"Este negocio evolucionó significativamente en los últimos cinco años", define Gabriela Renaudo, country manager de Visa para Argentina y el cono sur. Pagos digitales, plásticos con chip, contactless (o pagos sin contacto por tecnología inalámbrica), nuevas plataformas y otros elementos disruptivos para el segmento impactaron fuerte y reconfiguran el negocio de las tarjetas de crédito.
A nivel local, donde hay casi 62 millones de tarjetas emitidas (con un 70% de plásticos bancarios), además hubo cambios regulatorios que abrieron el mercado y las entidades locales dueñas de Prisma –la licenciataria local de la tarjeta más usada en el mundo, con 50% del share global– tuvieron que desinvertir.
Si bien tiene una importante presencia local de décadas, Visa llegó formalmente al país como corporación hace sólo dos años.
Desde entonces Renaudo, licenciada en Administración de empresas de la UCA que antes pasó por Santander Río y Citibank, está al frente del negocio."Hoy seguimos pagando a la vieja usanza. Con una tarjeta que tiene una banda o, algunas pocas, un chip. El mundo ya va por lo que son medios de pago contactless o sin contacto", asegura Renaudo. A nivel local no dan cifras: la empresa sólo dice que son "líderes en crédito y débito".
— ¿Por qué se dan estos cambios en este momento?
— Para muchas marcas como Visa esta migración un nuevo mandato a nivel mundial. Hay países que lo adoptaron antes porque estaba más preparada la infraestructura. Para todos nuestros emisores, todas sus nuevas tarjetas tienen que ser contactless. ¿Por qué? Porque es una nueva experiencia de pago: te acercás, no firmás y te vas. De la otra manera tenés que insertar, esperar que saliera el papelito, firmar. Lo nuevo es mucho más rápido, más fácil. Se usa menos el efectivo, es más seguro y además no entregás nunca la tarjeta. En 120 ciudades del mundo hay tecnología de pago sin contacto.

— ¿Cuán lejos está Argentina de ese contexto?
— Hoy el desafío más grande es convertir las máquinas POS [point of sale, o punto de venta] de los comercios, que es un trabajo que tienen que hacer los adquirentes. Están sumamente focalizados en eso, en aceptar esa tecnología. No es un tema regulatorio, es más de conversión.
— ¿Ese atraso tiene que ver con cuestiones coyunturales de la economía?
— Sí, probablemente hace un par de años atrás sí. Hoy es una decisión ya tomada, pero es verdad que van a haber demoras.
— ¿Cuánto va a demorar toda esta migración?
— Nosotros damos un tiempo de hasta tres años. Pero Chile comenzó hace año y medio y el 97% de los POS ya aceptan esta tecnología. Y más del 50% de todas las transacciones se hacen con ella. La adopción es muy rápida. En el próximo año, Argentina va a tener un número importante de POS convertidos: a mitad de año yo creo que podríamos estar en 30 o 40 por ciento. Hacia fin de año deberíamos en más de 50 por ciento. Después van a quedar los comercios chicos que van migrando más de a poco. En este 2019 debería haber dos millones de tarjetas Visa que acepten esta tecnología.

— ¿Por qué Visa tardó tanto en desembarcar en el país?
— Son estrategias. También tiene que ver con este cambio que está pasando en el mundo, hay que estar mucho más cerca del cliente. Antes llegábamos a través de terceros. Estábamos desde hace décadas, pero se manejaba el negocio desde Chile. Ahora la oficina local controla los cinco países del Cono Sur, no solo Argentina, también Uruguay, Paraguay y Bolivia, y Chile.
— ¿Cómo es la relación con Prisma ahora después de los cambios que ordenó el Gobierno?
— Este es un modelo de cuatro partes: clientes, bancos, comercios y los adquirentes. Prisma es nuestro principales adquirente en el país, tenemos una excelente relación y sigue siendo un partner muy importante. Ahora hay nuevos, como Fist Data, algo que también se decidió que sea así desde este año. Esa es la relación, Prisma sigue siendo licenciatario, pero ahora con otros que se puede sumar también.
— ¿El negocio del plástico está amenazado por las billeteras virtuales y el QR?
— No, el negocio del plástico no está amenazado por los pagos QR. Estamos convencidos, más allá del plástico per se, que el contact less es mucho más rápido que cualquier otra forma, que hasta escanear un código QR. Saco el teléfono, escaneo, pongo un código, aprieto: muchos pasos. Uno de los grandes lugares donde la gente va a usar su medio de pago en el futuro, sin cash y distinto a lo que hoy ya utiliza, será en los medios de transporte. La SUBE es rápida pero hay que buscar dónde cargarla. O se podrá usar el reloj: acercás y pagás el subte, en el kiosco, el supermercado. Aún así, no creemos que en el corto plazo el plástico vaya a desaparecer. Inclusive a veces va a ser más rápido pagar con el plástico que con la billetera virtual. Depende del lugar.

— ¿Cómo evolucionará ese mix de pagos a nivel local?
— Contact less es lo que se viene: los usuarios ya no van a tener una tarjeta de débito o crédito, que no sea contact less. En cinco años Argentina va a ser parte de lo que está pasando en el mundo. No vamos a hablar ya de una tarjeta, una wallet o un celular para pagar, sino que lo que se viene es que la casa va a estar conectada. Ojalá el auto, aunque eso lo veo un poco más lento. En Australia casi el 100% de las personas pagan con esta nueva tecnología. La región lo está empezando a adoptar, igual que Estados Unidos. Europa está mucho más avanzada. Hay que construir la infraestructura, que la gente vaya al supermercado y pueda pagar contact less.
— ¿Cómo se llevan con los nuevos medios de pago, como Mercado Pago?
— Visa está como opción en Mercado Pago y nos parece sano que el consumidor tenga alternativas. Tenemos que aprender un nuevo modelo de competencia que es el de copetition. Hay espacios donde juntos podemos desarrollar soluciones de pago que mejoren la experiencia o que ayuden a la formalización. Recién estamos empezando a verlo en Argentina pero el mundo funciona de esa manera: las empresas que compiten pueden trabajar buscando beneficios para toda la industria y para el consumidor.
— ¿Cómo analizás el impacto del mundo fintech en las finanzas tradicionales?
— Todavía es un mercado muy nuevo. Hay unas 120 fintech. Pero si se mira la región somos el cuarto país en cantidad. Quizás por el contexto económico, quizás porque es más difícil conseguir financiación. Lo que sí creo es que tienen un gran futuro. Hay cada vez más los jugadores tradicionales cerca de las fintech, algunos de ellos ya de manera directa, trabajando. Movieron un poco la industria y se generan soluciones que mejoran la experiencia de pago al cliente.

— ¿Cuánto creés que evolucionó el rol de la mujer en la alta gerencia en la Argentina?
— Suelo ser optimista en general y digo que hay que tomar lo que tenemos como bueno. Empiezan a haber casos. Hace quizás cinco o diez años no se encontraba mujeres en posiciones de liderazgo, pero todavía como país tenemos un gran camino por recorrer. Somos pocas. No tengo pares en los clientes directos, como bancos y retailers. Tenemos un desafío grande, pero empiezan a aparecer y esa es una buena señal. Si nos comparo con otros países de Latinoamérica siento que con muchos de ellos estamos un paso adelante. A las mujeres que estamos en estas posiciones nos toca ayudar a las generaciones que vienen, donde veo a muchas más queriendo llegar a estas posiciones, teniendo claro lo que implica. Tiene un gran peso la parte personal: la palabra no es sacrificar, pero sí delegar un poco en otros para poder ocuparse de la carrera. Soy una optimista: vamos bien, pero falta
— ¿En 5 años, con qué vamos a pagar?
— Con una tarjeta, que seguramente va a seguir estando por ahí, en la billetera. Pero con muchas más opciones de pago: el celular, el reloj, no sé si tu auto, pero seguro muchos dispositivos de la casa. Bienvenidas las nuevas alternativas rápidas, fáciles y seguras. Es lo que todos buscamos.
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