
“La construcción modular se diseña pensando en cómo optimizar el transporte”, afirma Hernán. También señala que esta industria permite reducir tiempos, costos y recursos en proyectos de gran escala y en zonas alejadas.
¿Por qué la logística es un factor central en la construcción modular?
Porque todo el sistema se diseña pensando en cómo optimizar el transporte. En la construcción modular, gran parte de la obra se realiza en una planta industrial y luego se traslada al sitio. Eso obliga a coordinar perfectamente los tiempos y medios logísticos, desde los permisos de circulación hasta las condiciones del terreno.
Cada módulo transportado puede implicar hasta 45 metros cuadrados de construcción ya terminada. En un proyecto de 10.000 metros cuadrados, se requieren más de 250 camiones. Por eso, además del diseño de los módulos, es clave elegir rutas, prever izajes y asegurar que los operadores logísticos comprendan la sensibilidad de la carga, que durante el traslado puede estar sometida a vibraciones equivalentes a un terremoto de escala 5.
¿Cómo impacta este modelo constructivo en zonas productivas alejadas?
Permite lo que de otro modo sería inviable. La construcción tradicional en zonas remotas implica movilizar muchos más recursos, materiales y personas. En cambio, la construcción modular reduce la necesidad de mano de obra en destino y acelera los tiempos de obra, algo fundamental para proyectos mineros o energéticos.
La posibilidad de llevar unidades listas para ensamblar cambia completamente la escala. Y también genera un efecto derrame: cuando llegamos a una provincia con un proyecto, es fundamental contratar mano de obra local para tareas específicas. Eso multiplica el impacto positivo de la logística y la industria en cada región.
Sos también presidente del Sector Industrial Planificado de Alte. Brown. ¿Cuáles son los principales beneficios logísticos de estar en un parque industrial?
Uno de los aspectos clave es la accesibilidad. En general, los parques industriales están ubicados cerca de rutas troncales que facilitan el ingreso de materias primas y la salida de productos terminados. Eso permite organizar traslados más eficientes y seguros, en especial cuando se trata de movimientos de carga voluminosos que podrían representar un riesgo en zonas urbanas.
Además, el hecho de que la industria esté localizada en un mismo espacio permite una mejor planificación de los servicios. Sin embargo, todavía hay mucho por mejorar: conectividad, infraestructura vial, iluminación, eficiencia energética y otros servicios básicos siguen siendo temas pendientes en muchos parques.
¿Se generan sinergias logísticas entre las empresas dentro del parque?
Es algo que podría aprovecharse mucho más. Existen oportunidades concretas para optimizar costos logísticos, por ejemplo, consolidando mercadería entre distintas empresas del parque que exportan. Pero muchas veces los vecinos ni siquiera se conocen. Por eso son fundamentales los espacios de vinculación como las uniones industriales o las rondas de negocios, que permiten descubrir que un proveedor estratégico puede estar a la vuelta de la esquina.
La diversidad de rubros en un mismo parque también desafía a construir soluciones colaborativas. Por ejemplo, sería muy valioso contar con un depósito fiscal en más parques industriales, para facilitar operaciones de consolidación, algo que hoy no existe en muchos parques y obliga a hacer traslados largos, con el consiguiente sobrecosto.

¿La apertura a las importaciones afecta la competitividad del sector?
La competencia con módulos prefabricados importados es una realidad. Los sistemas como los flat packs (estructuras que son desmontadas y empaquetadas de forma plana para facilitar su transporte y almacenamiento), que vienen de China u otros mercados, tienen costos mucho más bajos debido al precio de materiales y escala de producción. En un contexto de apertura indiscriminada, competir con esos valores es muy complejo para la industria nacional.
Lo que hace falta son reglas claras y previsibles. Nadie monta una industria para desarmarla a los seis años. Las inversiones requieren estabilidad y una estrategia país que promueva el desarrollo local. No se trata de cerrarse al mundo, sino de evitar que se destruya capacidad productiva que podría generar empleo y valor agregado.
¿La construcción modular es también motor para otras industrias?
Sin dudas. En cada proyecto se requieren insumos de muchos sectores: metalúrgica, sanitaria, eléctrica, revestimientos, carpintería. Cuando se arma un campamento de miles de metros cuadrados, la demanda de productos y servicios es enorme.
Eso genera un efecto multiplicador en la economía real. Si logramos que esa cadena de valor se fortalezca, no solo se podría impulsar a la construcción modular, sino también todo el entramado productivo asociado. Es una oportunidad concreta para dinamizar industrias locales.
¿Cuál es el potencial de esta industria en el mediano plazo?
La construcción modular está dejando de ser una solución alternativa para convertirse en protagonista. Ya no se limita a proyectos mineros o campamentos: se están haciendo hospitales, escuelas y hasta viviendas con este sistema. El cambio es cultural, pero está en marcha.
En países como Estados Unidos, la participación de la construcción modular en el mercado se duplica cada tres años. Y si bien en Argentina los costos aún dificultan exportar, hay mucho potencial para crecer hacia adentro. A medida que la construcción en seco gane terreno, la modularidad será cada vez más elegida.
¿Cómo se vincula este crecimiento con el desarrollo nacional?
Creo profundamente en la industria como generadora de empleo genuino y valor agregado. No podemos resignarnos a exportar litio sin fabricar baterías, o trigo sin hacer fideos. La construcción modular, como parte de un entramado productivo más amplio, puede ser una herramienta real para transformar economías regionales.
Para eso necesitamos definiciones políticas claras, una estrategia de desarrollo que nos permita pensar en el largo plazo y aprovechar nuestra capacidad industrial. En un mundo cada vez más incierto, Argentina puede encontrar una ventaja en su experiencia para adaptarse. Pero eso solo será posible si seguimos apostando por una industria fuerte y articulada.
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