Geopolítica y religiones

La visita del papa Francisco a Irak se enmarca en una serie de diálogos interreligiosos que buscan moderar los fundamentalismos “desde adentro” de cada uno de los espacios de poder

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El Papa Francisco se reunió con el principal clérigo chií iraquí, el gran ayatolá Ali al-Sistani, en Nayaf
El Papa Francisco se reunió con el principal clérigo chií iraquí, el gran ayatolá Ali al-Sistani, en Nayaf

El viaje del Papa Francisco a Irak vuelve a colocar a la Iglesia Católica como un actor de relieve en la arena geopolítica. Un viaje tan temerario, solo podría haberse diagramado con la anuencia de casi todos los actores involucrados en el conflicto de Medio Oriente, que le han garantizado seguridades básicas y medios tecnológicos y materiales de primer nivel: EEUU, Israel, Irán, Rusia y Turquía.

Un poco de historia

Irak está asentada en territorios de una de las más antiguas civilizaciones (5.500 años atrás), la Mesopotámica, donde nació la escritura; zona en la cual se situaba la antigua ciudad de Ur de los Caldeos, considerada el hogar del patriarca Abraham, el profeta común de judíos, cristianos y musulmanes, llamado “el padre del monoteísmo”. Sin embargo, Irak existe solo desde un siglo atrás. Sus actuales fronteras, artificiales, no se corresponden con realidades étnico religiosas prevalecientes a su creación, ya que fueron trazadas por el Imperio Británico al finalizar la Primera Guerra Mundial, luego de la derrota del Imperio Otomano. Francia y Gran Bretaña, las potencias coloniales de aquellos tiempos, se repartieron sus influencias en todo el Medio Oriente; inclusive los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y otros sultanatos fueron creados para disminuir el poder de los sauditas sobre la Península Arábiga. Los intereses petroleros y los accesos terrestres hacia Persia (hoy Irán), India y el Lejano Oriente, eran los factores estratégicos destacados de aquellos tiempos. La potencial conflictividad entre factores religiosos y entre las diferentes etnias coexistentes en la zona, no fueron consideradas. Siendo sunnita la religión mayoritaria del Imperio Otomano, el Irak administrado por Gran Bretaña siguió siendo gobernada por la minoría sunnita (20%), en detrimento de la mayoría chiita (60%) y de los kurdos (20%), que habitan esos territorios.

Luego de diferentes gobiernos, esto siguió siendo así, hasta la caída de Saddam Hussein. Durante décadas Irak tuvo alternancia entre posiciones pro Unión Soviética y pro EE.UU. (guerra contra Irán), quien finalmente lo invade y elimina a Hussein, con argumentos falsos. Allí comienza una guerra civil de grandes dimensiones, con ISIS (Estado Islámico, Daesh) y sus fundamentalismos de apariencia religiosa, en el centro de la escena. Durante estos últimos años el país perdió casi la mitad de su población entre muertos y refugiados, además de la destrucción de viviendas, pero también de iglesias cristianas, mezquitas y mausoleos, algunos históricos y patrimonios de la humanidad.

Motivos del viaje

El Papa Francisco, autodenominado “peregrino de la paz”, habitualmente se ha encargado de visibilizar territorios conflictivos, azotados por guerras, cruzados por la extrema pobreza, o por fuertes desigualdades: Corea del Sur, Japón, Turquía, Sri Lanka, Filipinas, Tailandia, Bolivia, Cuba, Kenia, Uganda, Georgia, Azerbaiyán, Myanmar, Emiratos Árabes Unidos. Este viaje en particular reviste especial importancia pues cierra un círculo de reuniones con los referentes de las principales religiones monoteístas. No hay duda que tenía la necesidad de dar consuelo a la población católica de Irak, que ha sufrido todo tipo de vejámenes y muertes por parte del terrorismo islámico y que por esos motivos ha sido reducida a un tercio de sus anteriores integrantes. Pero hay algo más que eso.

Recordemos que el Papa Francisco ha mantenido reuniones de índole inter-religiosas, en orden a cumplir objetivos superiores. Es conocida su relación con la comunidad judía y con Israel. Un diálogo destacado fue con la Iglesia Ortodoxa Rusa, siendo Cirilo, el patriarca de Moscú, el poder más importante en Rusia después de Putin. Eso ayudó a des-escalar el conflicto militar entre Rusia y Ucrania, ya que Francisco tiene excelentes relaciones con la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Las relaciones con los ortodoxos griegos siempre fueron buenas. También se esforzó para estrechar lazos con las confesiones protestantes, mayoritarias en EEUU. En relación a los musulmanes sunnitas, suscribió una declaración conjunta con Ahmed el Tayeb, el Gran Imán de la Universidad de El Cairo, que es el centro de estudios más prestigioso de los sunitas, culto muy mayoritario en la comunidad islámica global. También debe recordarse que varias ramas de cristianos ortodoxos han tenido desde siempre una relación bastante pacífica con las ramas del Islam, a lo largo de sus fronteras de Asia Central. Mejor relación que los cristianos católicos y el Islam, que se combatieron militarmente en las Cruzadas y durante la expansión del mundo árabe en Europa.

Ahora el Papa se ha reunido con el máximo referente de los chiitas, el patriarca Ayatollah Al- Sistani, en la ciudad de Najaf. Siendo minoritarios los chiitas en todo el mundo, son importantes porque son los actores-núcleo del conflicto (Irán, Irak, Palestina, Siria, Líbano) y porque son los jugadores islámicos más independientes de los poderes geopolíticos actuales. Así como Medina y La Meca, en Arabia Saudita congrega anualmente a millones de fieles sunnitas, también Karbala, en Irak, en el santuario del profeta Imam Husein, congrega igualmente a otros tantos millones de feligreses. El Ayatollah Al Sistani, nacido en Irán, pero con roces con las jerarquías religiosas iraníes, candidato al Premio Nobel de la Paz, nunca tuvo relaciones formales con los EE.UU. y sobrevivió a la dictadura anti-religiosa de Saddam Hussein. Tiene un alto predicamento en la comunidad chiita y lideró la resistencia a los terroristas de ISIS (sunnitas), cuyo sospechoso fundamentalismo extremo y mediático, siempre dio lugar a especulaciones sobre sus mandantes reales (ver Wikileaks y Julian Assange). Los chiitas protegieron, en lo posible, a los cristianos iraquíes y sirios durante la ocupación de ISIS.

Por otro lado, el Wahabismo, originario de Arabia Saudita, es una versión extrema y bastante militarista del Islam sunnita, no siendo bien visto por el resto del mundo musulmán. Siempre se lo ha señalado como instrumento de los intereses y estrategias de esquemas de poder financiero transnacional; que logró expandirse en Medio Oriente y parcialmente, en Europa; y hubiese pretendido exportar conflictos a las poblaciones musulmanas en China, Rusia, India y todo lugar donde se requiera, para desestabilizar y fragmentar.

Objetivos no religiosos

El ciclo de relaciones inter-religioso no pretende armar un “poder internacional de las religiones”, para participar utópicamente de la multipolaridad del poder mundial, sino trabajar “desde adentro” de cada uno de los espacios de cada poder, moderando los fundamentalismos que actúan en todos ellos, porque estos siempre han sido funcionales a ciertos Poderes Internacionales, que no tienen territorios que gestionar ni responsabilidades sociales de gobierno, en sus variantes militaristas (invasión de Bush a Irak), terminales de la droga (Afghanistan), o de disimulo ideologista, cuando de negocios concretos se habla (Colombia, narcotráfico). Por eso la frase papal “el terrorismo fundamentalista abusa de la religión”; aunque señalemos que los fundamentalismos operan sobre todas las religiones; no solo la islámica.

Estas acciones no comenzaron en los últimos tiempos, sino que son una tradición secular; aunque cada Papa le ha dado una impronta propia. Juan Pablo II, para combatir el comunismo soviético; Pablo VI para combatir el capitalismo ultraliberal, humillante. El Papa Francisco aporta su cuota de “argentinidad”, privilegiando la FRATERNIDAD (la tercera posición), entre la LIBERTAD (énfasis del neoliberalismo) y la IGUALDAD (énfasis del neomarxismo), de la famosa frase de la Revolución Francesa.

La globalización financiera irrestricta daba por muerta a las religiones, pero pareciera que no es así; “entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos”, dice Francisco. Es que frente a tanto materialismo y falta de esperanzas es probable una creciente influencia de criterios espirituales. La expansión del islamismo es parte de esa movida y es claramente visible en todos los continentes. Frente a la política de homogeneización de las culturas (globalización cultural) se alza la voz de los pueblos que quieren mantener su propia identidad, que incluye su historia, su cultura y sus religiones o costumbres atávicas. La radicalización de esa sana diferenciación cultural, podría ser usada por los poderes materialistas, para producir enfrentamientos y conflictos, utilizando “grietas” de todo tipo, de los cuales se nutren y enriquecen. Los dirigentes de todas las religiones saben que su poder es grande, pero limitado. Por ello la coordinación entre las principales religiones para morigerar los extremismos y fundamentalismos, sería un avance extraordinario, que todos los actores geopolíticos seguramente aplaudirán, porque todos podrían estar afectados por esa desviación.

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