
Rafaela Diegoli es vicerrectora académica de Profesional y Posgrado en el Tecnológico de Monterrey. Con más de veinte años de experiencia en el ámbito del emprendimiento, su recorrido incluye roles como empresaria, integrante de asociaciones de empresarios, colaboradora en incubadoras de empresas, académica y conferencista en países como Alemania, Brasil, Perú, El Salvador y Honduras. En el Tec de Monterrey, institución en la que trabaja desde 2007, ha liderado iniciativas vinculadas a la educación en emprendimiento, área que también concentra su investigación.
En esta entrevista, Diegoli reflexiona sobre los desafíos para ampliar el acceso a los estudios de posgrado en América Latina y la necesidad de fortalecer los vínculos entre la universidad, el sector productivo y la sociedad. Además, analiza el impacto de las microcredenciales, el papel creciente de la formación continua y cómo estos elementos responden a un contexto en el que la educación se concibe como un proceso en evolución constante.
—En México hay alrededor de 500.000 estudiantes en posgrado, un número relativamente bajo respecto de la cantidad de personas que viven en el país. ¿Qué estrategias se pueden poner en práctica para acompañar a quienes quieren continuar sus estudios?
—Por un lado, tiene que ver con la oferta académica. Hay que abrir una reflexión importante sobre la oferta, tanto en la parte científica como en la profesional. Particularmente, en la parte profesional se necesita un trabajo más cercano con las empresas y el mercado laboral porque, en la medida en que el sector no demanda y no representa para los estudiantes una mejora en términos de empleabilidad, no necesariamente motiva la búsqueda de un posgrado.
—Lo que lo que creo comprender es que se necesita la pata política, la pata académica y la empresarial.
—Sí, sin duda.

—Para dejar afuera la parte política, ¿cómo es la relación del Tec de Monterrey con las empresas?
—El Tec siempre ha tenido una gran fortaleza en esa relación, y es algo que viene desde el equipo que trabaja en las licenciaturas, a donde se vinculan con empresas ya durante el proceso formativo. Es importante que la relación de la universidad con las empresas sea multidimensional: cómo participas como empresa en mis procesos formativos, cómo participas en la empleabilidad, cómo participas en la investigación conjunta. Tenemos que trabajar juntos, pero nuestro encuentro no es solo para un tema, tenemos que hacer alianzas para diferentes momentos.
—Desde hace algunos años, la formación continua es una de vía que gana terreno en el mundo laboral. El Tec tiene tanto oferta de posgrado como de formación continua y bootcamps. ¿Cómo se hace para balancear entre ellas?
—Hay que encontrar maneras de vincularlas. La formación continua —o lo que entendemos de formación continua— puede ser una etapa del posgrado: yo entro, hago un diplomado, el tema me interesa y sigo con otro diplomado y luego hago otras materias y obtengo mi título de maestría. Recientemente se implementó en el posgrado el aceptar credenciales alternativas para acreditar materias.
—¿Microcredenciales?
—Exactamente. Entonces, la decisión del posgrado no necesariamente la tienes que tomar al inicio. Tomas la credencial porque fue lo que te interesó o lo que te invitó a hacer la empresa, y de ahí tienes la opción para seguir con tus estudios.
—¿Las microcredenciales tienen que ser propias del Tec?
—En algunos casos sí, pero no en todos. Eso también es algo hacia donde tenemos que ir: crear una institucionalización de las credenciales. Cuando la credencial es del Tec, yo conozco el programa, conozco a los docentes, conozco cómo se evalúa, y hay un cierto control de calidad que me permite aceptar y acreditar. Pero cuando son credenciales externas es más difícil porque no tenemos acceso a ese tipo de información. Es importante hablar entre todas las instituciones educativas y determinar qué mecanismos de control de calidad pudiéramos establecer para que esas credenciales sean aceptadas interinstitucionalmente. No estamos ahí todavía, pero si me preguntas, es una aspiración que tenemos.
—¿No tienen miedo a la canibalización por parte de universidades de Estados Unidos o Europa?
—Es una muy buena pregunta. Creo que siempre puede existir cierto grado, pero la oferta es diferenciada en el contenido, en la metodología, en el modelo educativo, en el profesor. Uno de los valores institucionales es la colaboración. Es algo que lo veo internamente, pero lo veo también externamente. Nos gusta trabajar con otros. Cuando tenemos una iniciativa podemos tener más impacto si estamos unidos. Es un valor institucional que se vive con normalidad en el día a día; tanto así que me parece raro una universidad que no haga eso.
—¿Es una tendencia que puede sostenerse en la región?
—Tiene que sostenerse. Recientemente estuve en una universidad en España y me comentaban iniciativas en la Unión Europea para tener alianzas y colaboraciones entre universidades a un nivel muy intensivo de programas conjuntos. La colaboración hace que no necesites tener todos los recursos in house. Es decir que puedes acceder a recursos complementarios. En términos de investigación, puedes tener más investigadores o puedes tener laboratorios complementarios. En términos de educación, en lugar de tener ciento y tantos programas y una serie de especializaciones, podemos trabajar juntos. Los recursos son una preocupación constante. Las redes son una de las posibilidades que tienes de incrementar el valor para tus estudiantes sin incrementar el costo para la universidad.
—Hoy la educación es casi un commodity. ¿Cómo hace el Tec para diferenciarse?
—Yo creo que la manera en cómo enseñas es un diferencial.
—El modelo Tec21.
—El modelo Tec21. Algo en particular del modelo, es que tenemos materias donde los estudiantes resuelven problemas de empresas reales desde el primer semestre. Un estudiante de Negocios trabaja en el primer semestre con tres empresas diferentes. Van aprendiendo y aplicando. Eso fue para nosotros una transformación muy importante. Teniendo ya las primeras generaciones de egresados vemos que no existe un brinco tan grande entre la teoría y la realidad del trabajo. Por eso, el modelo educativo todavía puede ser un diferencial. Y también el ecosistema que genera la universidad es muy importante. Como tú dices, la transmisión de conocimiento es un commodity. Pero vienes al Tec de Monterrey y lo que ocurre en el campus no tiene que ver solo con la infraestructura: tiene que ver con las pláticas, los eventos, las actividades culturales, deportivas. Todo eso desarrolla competencias. En las encuestas de salida nuestros estudiantes siempre mencionan que el networking que hacen en la universidad es invaluable.
—Al final, podemos hablar de tecnología y de inteligencia artificial, pero lo que resuelve el estudio es el factor humano.
—Pero es que la tecnología viene a habilitar eso que te estoy platicando. Sin un buen modelo educativo, la tecnología es decoración. La tecnología tiene que tener un sentido, tiene que venir a empoderar, a habilitar, a fortalecer eso que yo ya tengo establecido. Viene a fortalecer mi vivencia, no la sustituye.
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