#VivaLaNoFicción: los elegidos de marzo

Una crónica deportiva urgente, una singular historia del arte y el cuaderno de notas de una gran artista argentina, valiosas reflexiones sobre el mundo del deporte y una original radiografía de los cambios en el rock, en una selección de títulos de reciente aparición

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LA FINAL DE NUESTRAS VIDAS, de Andrés (Planeta)

El mercado editorial transita un momento difícil. Las bajas ventas hacen que los editores no sepan dónde están parados. Las viejas fórmulas no funcionan más. Se podría ser más terminante: las fórmulas no sirven más. Libros de autores hasta hace poco meses imbatibles pasan desapercibidos o tienen cifras de ventas anémicas. Esto exige que los editores deban dejar todas sus certezas detrás y abrir bien los ojos para entender cómo lograr que su negocio siga funcionando.

En los últimos meses hubo dos libros que se destacaron. Uno es la novela Prohibido morir aquí de Elizabeth Taylor de la editorial independiente La Bestia Equilátera, una historia contada magistralmente, escrita en 1965 y traducida ahora en Argentina. El otro fue un suceso instantáneo, La Final de Nuestras Vidas de Andrés Burgo. Agotó su primera edición en apenas unas horas. Lo mismo sucedió con las siguientes tres ediciones. Las librerías están esperando la llegada de la quinta edición. Parece un suceso de otra época. Cualquiera podría decir que se debe al interés excepcional que generó la final de la Libertadores, ese enfrentamiento inédito para definir el torneo continental más importante entre River- Boca. Y no le faltará razón. Pero eso sólo no explica el fenómeno. Los diarios no agotaron tiradas al día siguiente del partido ni el número especial que sacó uno de ellos mereció reimpresiones como sucedía antes. El público llega al diario de papel ya informado y si bien en un triunfo de estas características un extraño mecanismo hace que el hincha pueda ver los mismos goles cientos de veces y siempre revivir la sensación originaria, no pasa lo mismo con los textos. Por todo eso, la apuesta por el libro no era tan segura como parece en estos días.

Repasemos la historia de su concepción: una vez que quedó confirmado que la final la disputarían River y Boca, Martín Sivak (director editorial de Crítica, Paidós y otros sellos del Grupo Planeta), Ignacio Iraola (director general del Grupo Planeta) y Raúl González Arzac (editor de Planeta) convocaron a dos autores a una reunión. Si bien en algún momento se pensó en hacer un libro a cuatro manos en el cual estuvieran la visión de Boca y de River, esa día se desechó de inmediato: sería imposible deglutir tamaña derrota en breve tiempo y ponerse a trabajar (además, ¿cómo conciliar los lamentos de uno con la alegría desbordada del otro?). El convocado por el lado de River sería Andrés Burgo. En cambio, el primer hincha de Boca declinó la invitación. Figura de los medios, al mismo tiempo que autor de la casa, no deseaba ser encasillado. El siguiente en ser llamado fue una apuesta obvia y segura. Juan José Becerra, figura ideal para la tarea al reunir tres condiciones: es unos de los mejores escritores argentinos, es autor y colaborador de Planeta y, además, escribe sobre Boca en el diario deportivo Olé. La propuesta era que ambos trabajaran simultáneamente y fueran registrando lo que pasaba en la previa y en los dos partidos definitivos. Sólo se publicaría el texto del vencedor, quién debía escribir contrarreloj y tener la versión final apenas diez días después del segundo partido.

El final de la historia ya se conoce. En una época en la que el spoiler es considerado una de las peores afrentas posibles, ¿qué posibilidades de éxito podía tener el libro? Planeta tomó algunas grandes decisiones para darle chances. La primera es una gran tapa, impactante. Dentro de las muchas posibilidades (el tiro de Quintero desde detrás del arco, el Pity Martínez corriendo al gol, Gallardo levantando la copa), eligieron una que condensa milagrosamente todo el drama y la gloria del enfrentamiento: el Pity ya hizo el tercero, no grita todavía, aprieta los dientes sin poder creer todavía lo que acaba de hacer, hay éxtasis en sus ojos. Detrás llega Izquierdoz, frenando su carrera, con todo el dolor en el rictus de la boca y los ojos cerrados. Recuerda a una de las más emblemáticas fotos del fútbol argentino. José Manuel Moreno grita un gol, con el brazo levantado, con furia, sus botines levantan una nube de tierra del área chica; como fondo dos defensores rivales lamentándose, uno se toma la cabeza con desesperación, el otro abre las manos como queriendo entender: lo que nos pasa a todos cuando nuestro equipo sufre un gol.

El tiempo de producción, la buena calidad del papel, la diagramación diáfana y un buen pliego de fotos color son otras decisiones acertadas. pero sin el menor lugar a dudas, la verdadera clave es la elección del autor.
Burgo ya tiene varios libros en su haber. Pero dos de ellos son los antecedentes directos de éste. Por un lado, Ser de River, en el que narró, con el corazón en la mano, destrozado, la caída de su equipo, el descenso de River. El otro es El Partido, su crónica, desde todos los ángulos posibles, del Argentina- Inglaterra del Mundial 86. En este libro logra, con otras armas, con menos tiempo, sin el calor que da la inmediatez, el mismo efecto. Consigue contar de una manera nueva algo que ya conocemos de sobra. Atrapar al lector contando algo que ya fue contado o visto.

La final de nuestras vidas es un relato urgente y visceral. Que no le escapa a la emoción ni a la pasión, ni a la confidencia. Pero no utiliza la pasión como excusa para el golpe bajo, para la "termeada". Burgo vive el fútbol como un hincha de otros tiempos. No menosprecia al rival, no se burla de él. Privilegia su alegría por sobre el escarnio ajeno. Recuerda al Fontanarrosa de No te vayas campeón en los capítulos en que debe referirse a Newell´s.
Esa larga final, con suspensiones, violencia, incertidumbre, una mudanza insólita, en medio de la rivalidad legendaria, es de por sí una gran historia. Pero Burgo narra todo bajo el prisma de la angustia del hincha. Logra transmitir las pasiones desbordadas y el menjunje de estados de ánimo por el que transita en medio de un partido que duró más de cuarenta días.

Si bien está hablando de River, sabemos que expresa las sensaciones de cualquier hincha

Si bien está hablando de River, sabemos que expresa las sensaciones de cualquier hincha, en especial cuando explicita cómo el temor a la derrota se impone muchas veces a la alegría del triunfo. Con los años saldrán otros trabajos sobre esta final. Es inevitable. Alguien descubrirá qué pasó en los pasillos del poder el atardecer de la suspensión del segundo partido, las presiones, los motivos de Madrid y hasta, es posible, que se devele alguna interna de vestuario. Sin embargo, esta crónica cercana y abrupta difícilmente será superada; el abismo emocional del hincha está replicado de manera conmovedora. Como los viejos cronistas a los que la hora de cierre los arrinconaba sobre su máquina de escribir, Burgo muestra su habilidad como uno de los artistas del deadline.

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NOTICIAS DE PINTORES (Sigilo)/ ESPUMA (Galería Editorial), de María Luque

Una vieja discusión que se centra sobre la existencia real de un género como el de la novela gráfica puede ser zanjada con facilidad, como todas las que incluyen encasillamientos y etiquetas. Aquellos que creen que al llamarlas de otra manera que llamarlas comics o simplemente historietas facilitan el menosprecio del género, pueden leer La Mano del Pintor o Casa Transparente, los anteriores trabajos de artista rosarina María Luque. Allí están desplegados todos los recursos con los que se puede contar una historia. Una variedad de recursos narrativos que disuade a cualquiera.

María Luque, además de reconocida artista, hace (dibuja, escribe) novelas gráficas. Pero estos dos trabajos recientes, publicados con pocos meses de diferencia, son diferentes. Espuma es un encantador cuaderno de apuntes. Un block de notas separadas por unos pequeños y apurados dibujos. Hay sueños, experiencias cotidianas, reflexiones, nimiedades, temores, alegrías, teorías, coincidencias. Luque no le teme a la incertidumbre (o al menos lidia elegantemente con ella). Es un viaje fascinante y divertido por la cabeza de una creadora. El capítulo inicial, en el que acumula notas sobre su vida en los bares -en especial en Varela Varelita-, con mozos, parroquianos, personajes extraños, escritores (casi sinónimos los últimos dos términos), dobles de Aira y hasta con el mismísimo esquivo escritor de Pringles, es un prodigio de observación y gracia.

Luque cuenta en dos o tres frases hábitos, manías y peculiaridades de distintos artistas plásticos de la historia

Noticias de Pintores es otra cosa. Allí el eje es el dibujo. La idea es sencilla y efectiva. Es un recorrido por la historia del arte a través de pequeños detalles. Luque cuenta en dos o tres frases hábitos, manías y peculiaridades de distintos artistas plásticos de la historia. Pero cada anécdota narra, como los grandes cuentos, mucho más que una historia, cada anécdota da cuenta de un universo creativo. Luque se preocupa para que las mujeres pintoras no queden invisibilizadas. Lo explicita recreando una escena de un documental de Tracey Emin. Sólo hay dos colores, rojo y azul. Con esa paleta reducida Luque recorre la historia del arte con elocuencia y recrea el mundo de cada artista.

A veces con una sola observación, con el rescate de una particularidad ("René Magritte iba a las inauguraciones con su perro Lou Lou") recuerda las listas de David Markson en las novelas -o como se las deba llamar- que publicó La Bestia Equilátera. El lector al avanzar las páginas descubre que el ritmo de lectura va decreciendo. No es aburrimiento ni mucho menos. Sólo es que quiere demorar el momento del final, quiere permanecer un rato más entre las páginas de ese libro feliz.

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JUEGO, LUEGO EXISTO, de Ezequiel Fernández Moores (Sudamericana)

Desde hace más de cuarenta años, Ezequiel Fernández Moores se desmarca del resto de los periodistas. En una época de discusiones, polémicas y desencuentros, su figura logra un extraño consenso. EFM cuenta con las armas de los buenos profesionales: coherencia, rigor y preparación. En sus textos siempre se encuentra una cita desconocida o la referencia al último libro aparecido. Juego, luego existo reúne algunos de sus trabajos más relevantes. Las columnas de los miércoles de La Nación, las investigaciones en Mística, las notas en TXT o 3Puntos y hasta cables de agencia están compilados en este libro. Es un fresco de sus intereses, de sus preocupaciones, de sus cuestionamientos.

Se puede estar de acuerdo o no con sus opiniones, pero Fernández Moores cuenta como una de sus principales virtudes haber entendido que el deporte actual es un asunto complejo, que no tiene una sola cara. Analiza el fenómeno comprendiendo sus múltiples dimensiones. Sabe que el deporte profesional moderno no sólo se trata de victorias y derrotas, no sólo es alegría y drama, épica y desgarramiento. Sabe que el deporte moderno también está integrado por política, intereses económicos, cuestiones raciales, doping, periodismo complaciente. Fernández Moores nos cuenta de deportistas y entrenadores pero también de dirigentes y políticos.

Las varias decenas de artículos están agrupados en ejes temáticos que comienzan y terminan con una breve intervención del autor en la que contextualiza los textos y desliza alguna infidencia entretenida. Cada lector tendrá su artículo favorito según su zona de inquietud. Pero emociona comprobar que el joven de veinte años que indaga con valentía en los números del Mundial 78 se convirtió en el señor de cincuenta que no se dejó ganar por el cinismo y aboga por un periodismo deportivo de investigación. El libro también puede leerse como una vieja novelas de aventuras en las que hay héroes (Messi, Maradona, Ginobili, Jordan, Riquelme, Zidane) y villanos (Videla, Havelange, Grondona, Blatter, Samaranch). El apartado dedicado al ferretero de Sarandí convertido en amo y señor del fútbol mundial es ejemplar; allí trasluce la mezcla de desprecio por las actividades de Grondona y un raro respeto por su (maligna) habilidad.

El trabajo de Alejandro Wall como compilador es preciso. Logra, con su selección y la semblanza biográfica del inicio -y con una noble vocación por pasar desapercibido-, que el lector tengo ante sí la síntesis casi ideal de cuatro décadas de trabajo.

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LA VIDA SECRETA DEL ROCK ARGENTINO, de Marcelo Fernández Bitar (Sudamericana)

Marcelo Fernández Bitar tiene una larga trayectoria como periodista de rock y al menos un gran libro en su haber, el monumental 50 años de rock en la Argentina. La vida secreta del rock argentino no trae chismes, amoríos, sexo, celos, excesos, ni peleas de egos como parece prometer el título. Nada de eso. Son más de una decena de entrevistas a técnicos, músicos y productores del rock local en las que se trata un tema poco frecuentado: el avance técnico de la puesta en escena de nuestro rock. Cada entrevista es una pieza que se engarza con la siguiente para dar con un cuadro final que cuenta de una manera cabal la manera en que se escuchó y vio el rock argentino a lo largo de su historia en las presentaciones en vivo.

Fernández Bitar conduce las entrevistas con habilidad, conocimiento y curiosidad. Elige personajes obvios y otros sorpresivos. Pero todos en el elenco son necesarios para poder entender cómo se dio esa progresión. Los libros que recrean viejas costumbres o modos ya abandonados siempre tienen su encanto. En éste, esos viejos tiempos están recreados a la perfección con todo lo precario, entusiasta y poco fiel desde el punto de vista del sonido que era ese mundo. Es un texto que produce algo que ya pocos logran: sorprende al lector y el resultado final excede largamente las expectativas previas. Quien desee entender cómo se vivía un recital y las diferencias con la parafernalia actual de los grandes grupos en sus presentaciones en vivo, debe leer este libro.

 

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