Granos anti-sequía, Wall Street y nutracéutica: los planes del CEO de Bioceres, el gigante "biotech" argentino

Federico Trucco dirige la empresa que marca el rumbo en investigación y producción local de nuevas tecnologías para el agro, factura USD 150 millones por año y vale más de USD 500 millones

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Hacer asfalto y cemento con un blend de enzimas vegetales. Crear súper semillas anti sequía –polémicas, también, porque son transgénicas. Investigar los residuos del maíz para generar biomateriales. Potenciar la nutracéutica, o el desafío de crear medicamentos con componentes naturales. Esas son algunas de las cosas en las que trabaja  Bioceres, la empresa de biotecnología para el agro más importante de país.

Factura USD 150 millones por año y tiene un valor de mercado de unos USD 500 millones. No sólo eso: para buena parte del mundo empresarial y financiero local su potencial es "infinito" y está postulada a ser uno de los próximos "unicornios" tech celestes y blancos, las empresas que llegan a tener un valor de mercado de más de USD 1.000 millones.

Federico Trucco, accionista y CEO de la empresa (Crédito: Santiago Saferstein)
Federico Trucco, accionista y CEO de la empresa (Crédito: Santiago Saferstein)

Esta "plataforma de negocios de tecnología agropecuaria", como ellos mismos se definen, nació en 2001 y tiene una muy particular composición: posee más de 300 dueños. Un modelo empresarial muy poco convencional para la Argentina que además apostó a romper los prejuicios entre el mundo de los negocios y la investigación científica. Y lo logró.

Federico Trucco (41), CEO y accionista de la compañía, es el hijo de uno de los hombres de campo que invirtieron en medio de la crisis para darle vida. Habla con Infobae de cómo la Argentina puede duplicar su productividad agrícola; de la frustrada, por el momento, salida a la bolsa en Wall Street; de las retenciones al campo; y del futuro de una empresa, una de las pocas locales, que obtiene rentabilidad en la frontera de la investigación científica.

Tiene un modelo empresarial muy poco convencional para la Argentina que además apostó a romper los prejuicios entre el mundo de los negocios y la investigación científica. Y lo logró

"Hay que entender que tenemos la materia prima. Además, el sector agropecuario es uno de los pocos de la economía local que tiene relevancia internacional. No hay muchos aspectos donde seamos el 20% del mundo, como somos en la soja y algunos otros cultivos", asegura Trucco, bioquímico de la Universidad del Estado de Luisiana, con una maestría en Patología de Plantas y Malezología de la Universidad del Estado de Colorado y un doctorado en Ciencias de los Cultivos de la Universidad de Illinois

– ¿Son la única empresa del mundo que tiene semillas anti-sequía?

– Sí, Bioceres es reconocida en el ambiente a nivel internacional por eso. Concretamente, soja y trigo. Son cultivantes que en años como el que acaba de transcurrir, rinden más. Es algo que la industria persiguió durante mucho tiempo con inversiones erráticas. Estamos a la espera de que se apruebe en China y tratando que aprueben también la semilla de trigo resistente a nivel local.

Veo complicado que comencemos a cotizar en Wall Street este año. Lo que pasó desde abril dejó una inercia que no creo que se termine

– ¿Cómo rompieron el prejuicio de que a la ciencia y a los negocios no van de la mano?

– Es importante conocerse. Aportamos confianza y para eso hay que ser transparentes. El prejuicio inicial es que los empresarios queremos aprovecharnos de los científicos sin darles mucho a cambio; y, por otro lado, desde los negocios creemos que tenemos que sustentarlos como sociedad porque son inteligentes, pero no les podemos pedir una contribución en la economía. Pensamos que son vagos, dicho de otra manera. El tema de la tolerancia a la sequía comenzó en 2003 y recién lo pensamos monetizar el año que viene. Son proyectos de largo plazo y si no hay confianza son muy difíciles de sostener.

– ¿Por qué creés que no hay otras empresas como la que dirigís en la Argentina?

– Primero, porque lleva mucho tiempo. En Bioceres se dio porque no tiene un único dueño. La inversión sí la podría haber hecho un empresario de manera individual, pero nadie tiene la paciencia para ver cómo se materializa este negocio. Que el capital social haya estado altamente fraccionado generó un efecto de masa: todos empujamos. Somos 320 socios, personas y empresas. El mayor accionista nunca supero el 5% hasta este año que ampliamos capital y uno tiene 10% (BAF).

Trucco creé que las retenciones al campo tiene que mantenerse (Crédito: Santiago Saferstein)
Trucco creé que las retenciones al campo tiene que mantenerse (Crédito: Santiago Saferstein)

– Este año iniciaron un proceso de salida a la bolsa, tanto en New York como en Buenos Aires, pero lo suspendieron. ¿Qué pasó?

– Por la naturaleza de la empresa, el mercado de capitales siempre fue un objetivo. Para darle liquidez a los socios y para tener como marco la ley de mercado de capitales. Más allá del objetivo de buscar fondear el crecimiento de la compañía a mediano plazo, es una empresa destina a cotizar. En enero hicimos un lanzamiento formal, con roadshow y rango de precios. Pero la semana del pricing de la acción hubo una corrección muy importante [el Índice Dow Jones cayó casi 6% ese día] y decidimos postergarlo.

– ¿Por qué?

– Fue una semana en la que la prima de liquidez era muy alta y la íbamos a pagar con la valuación. Actualizamos los números y esperamos que bajara la volatilidad. Luego se complicó el contexto local. Estuvimos tanto tiempo tratando de lograr esto que se puede esperar. No tiene sentido apurarnos en esta instancia y malvender algo que nos llevó tanto esfuerzo.

– ¿Cuando crees que van a comenzar a cotizar?

– No quiero hacer predicciones, pero veo complicado que sea este año. Lo que pasó desde abril dejó una inercia que no creo que se termine y abra la ventana de mercado antes de fin de año.

Bioceres creó una soja resistente a la sequía que es pionera a nivel global
Bioceres creó una soja resistente a la sequía que es pionera a nivel global

– ¿La suspensión es, entonces, por cuestiones locales?

– Sí, locales. El mercado internacional está bien, al menos en el segmento de alta tecnología las empresas están cotizando bien.

Nacer en la crisis

Bioceres vio la luz en 2001. Cuando la crisis comenzaba a arrasar la Argentina, un grupo de 23 productores decidieron crear una compañía para financiar la investigación pública. El país había adoptado la biotecnología en la agricultura en los '90, de manera temprana, y no querían perder terreno. Entre esos productores estaban Víctor Trucco, padre de Federico, quien era presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), y Gustavo Grobocopatel. El modelo fue mutando, crearon INDEAR, el Instituto de Agrobiotecnología de Rosario, una incubadora de desarrollos agrícolas, y comenzaron a integrarse verticalmente hasta llegara a ser la compañía que hoy opera en 25 países y tiene 600 empleados.

Hay que seguir adelante con la reducción de retenciones. Una señal en contrario sería contraproducente. El agro invierte bien, no es lo que está generando el problema del déficit

En el medio hubo algunas turbulencias, como cuando salió del negocio en 2008 el Grupo Sidus, un accionista importante, y sumaron otros, como Hugo Sigman, de Grupo Insud. Entre las empresas socias están YPF, BAF Capital, Monsanto y San Cristóbal. También compraron empresas para desarrollar su red comercial. Los casos recientes más notorios fueron Rizobacter, en USD 76 millones, y Chemotécnica, de Grupo Insud, por unos USD 10 millones y en sociedad con Glencore.

Federico Trucco, CEO de Bioceres
Federico Trucco, CEO de Bioceres

– ¿Cómo ves al sector agrícola local?

– El agro está en crisis a nivel global. Estamos en un proceso hacia la agricultura del futuro y no somos ajenos. Hoy, en términos reales, los precios de los commodities están a la par de 2001. Es importante redirigir las materias primas para generar más demanda, motorizarla: miramos alimentos y biocombustibles, pero podemos ir también hacia materiales. Además, con una industrialización descentralizada y con esquemas que no persigan la economía de escala: el 40% del costo de las materias primas comoditizadas es la logística. Es atractiva la inserción de las materias primas agropecuarias en el mundo de los biomateriales, como se puede  "cortar" asfalto con ligninas vegetales o con celulosa microcristalina. Todo con la idea de empujar la rentabilidad del sector, algo similar a lo ocurrió en una época con los biocombustibles.

– ¿Cuál es la otra gran tendencia?

– La funcionalización de los alimentos. Salir de concepto como calorías y cantidad para buscar impacto que tienen las cosas que ingerimos en nuestra salud. Harinas de bajo gluten o más fibras, por ejemplo. O perfiles de ácidos grasos en los aceites que no impacten el colesterol. Ser el supermercado del mundo es proveer los ingredientes de la nutracéutica. Estamos lejos de ese debate: discutimos retenciones y tipos de cambio, pero hay una oportunidad: nadie colonizó ese espacio. Esa transformación la tiene que hacer el sector agropecuario y la Argentina podría liderar eso a nivel internacional.

La cuestión de fondo es producir por debajo del promedio internacional y eso se hace incorporando tecnología. Es importante volver a tener un salto productivos: estamos estancados desde ese punto de vista

– ¿Qué hay que hacer, tanto desde el sector público como el privado, para lograrlo?

– Hay que integrarse más al mundo del conocimiento. Hacer lo que los otros aún no hicieron. No tenemos los recursos para invertir en infraestructura y bajar la logística, o tener el marco tributario de EEUU. Hay que dar un salto evolutivo. Tener una ley de cortes de materiales, por ejemplo, que duplique el PBI agrícola del país. Hasta hace poco había un boom de la obra pública y había problemas con la capacidad instalada de asfalto y cemento. Si eso se puede suplir con la lignina de los eucaliptos del norte, pero hay que tener  un plan de incentivo de la forestación y plantas que valen USD 25 millones para tratar esa materia prima y generar esa lignina solubilizada. Así generás es blend de asfalto para la obra pública distinto, ecológico y sos el primer del mundo en hacerlo.

– ¿Qué crees que hay que hacer con retenciones agrícolas?

– Hay que seguir adelante con la reducción de retenciones. Una señal en contrario sería contraproducente. El agro invierte bien, no es lo que está generando el problema del déficit. Pero los commodities valen el costo promedio de producirlos y las retenciones tienen impactos transitorios. La cuestión de fondo es producir por debajo del promedio internacional y eso se hace incorporando tecnología. Es importante volver a tener un salto productivos: estamos estancados desde ese punto de vista.

El CEO de Bioceres en Infobae (Crédito: Santiago Saferstein)
El CEO de Bioceres en Infobae (Crédito: Santiago Saferstein)

– ¿En que están trabajando de cara al futuro?

– Nos interesan las tecnología de transformación, poder aprovechar la biomasa de maíz y trigo para generación de biomateriales. Por cada tonelada de granos hay otra de hojas de tallos que se volatilizan. También el mundo de la nutracéutica, mejorar la calidad de las harinas y los aceites. Esperamos que nos aprueben el trigo resistente a la sequía, que le daría a la Argentina el primer trigo transgénico del mundo. Trabajamos con el sector público durante muchos años y cumplimos todo. Ahora depende de una decisión política.

– ¿Por qué no se da?

– Porque se cree que puede afectar algún mercado de exportación. Hay una idea de que el trigo va a consumo humano y está la percepción negativa de los transgénicos (aunque hay muchos otros transgénicos que van al consumo humano). Se tiene miedo de que si producimos con este trigo se pueden cerrar algunos mercados de exportación. Planteamos que nos digan qué mercados son importantes y que nos exijan las aprobaciones en todos antes de la liberación comercial del producto a nivel local para que no haya conflictos. No es suficiente, parece. Estamos un poco frustrados, pero es una de las batallas de la coyuntura que estamos tratando de dar.

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