Cacho, sentate: te voy a contar lo que siente una mujer violada

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Cacho Castaña
Cacho Castaña

Cacho Castaña no me conoce, y no tiene por qué. Pero le voy a contar las tres veces que, en 10 años, pude entrevistar a mujeres que habían sido víctimas de una violación. Fueron pocas las que se animaron a hablar, claro, porque una violación entra al cuerpo como entra el ácido y cada vez que hablan, hay un monstruo que resucita. Las mujeres que fueron violadas, Cacho, lloran mientras hablan, hablan mientras tiemblan, tienen arcadas mientras hablan y tiemblan.

Una era una chica de 15 años, recién había vuelto de Disney, había viajado para festejar su cumpleaños. Vivía en San Pedro y había ido a "un quince" con un chico con el que recién había empezado a salir. Era su primer novio. Salieron del salón hacia el estacionamiento y se sentaron solos en un tronco. "Solos" es un decir porque 5 hombres ya habían roto el alambrado y aparecieron entre los pinos. No querían robarles. A ella la obligaron a practicarle sexo oral a todos, a él a mirarla. Decidieron irse cuando ella empezó a vomitar.

La otra era una chica de 18 años. Había sido violada por su padre -un contador que todavía trabaja en la AFIP- desde que iba al jardín. La cité en un bar de Villa Urquiza. La recuerdo así: la espalda encorvada, abrazada a su mochila, la voz entrecortada, la mirada baja. No quiso tomar ni agua y me rogó que no contara los detalles porque sentía vergüenza. Su papá se metía en su cama de una plaza desde que era una nena. Tendrías que haber visto sus dibujos: no hacía nenes con palotes, cavaba monstruos con fibra. A los 15 se quiso suicidar, después empezó a tajearse el cuerpo. Fijate que no debe ser la única: en su página de Facebook, en la que le habla a otros jóvenes abusados, tiene casi 220.000 seguidores.

La tercera ya es una mujer adulta. Y lo que me contó fue una violación masiva. No te voy a detallar lo que le hicieron, pero cerrá los ojos e imaginá qué tienen que hacerte para que tengas que pasar dos semanas enteras internada. Tuvimos que cortar la entrevista cuando llegamos a esa parte del relato. Habían pasado como 30 años pero había vuelto a temblar.

No me sorprende lo que dijo Cacho Castaña. El cantante se llama a sí mismo "un poeta que le canta al amor", un poeta que alguna vez cantó: "Si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo". Paradójicamente, lo que dijo ahora -"Si la violación es inevitable, relájate y goza"-, "se le escapó" pocas horas después del discurso de Oprah Winfrey en la entrega de los Golden Globe. La estadounidense gritó que el tiempo de los abusos sexuales se acabó. Cacho se enojó porque bueno, al final, ya no se puede decir nada. Después dijo: fue una broma muchachos, me conocen.

Por eso, Cacho.