Crece la pasión por los libros de terror en Argentina

Con La singularidad, opera prima de Francisco Rapalo, se presenta la editorial La Otra Gemela dedicada a textos de terror de autores argentinos contemporáneos.

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“La Singularidad”, de Francisco Rapalo, novedad de la editorial La Otra Gemela
“La Singularidad”, de Francisco Rapalo, novedad de la editorial La Otra Gemela

La literatura de terror nace en la Argentina como un desprendimiento de "El Matadero", de Esteban Echeverría, sigue a Quiroga, cruza las lecturas de Cortázar y Castillo, recala en Laiseca y llega hasta las escritoras del momento, Samanta Schweblin y Mariana Enriquez.

Dentro de esta tradición aparece la editorial La Otra Gemela. La dirigen Narciso Rossi, Adrián Giorgio y Ruben Risso, quienes no sólo comparten generación –todos nacieron a fines de los 80– sino, sobre todo, el fanatismo por el género y la admiración por sus grandes exponentes: Poe, Lovercraft, King.

El primer germen de la editorial fue en 2015, cuando estos mismos editores junto a otros entusiastas llevaron adelante el sello Pelos de Punta. Allí tenían como objetivo recopilar cuentos de terror de escritores nacionales. A partir de una consigna, los participantes debían crear un relato oscuro para integrar una antología. El proyecto fue un éxito: al día de hoy es autosustentable y la colección cuenta con 13 tomos en los que participaron más de 170 escritores publicados y nóveles.

Con el envión que significó la experiencia Pelos de Punta nació La Otra Gemela. Su objetivo es presentar nuevas voces y un terror más argentino. Bajo estas premisas ya publicaron 9 títulos y van por más.

Lo singular en la otra gemela

Uno de los títulos destacados del catálogo es La Singularidad, de Francisco Rapalo: las vidas de un escritor sin inspiración y su novia dan un vuelco, cuando, envueltos en una situación extraña, se ven obligados a convivir con un ente que se les presenta en la casa. Este ente (ser, criatura, espectro) llamado La Singularidad, les irá demandando mayor atención, influirá en sus decisiones y abrirá puertas a un pasado que, en muchos casos, es mejor no recordar. La Singularidad se transforma en un portal que altera tiempo y espacio.

Rapalo expone a los personajes a dudas, tensiones y violencia, dando como resultado una lectura electrizante que por momentos lleva a la desesperación. De a ratos parece que pierde el rumbo, pero, sin embargo, a medida que la narración avanza, el estilo atrapa, envuelve, y se hace inevitable continuar. Uno lee con ansiedad la lucha de los personajes por ser genuinos, por descubrir qué es lo que sucede y, sobre todo, por entender en qué parte del espacio y el tiempo está sucediendo.

La Singularidad consume, arrastra, destroza a los personajes. Es un laberinto. Los lugares y objetos (un puente, botones de camisas, arroyos, la pileta del patio de la casa, la heroína) son cooptados por este objeto inmaterial e inclasificable que es también una voz amorosa y una máquina del tiempo. La trama regresa al verano del 97, vuelve al presente, o quizás avanza hacia un futuro cercano. En esos viajes se descubren crímenes premeditados y tragedias inexplicables que serán la cruz de los protagonistas. De esta manera, entre huir o tomar coraje, cada uno queda atrapado por el dedo acusador de La Singularidad.

En su oscuro y tenso debut, Rapalo presenta sigilosamente un debate sobre los vínculos personales. Entre el horror y el espanto, aparecen reflexiones sobre el amor, las relaciones humanas y la locura: ¿Quién soy?¿Por qué soy? ¿Existo? ¿Puedo dejar de existir? Preguntas que nuclean y dan sentido a la historia.

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