Los efectos destructivos de los huracanes serán cada vez más evidentes en regiones inesperadas de Estados Unidos durante las próximas décadas, según un informe reciente de First Street Foundation.
Mientras las temperaturas globales continúan en aumento, los huracanes experimentan cambios significativos: se fortalecen más rápidamente, provocan más lluvias torrenciales, avanzan más tierra adentro después de tocar tierra y tienden a desplazarse hacia latitudes más septentrionales.
Estos cambios suponen un riesgo creciente para comunidades y propiedades que hasta ahora eran menos vulnerables a los vientos devastadores de los huracanes. La organización sin fines de lucro First Street Foundation destaca que la exposición al daño económico causado por los huracanes aumentará considerablemente en áreas como el Atlántico medio y el noreste de Estados Unidos.
“Los huracanes están avanzando hacia el norte. Están llegando a lugares donde antes no lo hacían”, dijo Matthew Eby, fundador y director ejecutivo de First Street Foundation, en el informe citado por CNN.
El análisis de First Street abarca los próximos 30 años, una duración equivalente al período amortizable de una hipoteca de vivienda. Con ello, busca advertir a los propietarios sobre posibles pérdidas económicas por daños de huracanes en el futuro próximo.
Aunque Florida y la Costa del Golfo seguirán siendo las zonas con mayores pérdidas económicas por huracanes, también se prevé un aumento significativo de daños en regiones que tradicionalmente no enfrentaban las tormentas más destructivas.
Nueva York, por ejemplo, podría experimentar el mayor aumento porcentual en pérdidas anuales promedio debido a huracanes fuertes, seguido de lugares como Newport News, Virginia, y otras comunidades costeras del Atlántico medio. Ciudades del sureste, como Charleston, Carolina del Sur, y Savannah, Georgia, también son identificadas como futuras zonas de alta vulnerabilidad.
Uno de los factores primarios que están contribuyendo a estos cambios es el calentamiento global, alimentado por la actividad humana, que no necesariamente está generando un mayor número de huracanes, pero sí está potenciando su intensidad.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), la probabilidad de que un huracán en el Atlántico Norte se convierta en una tormenta mayor (categoría 3 o superior) pasó del 10% en la década de los 80 al 40% en la actualidad.
La capacidad de los huracanes para mantenerse fuertes más tiempo después de tocar tierra significa que pueden seguir ocasionando daños significativos tierra adentro, en áreas que no están preparadas para enfrentar vientos de alta velocidad.
El informe de First Street también prevé que en los próximos 30 años aumentarán las velocidades del viento en el área fronteriza entre Carolina del Sur y Georgia, donde ciudades como Charleston sufrieron el impacto de huracanes como Matthew en 2016 y Hugo en 1989.
Históricamente, la zona entre Carolina del Sur y Georgia ha estado protegida de los peores efectos de los huracanes debido a la forma en que la costa se adentra hacia el interior. Sin embargo, este patrón podría cambiar con huracanes fortalecidos más al norte en el Atlántico.
Kerry Emanuel, meteorólogo y profesor de MIT, cuyos modelos de huracán se utilizaron en el informe, comentó para CNN que “estos huracanes más fuertes y desplazándose hacia el norte podrían golpear áreas que aún no han desarrollado la resiliencia necesaria frente a ellos”.
La recopilación y análisis de estos datos no solo busca ayudar a los propietarios a proteger mejor sus hogares, sino también instruir a gobiernos, empresas financieras y aseguradoras a tomar decisiones informadas para fortalecer la resiliencia de las comunidades o incluso reubicarlas en áreas más seguras. “Estamos realmente esperanzados en que nuestros datos puedan iluminar estos riesgos para que tomen las decisiones correctas”, concluyó Eby.