“La leyenda del rey cangrejo”: un western experimental que viaja de Roma a Tierra del Fuego

La película dirigida por los italianos Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis coquetea con el documental y la ficción, para terminar en un ejercicio de estilo cinematográfico

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El largometraje "La leyenda del Rey Cangrejo" es una coproducción ítalo-franco-argentina dirigida por Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis

¿Qué tienen en común el filme La leyenda del rey cangrejo con un versículo bíblico, una tablilla sumeria o el rol de los trovadores medievales? Todos postulan el ímpetu de narrar, de contar, una enfermedad vieja como la humanidad. Una de las manifestaciones escritas más antiguas encontradas en esta tierra es “La epopeya de Gilgamesh”, poema sumerio descifrado en las Tablillas de Babilonia, que datan cerca del 1.800 a. de C., y que narran las aventuras del semidios Gilgamesh y cómo al perder a su amado amigo Enkidu en el inframundo intenta obtener la inmortalidad hasta recuperarlo. Más tarde, se dirá: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y Dios era el Verbo”. Así comienza el Evangelio de Juan que, quizás sin saberlo, le brinda a la palabra un lugar central siglos y siglos antes de Freud y Lacan para luego comenzar una narración que cimentó el culto cristiano, que se convirtió después en un Estado central y también política estatal. O el rol de los trovadores que viajaban en la Edad Media de ciudad en ciudad, cantando los mitos y leyendas recogidos en cada parada de sus viajes, así como los hechos políticos y sociales que iban sucediendo. ¿Y el film que ya está en las salas cinematográficas del país? En una medida intensa, La leyenda del rey cangrejo, dirigida por los italianos Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, además de narrar, claro, una historia fascinante, se convierte en un señalamiento de las maneras del contar, aquellas que subsisten en forma documental, las que surgen del relato oral documental y la ficción pura a través del género, en este caso, el western más austral.

En un refugio para cazadores, los directores se reúnen con un grupo de hombres adultos mayores, habitantes de Tuscia, un pueblo situado a 100 kilómetros de Roma, a quienes les ha llegado en forma de trovas (canciones) los acontecimientos que tuvieron lugar en su comarca a fines del siglo XIX. En sus dos películas anteriores –el corto Belva Nera, de 2013, y el documental Il Solengo, en los que recurren a los mismos ancianos para que un registro casi antropológico pero se convierta, con la magia del cine, en en tratados fílmicos de la narración campesina de la región de Tuscia–, germinó la historia que dio pie a su último trabajo.

"La leyenda del rey cangrejo",
"La leyenda del rey cangrejo", de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis

Luciano (Gabrielle Silli) es un hombre joven, hijo del médico del pueblo, cuya actividad más recurrente es el beber vino y asistir a la taberna donde se dan cita los lugareños, que lo aceptan, pero saben que no es como ellos mismos, campesinos curtidos por el trabajo y por el sol. La segunda actividad de Luciano consiste en la contemplación del paisaje y su lago. Y la tercera, desarrollar su enojo con el príncipe del lugar, que ordenó cerrar unas puertas de su castillo por donde los campesinos arreaban las ovejas. La cuarta y no menor es cultivar el amor que siente por Emma (María Alexandra Lungu), hija de un campesino que no ve bien esa unión. Silli y Lungu son los únicos actores profesionales (aunque Silli proviene de las artes y la performance) ya que el resto son los mismos ancianos protagonistas de la narración oral del comienzo documental del film. La rebelión de Luciano contra el príncipe, a quien Emma había querido acercarse, podría terminar en una tragedia que lo llevaría al fin del mundo. Que no es otro que literalmente el fin del mundo: nuestra Tierra del Fuego, donde comienza el western dominado por una fiebre del oro a la que acuden hombres de todos los puntos del planeta a la búsqueda del metal precioso. Luciano entre ellos, convertido en sacerdote. Es aconsejable no perder de vista la palabra “western”.

Infobae Cultura conversó con Alessio Rigo de Righi, uno de los directores que, además, reside desde hace unos pocos años en Buenos Aires. Por prudencia, este medio no le preguntó si se había exiliado por razones similares a las de Luciano, pero pudo conversar con el realizador, nacido en Estados Unidos en 1986, sobre esta película.

"La leyenda del rey cangrejo",
"La leyenda del rey cangrejo", de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis

—Esta es la tercera película que codirige, ¿no es cierto?

—Sí, es la tercera que filmamos con Mateo Zoppis, todas a partir de cuentos que escuchamos en este refugio de cazadores que está en un pueblo que se llama Vilano, a una hora de Roma, una hora al norte, y que se puede ver en la primera escena de esta película. De todas las historias que nos contaban, de estos relatos orales, quisimos tomar una pequeña historia que contaban estos hombres, estos cazadores de un pequeño pueblo al norte de Roma, representarla y luego trasladar la historia de este personaje Luciano al lugar más lejano del mundo posible, que en este caso es la Tierra del Fuego, y ahí mezclar su historia con otras historias, otras leyendas justamente para enfatizar ese proceso. El proceso del boca en boca, de cómo las historias de boca en boca se van mezclando con otras historias y se transforman en una nueva, en este caso, La leyenda del rey cangrejo. Cuando nosotros escuchamos la historia por primera vez, los detalles que nos dieron eran muy escasos, porque la historia está ambientada a fines de 1800. Sabíamos que Luciano era un rebelde, un borracho y que se había rebelado contra el príncipe por el derecho de paso por una puerta y que después había cometido un crimen que que lo había forzado a partir a la Argentina.

—Esos cazadores participan de la película.

—El primer registro es documental, se registra esta nación oral y luego la representan algunas personas, cierto, en el primer fragmento de la película. Primero se ve a estos hombres que alrededor de una mesa recuerdan la historia de Luciano y después todos ellos, más otros del pueblo, son los actores de un capítulo que está ambientado en Vilano, el mismo pueblo que ellos conocen y viven. Son actores no profesionales, salvo por Alexandra Lungu y por el protagonista, que tampoco es actor, Gabriel Silli, un artista amigo que nosotros ya conocíamos y nos parecía que tenía características que podían funcionar con el con el personaje. Le propusimos hace muchos años meterse en este viaje con nosotros y él lo hizo y construyó el personaje de Luciano, que está muy bien.

"La leyenda del rey cangrejo",
"La leyenda del rey cangrejo", de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis

—Si ya los había filmado en plano documental, ¿cómo fue trabajar con estos cazadores en el rol de actores representando la historia que le habían contado a usted?

—Nosotros sabíamos que a ellos podíamos pedirles interpretar esos personajes y que íbamos a tener una interpretación muy natural y, sobre todo, que íbamos a tener estos rostros. Con cada uno tuvimos que trabajar de manera distinta, los más ancianos cuentan la historia del principio y después se vuelven a ver en la taberna de ficción pasaje prohibido por el príncipe, la puerta cerrada. Es un tema de hoy: en en ese pueblo hay una puerta por la que pasaba Luciano que está cerrada porque está en el límite entre la propiedad del viejo príncipe. Entonces esa es una discusión real entre ellos, que realmente discuten acerca de de ese tema. Con otros tuvimos que ensayar mucho y ver por dónde ir, pero en general trabajamos para que se sientan cómodos. Con el director de la fotografía armamos la mayoría de los interiores con un sistema por el cual la puesta de luces se hacía a la mañana y después no se tocaba más, como para generar un clima de más distensión, no con nosotros interviniendo todo el tiempo como se suele hacer en el en el cine de hoy. A veces rodábamos sin avisar y generamos situaciones de manera espontánea.

—La cámara parece tratar con cariño esos rostros con las marcas del trabajo y de los años.

—Nosotros desarrollamos con ellos en todos estos años una relación afectiva muy grande, son casi unos tíos abuelos a esta altura la mayoría... Entonces está ese amor a ese mundo que queremos retratar y en muchos casos hay en la película escenas que están ahí para contar algunas personas que no están más y que quisimos recordar en esas escenas. Esa generación tiene unas características y representa algo que está lentamente desapareciendo en Italia. Parte de nuestra intención desde desde los primeros documentales era registrar eso y que queden para siempre, tanto sus palabras como sus rostros, con todo lo que significa.

—La segunda parte es claramente ficcional.

—Sí, se traslada a Tierra del Fuego, en la Argentina, y tiene este elemento del western. Las dos partes, tal vez, hablan sobre las luchas. La segunda no es la lucha más honorable, la de fiebre del oro. Queríamos hacer explotar de alguna manera esta pequeña historia de este personaje que desde un pueblo de Italia lo encontramos en la Tierra del Fuego, en las aventuras de la búsqueda del oro. Se decía que en esa época, a fines del 1800, ahí hubo como una especie de fiebre del oro. Y no es que hubiera minas, sino que llegaba del mar. Hasta decían que después resultó no tan cierto, pero hubo un movimiento de gente que fue en búsqueda de fortuna, contrabandistas, piratas y nosotros mezclamos todo eso con la historia del Luciano. Están los dos momentos del personaje, un momento crucial, que es el de la trama principal, y después su camino de redención. En ambos capítulos está la necesidad de encontrar un lugar dentro de la sociedad para luchar. En contra de las injusticias en la primera parte, como si fuera un anarquista o un colectivista y en la segunda parte se transforma en un individualista en la búsqueda de la fortuna, en la búsqueda del oro. Tuvimos siempre en mente la idea de querer hacer una película que tuviera una precuela de un western y luego el western en sí. Trabajamos con el género para hacer un western del mar.

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