden que defina el concepto de bien se niega a hacerlo y propone entonces tomar un atajo y dice que el bien es como el sol, y que, así como el sol ilumina todo lo físico, el bien ilumina todo lo invisible. Platón afirma que si bien nada de lo terreno encarna la idea de Bien en sí, así como ninguna persona encarna la misma Belleza, todo participa en mayor o menor medida del Bien y la Belleza. Son horizontes ideales más allá de los cuales nada puede ser concebido. Por último, Aristóteles consideraba que el fin del hombre es el bien supremo, la felicidad. En la Edad Media, el cristianismo, que en sus comienzos hará pie en la filosofía platónica, suplantará la idea de Bien por la idea de Dios.

El giro copernicano lo da Kant cuando afirma que la Ética tiene que ver fundamentalmente con los derechos del prójimo, con las acciones que es necesario realizar por deber, aunque no guste ni convenga. Si se cae una persona a mi lado, mientras cruzo la calle, debo ayudarla a levantarse y si es necesario, acompañarla al hospital, incluso si cierra el Banco. Si actúo por deber, seré digno de ser feliz, pero la felicidad no es lo primordial para ser un individuo virtuoso. Seré virtuoso si tengo en cuenta el derecho de los demás, incluso si en principio este derecho interfiere para el logro de mi deseo o de mi felicidad. Para Kant el único acto ético es el que resiste la universalización de la máxima que lo inspira a la que llama imperativo categórico: “obra de tal manera que lo que hagas pueda convertirse en máxima universal”. El filósofo se preocupó por plantear una ética que se sustente en el ser humano y no, como en la Edad Media, en Dios. La acción virtuosa es un fin en sí mismo. No hay premio en el final del camino.

Esther Díaz plantea que la modernidad se preguntaba acerca de lo necesario; en cambio, la posmodernidad se pregunta acerca de lo conveniente. En la modernidad había que preguntar “¿qué debo hacer?”. La respuesta era categórica: actuar según el deber. Había que cumplir con el deber por el deber mismo, sin medir sus consecuencias En cambio, en la posmodernidad se pregunta acerca de lo instrumental: “¿qué me conviene hacer?” La respuesta es hipotética: actuar según lo que se desea obtener, sostiene la autora.

Hoy por hoy, no hay normas universales que valgan para todos, no hay límites claros en la ética.

Me pregunto por qué nos movilizó tanto el discurso de Esteban Bullrich. Y, en realidad, creo que su alocución, enmarcada en su situación límite, nos encontró con nuestras emociones y con nuestros miedos, pero sobre todo nos mostró, de una buena vez, que nos estaba representando, más allá que lo hayamos votado o no. Y, en ese discurso lleno de sentido, nos dimos cuenta de su ética, de su compromiso y de su reconocimiento como servidor público. En palabras de Jorge Noro, el Senador exhibió su enfermedad, reconoció su imposibilidad -hombre frágil al fin- en un espacio caracterizado por la omnipotencia. Y lejos de aprovechar su enfermedad para beneficiarse, de anquilosarse en el poder, eligió “correrse” para que otro pueda cumplir su genuina función política.

No alcanzan los relatos si no están acompañados de acciones. Algunos políticos eligen comentar la realidad, en lugar de hacerse cargo de su rol por el cual los eligieron. Y Bullrich fue coherente entre el decir y el hacer. Y, en tiempos tan feroces, la ética es – o debería ser- el eje vertebrador de la sociedad para garantizar la equidad y la justicia social.

Me quedo con la foto, la de un hombre sostenido por la mano de su esposa; imagen que deberíamos usar para enseñar que no hay posibilidad de sobrevivir sin vínculos personales que nos sostengan, que somos con otros, que hay que educar en la ética del bien común, más allá de lo que a mí me convenga y que la convivencia social se construye, no con palabras vacías, sino con políticas que nos incluya a todos.

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